martes, 6 de marzo de 2012

Creo que soy un robot

P, una de mis lectoras, me escribe un mensaje al que titula como he titulado yo este mini post. Sigue leyéndome, me dice, pero ya no puede comentarme porque no es capaz de demostrar que no es un robot. Me confiesa, con digna y comedida aflicción, que en realidad se temía algo así, "sobre todo después de treinta y seis años de enseñanza". Pero la constatación, dice, la ha afectado.

Me lo explico perfectamente. Últimamente comentar en los blogs de blogspot me cuesta a mí también considerables esfuerzos. Ya no es solo la humillación de tener que escribir palabras absurdas que suenan vagamente obscenas, o sugieren las aberraciones de un estudiante de inglés analfabeto o de un normalizador del euskara batua especialmente sádico: ahora, además, la penosa ceremonia es doble y más complicada, y tras ella la mayoría de las veces se te comunica displicentemente que no has sido capaz de superarla como se esperaba de ti. O no ves como debieras –por si la presbicia galopante no te hubiera acomplejado ya lo suficiente– o no eres capaz de teclear con la mínima eficacia requerida o, directamente, se te ha olvidado leer.  Todo lo cual a mí no me lleva a sospechar, como a P, que yo sea en realidad un robot, sino algo peor;  me aumenta diariamente no ya la sospecha sino la casi certeza de ser un triste desecho humano.

Se acabó, pues. Acabo de desactivar el dispositivo que obligaba a mis comentaristas a teclear absurdidades para demostrar que eran humanos –o para comprobar que no, o no tanto como creían–. Si el blog se me inunda de spam, que se me inunde, ya lo barreré. Pero quien quiera comentarme en lo sucesivo podrá hacerlo sin pasar por la siniestra ventanilla del lexicógrafo enloquecido y parkinsoniano. El que quiera palabras raras, que se compre un diccionario swahili-lituano o que se prepare unas oposiciones a la administración autonómica vasca, pero con este blog que no cuente. (O solo para las palabras raras que me invente yo.)

A propósito de lo cual: mi corresponsal me hace otra advertencia igualmente importante. El título de mi poema adolescente de hace un par de posts, me dice, debería ser NULLA DIES SINE LINEA, y no NULLE, como escribí. 'Dies' es femenino, y femenino ha de ser el adjetivo que lo acompaña. Tiene toda la razón, y procedo a corregirlo en este mismo instante. No me explico de dónde he sacado esa terminación en E, que debe de ser, si no recuerdo mal mi poco latín del bachillerato, la del vocativo masculino singular. ¡Oh tú, ninguno!, o algo así.

Muchas gracias, P querida, y un beso.