domingo, 3 de febrero de 2013

Música de mi abuelo

Tener un abuelo músico y no haber oído nunca nada compuesto por él es un poco raro. Sobre todo en una familia en la que la música era algo cotidiano y omnipresente, y estábamos todos todo el día oyendo música, cantando o silbando. Yo era un niño rarito, que a los seis años me iba, yo solo, al cuarto donde estaba el tocadiscos familiar y escuchaba con fervor una y otra vez, hasta aprendérmelos de memoria, los discos de Schumann. de Schubert y de Beethoven. Hasta un extracto de la Tercera Sinfonía de Mahler –un brutal resumen perpetrado por el Reader's Digest, más bien un fusilamiento, según descubrí muchos años después, al escucharla íntegra por primera vez– me llegué a aprender, a fuerza de oirlo. Pero de mi abuelo no había manera de oir nada. No había grabaciones, y mi padre,  presumiblemente el único que se sabría algún fragmento de música del suyo, era también el único que no cantaba jamás. En casa había rimeros de partituras suyas, Motetes, Tantum Ergos y Missas Pro Defunctis –palabras misteriosas que aprendí sin saber qué querían decir– devueltas por alguna tienda de música que había desesperado de vender jamás aquellas piezas ignotas, amontonadas durante decenios en sus almacenes y que ahora seguían acumulando polvo en nuestro trastero. Pero nadie sabía leerlas. La música de mi abuelo era un artículo de fe familar, algo en lo que se creía sin pruebas, con solo aquellos papeles amarillentos y mudos, especie de triste reliquia de un culto desaparecido, por todo indicio.

Durante mucho tiempo pensé que entre aquella música nunca escuchada y yo tenía que existir algún vínculo misterioso derivado del familiar, alguna afinidad profunda, algún mensaje privado que me permitiría, si alguna vez llegaba a oirla, encontrar en ella resonancias propias y saber, de algún modo inimaginable pero que yo daba por seguro, que me pertenecía más especialmente que a cualquier otro oyente común; y esa mística seguridad no hizo más que aumentarme el deseo de llegar a oirla y de saber cómo era. Hasta hice algún intento de desentrañar alguna de las partituras, pero la melodía imprecisa y desabrida que obtuve tras laboriosos y torpes esfuerzos de mi solfeo rudimentario no me dijo nada, y renuncié, seguro de haberlo hecho todo mal. Con el tiempo se me fue pasando el interés y me resigné a que la música de mi abuelo siguiera siendo ad aeternum una cuestión inalcanzable y más bien mística.



(La foto es del órgano de la Parroquia de la Santa Cruz, en la callde Atocha, una de las iglesias madrileñas  de las que mi abuelo fue organista. El órgano se instaló en 1904, según se informa en esta página, de la que está sacada la foto, por lo que con toda seguridad es el que él tocaba.)



Muchos años después he conseguido oir la única grabación existente: una Misa Pro Defunctis para coro y órgano, grabada por mi padre con micrófono en un magnetófono de bobina abierta en el Monasterio de El Escorial el día 29 de Febrero de 1960. La compuso mi abuelo en 1934, en memoria de su su mujer recién fallecida, y durante el franquismo se interpretó algunos años en El Escorial, durante los funerales por los reyes de las dinastías españolas que se celebraban el último día de Febrero, con asistencia del propio Franco bajo palio y con un féretro con una corona encima presidiendo la Basílica, según describe una de las crónicas publicadas por ABC que he encontrado en su hemeroteca, en la que se reseña que se ofició "la misa de Carrascón". Mi abuelo había sido profesor de música de dos nietos de Alfonso XII, y esa lejana relación con la última dinastía le valió el honor de que fuera su Misa la elegida para estos funerales. (Muy probablemente le valió también el ser detenido en Octubre del 36 y fusilado poco tiempo después, como ya he contado en otro post; aunque quizás para esto último bastara su condición de organista de varias iglesias madrileñas (1) y su inconfundible catadura de burgués, beato y de derechas, candidato nato al paseo por faccioso). La grabación estuvo durante años en paradero desconocido, al menos para mí, hasta que hace unos años uno de mis hermanos la rescató, la pasó a formato digital e hizo unas cuantas copias en CD para el resto de hermanos. Tiene un sonido pésimo, solo soportable por oídos especialmente interesados, por lo que he preferido no colgar aquí ninguna muestra. No es cosa de sacarla de su apacible anonimato solo para desacreditarla. Lo poco que se llega a escuchar de la música no me ha desagradadado, pero tampoco me ha llamado especialmente la atención: es una típica música religiosa de principios de siglo en la que debo decir que no he encontrado, contra lo que me prometían mis expectativas infantiles, ninguna resonancia especial, ni ninguna afinidad misteriosa con mi propia sensibilidad musical.

