viernes, 28 de agosto de 2009

Informe nº 1

Quizá usted ha vivido repentinamente y sin hallarle explicación aparente el inquietante momento en que la cosa se vuelve de plástico. Si es así, sabrá a qué me refiero. Si no, lea esto también, a ver si llegamos a un acuerdo.

Está fuera de toda duda que, cada vez más, determinados aspectos parciales del Universo propenden al plástico. No es una tendencia homogénea ni continua, ni es posible observarla con los métodos científicos que se usan en otros fenómenos, pues procede más bien por ramalazos, por súbitas cristalizaciones incontrolables cuya conducta nos es, de momento, impredecible. Está usted de visita en casa de su tía de provincias –las tías son una de las especies más proclives al plástico– y todo va tan bien, el nescafé está en la temperatura justa, las magdalenas recién salidas de la bolsita, el canario canta con toda regularidad, y de repente, a usted le salta a la conciencia la consistencia eminentemente plástica del conjunto y, si usted es sensible, no puede volver a verlo con los ojos de antes y algo le dice que hará mejor en despedirse antes de que aquello vaya a más. (No está demostrado que la cualidad plastificante sea contagiosa, pero en ciertas cuestiones vale más ser aprensivo).

O comenta usted lo caro que va todo con la vecina que viene de la compra, o toma usted café en un bar de barrio con uno de esos conocidos que no alcanzan la categoría de amigos. Y de repente todo sumamente de plástico. No es exactamente desagradable, no hay nada que se rompa, se descomponga o se altere, en realidad todo va estupendamente, pero, a partir de cierto momento, indiscutiblemente de plástico. A veces no es necesaria ni siquiera una situación tan específica como las descritas, basta mirar un cuadro en la pared, un tiesto en la ventana, un atardecer en la calle, el ramo de flores sobre el piano, un artículo de fondo en la página número cinco, para que el plástico se nos revele, desconcertantemente inequívoco. Sin embargo parece claro que ciertos objetos y situaciones catalizan o provocan especialmente el fenómeno. Pocas flores separadas de su planta madre pueden evitar el plástico –aunque éste es un ejemplo peligroso, porque usted lo asociará enseguida con la mera apariencia de estar fabricadas en plástico que tienen algunas flores, y le juro que no es a eso a lo que me refiero, más quisiéramos–. Las televisiones irradian plástico a su alrededor incluso apagadas, plastifican con una eficacia que a mí no deja de asombrarme y aún de alarmarme: coloque usted una televisión al lado de las mismísimas Meninas y a pesar de todas las sabias disposiciones pictóricas de Don Diego, la infanta Margarita y su augusto cortejo aparecerán vistosamente plastificados; –aún sin televisiones ¿no es cierto que el Museo del Prado algunas mañanas de domingo, se vuelve realmente muy de plástico?–

Y yo no sé ya si seguir poniendo ejemplos, si usted es de esa clase de locos seguro que ya se ha dado cuenta y si no qué le voy a decir, ojalá que no le pase, ojalá pueda seguir metiendo mano a su pareja, hablando de literatura, alabando a la Naturaleza, denostando al Gobierno y palmeando la espalda a los amigos con la saludable convicción que ponemos en esas tareas antes del acechante momento en que algo se detiene y nos apercibimos de lo indudablemente de plástico que se ha vuelto la cosa, vaya usted a saber cómo.

6 comentarios:

  1. ¿Y usted, estimado Júbilo, con esa vena de cronopio que tiene, me acusaba de influencias cortazarianas? Conste que me ha encantado así que para qué decir más, salvo, eso sí, encomiarle a que persevere en la redacción de estos u otros informes.

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  2. ¡Cielo santo! Tienes razón, cabronazo.

    (Ahora a buscar como un loco sitios, lugares, huras, escondites que no plastifiquen, aunque...eso es lo que llevo haciendo, madre del amor hermoso, toda mi puta vida: Vanbrugh, ¡malo!)

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  3. Por eso detecto tan rápidamente las influencias cortazarianas, Miroslav, porque las padezco desde mi tierna adolescencia. Aquí se me notan mucho, sí. Antes que reconocer que le imito, prefiero decir que le homenajeo. Es lo mismo, pero queda mejor.

    (Gracias por lo de cronopio, me hace mucha ilusión).

    Yo creo, Lansky, que evitar el plástico a tí se te da especialmente bien. No creo que haya nada en mi informe que deba sorprenderte ni alarmarte.

    ¿Qué es una hura? ¿Tiene algún parentesco etimológico -me imagino que sí- con los hurones?

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  4. Hura = madriguera de mamífero pequeño (de hurón)

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  5. Me encanta, ya no diré "bueno, me voy, se hace tarde", sino "¡uy! que la cosa se vuelve de plástico, me piro". Es tan auténtico...

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  6. Dios, qué susto. Al empezar a leer temí que ibas a contarnos que "la cosa" se te había vuelto de plástico... Qué pena -pensé- todavía es joven.

    Definitivamente Freud se perdió una paciente interesante

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