(1) Mi abuelo, al parecer bastante buen organista, lo fue durante años de, entre otras iglesias, la del Buen Suceso de Madrid, en la calle Princesa. Hace unos años el entonces párroco publicó una completa y detallada historia de la parroquia, llena de interesantes anécdotas y pormenores pero en la que, por algún excelente motivo, a mi abuelo ni se le mencionaba. Debo confesar que una omisión tan llamativa me molestó bastante, tanto que llegué a comentárselo al autor, amigo de la familia de mi mujer. Como era de esperar no me hizo el menor caso...

A la izquierda la antigua Iglesia del Buen Suceso, en la Calle de la Princesa, de Madrid, A la derecha la actual, levantada en los años setenta sobre el mismo emplazamiento. No he podido averiguar si el órgano sigue o no siendo el mismo.






Pero contra lo que siempre había creído resulta que no toda la producción de mi abuelo era música religiosa. Zascandileando por la Biblioteca Nacional, mi hermano descubrió que existía una "patraña lírica" en un acto, titulada "Los Mendigos", compuesta a pachas por Busca de Sagastizábal y por mi abuelo. 

Este Busca era un colega suyo, organista de San Francisco el Grande y de Santa Bárbara. Compuso mucha música religiosa, entre otra el conocido himno eucarístico "Cantemos al amor de los amores" (canteemos aal Señooor) que aún he berreado yo, junto con el resto de la feligresía, en más de una misa dominical de hace no muchos años. Aunque nació en 1868, ocho años antes que Francisco, le sobrevivió otros catorce, pues murió en 1950. Fue, en conjunto, un músico mucho más prolífico y de éxito considerablemente mayor que mi abuelo, aún se siguen tocando cosas suyas e ignoro qué relación tuvo mi abuelo con él, aparte de su colaboración en esta obrita.

La letra de "Los Mendigos" es obra de un tal José Domínguez Manresa, del que no he encontrado que cometiera ninguna otra incursión digna de mención en el terreno de la literatura. Por lo poco que he leído, esta de "Los Mendigos" es más bien digna de piadoso olvido, por cursi y por terrible, como podrán apreciar ustedes mismos en el fragmento que adorna este post un poco más adelante, obra maestra de mi artesanía musical que les recomiendo no perderse. Rebuscando por la hemeroteca virtual de ABC he encontrado que un señor de ese nombre era, en Septiembre de 1914, Secretario General de la Comisaría General del Cuerpo de Vigilancia de Madrid. En Julio de 1921 fue nombrado Delegado del Gobierno en Canarias y en Septiembre de 1930 llegó a Guinea Ecuatorial como Secretario del Gobierno General de la Colonia. No he podido averiguar más de él, pero parece que su interés literario por la mendicidad debía de tener un origen profesional y policíaco, porque toda su vida anduvo, por lo que se ve, ocupado en asuntos de orden público. Tampoco sé qué relación tenía con mi abuelo.

(Adviertan, por favor, en la portada que reproduzco, que se trata de una obra "moral y fácil, muy a propósito para jóvenes educandos de colegios, seminarios, etc, etc.")

En cuanto a la música, no tengo ni idea de cómo se compone una música entre dos personas, ni qué parte de la zarzuelita hay que atribuir a cada uno de sus dos autores. Pero es la primera música de mi abuelo, en la parte en que lo sea, que he podido por fin escuchar extensa y detalladamente. Mi trabajo me ha costado.

Como primera providencia, me transcribí con grandes esfuerzos la partitura de uno de los fragmentos, la "Canción de los huerfanitos", en mi programa mágico, el Finale Notepad; el acompañamiento, con piano, y las voces, con chelo. Tras bastantes horas laboriosísimas pude así oir por primera vez cómo sonaba una música de Francisco Carrascón, al menos en parte. Resulta ser una pieza de aire inequívocamente andaluz, que en sus mejores momentos recuerda a Albéniz y en los peores a Manuel Quiroga.

Una vez aprendido de memoria el fragmento, me grabé la parte vocal, las dos voces de los huerfanitos en cuestión. Para conseguir unas voces adecuadamente infantiles tuve que cantarlas en un tono más bajo y a una velocidad menor –cada una de las dos en distinta proporción, para diferenciarlas– de modo que, al restituirlas, mediante los oportunos sistemas informáticos, a su tono y velocidad naturales, el timbre sonara convenientemente atiplado. El resultado se parece más a los Lunnis que a ninguna otra cosa, pero es lo mejor que he podido conseguir y, en cualquier caso, me he divertido muchísimo haciéndolo. 

Finalmente superpuse y sincronicé las dos voces entre sí y ambas con el acompañamiento pianístico-informático. Aquí tienen ustedes, más para mi deleite que para el suyo, el producto final: (El primer minuto y medio es una introducción pianística que a mí me gusta, pero que quizás aburra a oyentes menos implicados afectivamente. La parte vocal, que es la verdaderamente impresionante –por diversos motivos y en cualquier sentido que quieran dar ustedes a este adjetivo– empieza en el minuto 1:40, más o menos.)


"Canción de los Huerfanitos", de Busca y Carrascón, letra de J. D. Manresa. Al piano, Finale Notepad. Solistas del Coro del Reformatorio Municipal "José María Jarabo"

(Si sonando este archivo como suena lo he considerado digno de ser colgado, pueden ustedes imaginarse cómo suenan los fragmentos de la Missa Pro Defunctis que no me he resuelto a colgar).

(Actualización: el paréntesis anterior se refería a los defectos de sonido de la grabación, no a los de la interpretación, de la que me encuentro muy orgulloso. Tras publicar el post, he dado con un nuevo programa de sonido, el Audacity, que tiene una estupenda función para eliminar ruido de fondo. Lo he aplicado a la parte vocal y he eliminado en buena medida el zumbido que acompañaba a las voces, con lo cual la calidad del sonido del archivo ha mejorado notablemente.)

Reproduzco a continuación la letra de la canción, para edificación de todos ustedes:

Pepillo: 
Sin apoyo y sin amparo, ¡ay!,
sin apoyo y sin amparo
me encuentro sobre la tierra, 
porque he perdido a mis padres
y no tengo quien me quiera,
y no tengo quien me quiera.

Pepillo y Tolín:
Socorred al huerfanito,
socorredle, por favor.
Por Dios, una limosnita.
Una limosna, por Dios.

Tolín:
Al niño que nace pobre, ¡ay!,
al niño que nace pobre 
y se le mueren sus padres,
si un mal viento se lo lleva
¡qué favor le hace tan grande,
qué favor le hace tan grande!

Pepillo y Tolín:
Socorred al huerfanito,
socorredle, por favor.
Por Dios, una limosnita.
Una limosna, por Dios.

Con lagrimitas voy implorando
una limosna, por compasión.
Cuando los niños piden llorando
¡qué amargo llevan el corazón,
qué amargo llevan el corazón!

Dad el óbolo bendito
al niño, por caridad.
Socorred al huerfanito, 
tened del niño piedad,
que es muy triste ver a un pobre
cuando hambriento pide pan,
y en la Gloria hallan consuelo
los que al niño su amor dan.
Y en la Gloria hallan consuelo
los que al niño su amor dan.

Coda nacionalista (que no falte): investigando por Google, como llevo meses haciendo sobre esta cuestión con la aviesa intención de asestarles a ustedes este post con la mayor premeditación posible, me encontré esta joya. Se trata, como verá quien siga el enlace, de la traducción íntegra al vasco, con el título de "Eskaleak" (los mendigos) de la zarzuelita en cuestión. En el encabezado se hace constar la autoría de "Dominguez Manresa jaunaren", así como la responsabilidad musical de "Buska-Sagastizabal eta Carrascon jaunena", todos ellos sin tilde alguna, claro está, que el vascuence no utiliza, ni falta que le hacen. En su afán por euskerizar convenientemente el texto, el diligente traductor ha traducido hasta los nombres de los personajes, que de Pepillo y Tolín han pasado a ser Antton y Txomin. Alberto y Juan, dos mendigos que salen en un número posterior, son ahora Kaitano y Patxi, un "americano" que se llamaba Pablo se llama Paulo y el sargento se ha convertido en un mikelete, que viene a ser como un ertzaina preautonómico. Lo gracioso del asunto es que la página contiene el texto íntegro de la zarzuela, no solo las partes cantadas, que son las que tengo yo en mis partituras. Un texto que de ningún modo me ha sido posible conseguir en su versión original castellana está a mi disposición en su traducción al vasco, merced a la hacendosamente predatoria compulsión patrimonial del nacionalismo...

Todo ello, imagino, debido a que uno de los autores de la música, Busca de Sagastizábal, era vasco, de Zumárraga. (El primer apellido, Busca, no es vasco, sino italiano. Al parecer un abuelo del compositor era piamontés, de una ciudad situada a escasos kilómetros de donde habita actualmente mi hermano pequeño. El mundo es un pañuelo, y Europa una de sus esquinitas más apretadas...) Y quizás, no hay que descartarlo, a que mi abuelo, el otro compositor, era navarro, de Tudela, que en buena doctrina nacionalista es tierra tan eusquérica como la otra, aunque jamás se haya sabido de tudelano alguno que hablara vascuence, ni presentara la más mínima disposición a aprenderlo.

Quien, desde luego, no parece que tuviera la menor relación con Vasconia es el pobre Domínguez Manresa, ni siquiera tras verse euskaldúnicamente privado de su tilde. Tampoco la propia música, una copla andaluza a la que no parece posible emparentar ni lejanamente con aurreskus ni zortzicos. Nada de todo ello ha impedido que la obra, convenientemente eusquerizada, haya pasado con todos los honores a formar parte del patrimonio cultural vascongado...

33 comentarios:

  1. Mis largas y arduas jornadas de investigación en la Biblioteca Nacional se ven largamente recompensadas con la publicación en tu blog de este genial post. Temo, no obstante, que la audición de la coplilla, en cuya autoría nuestro antepasado solo tenía parte de la culpa pero en cuya interpretación vocal tú la tienes tres veces, te haga perder seguidores. Y no vale esconderse tras ese Coro del Reformatorio Municipal "José María Jarabo" (Por cierto que creo intuir las claves de ese alias, aunque quizás no a muchos se le alcancen.) En cualquier caso, enhorabuena.

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  2. Muchas gracias, Unknown -para ser extranjero, como indica tu apellido, escribes un castellano muy pasable- me alegro de que te haya gustado. No temo que disminuyan mis seguidores: la experiencia prueba que me lo aguantáis todo, los dieciocho, como un solo hombre.

    En cuanto al nombre del Reformatorio, basta pulsar sobre él para obtener una explicación del alias bastante convincente.

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  3. El hecho de firmar como Unknown (al que ni yo ni nadie creo que hayamos conocido nunca) no se debe a un intento de ocultarme, sino a mi torpeza. Pensaba que al pulsar la aceptación del comentario se me pediría mi identidad y que ésta aparecería como firma, pero parece ser que no es así. Por lo tanto firmaré aquí.
    Ricardo

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  4. Y en cuanto a lo del nombre del reformatorio, aunque el vínculo dice quién era el Jarabo, no se explica en parte alguna cuál es tu relación con tal sujeto. Y esas son las claves que yo sí conozco....
    Ricardo

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  5. Pues si te he de ser sincero ha de confesarte que, aunque he disfrutado con la lectura de tu post as usual, la audición de la pieza sonora me ha resultado casi una tortura. Sin duda tiene un aire "andaluz", aunque no he acertado a descubrir esos mejores momentos en que puede recordar a Albéniz. Y dicho esto, poco más. Porque la introducción pianística es machacante y tosca (supongo que las limitaciones del programa tienen gran parte de la culpa), la melodía zarzuelística sosona, la letra para llorar (y no de pena por los huerfanitos) y la interpretación vocal abominable.

    Espero que después de lo anterior no me retires el saludo y también confío en que ese Reformatorio en el que te han ingresado logre, en efecto, reformarte (ya me ha picado la curiosidad Ricardo con sus alusiones a tus vínculos con el famoso asesino madrileño).

    Pero de lo que sí estoy seguro es de que te has divertido preparando este post. Yo también lo he hecho leyéndolo.

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  6. Bueno, Miroslav, no cabe duda de que te falta sensibilidad musical para apreciar no ya la aérea y grácil (tosca y machacona, dice. Será posible...) música de los maestros Busca y Carrascón, con sus innegables influencias de Albéniz y sus no menos innegables matices vascónicos, sino, sobre todo, la impagable interpretación de los muchachitos del Reformatorio. (Y no miento al calificarla de impagable, porque no han visto ni un duro por ella). No tendré en cuenta,pues, tus acres palabras, que no traslucen más que la resentida impotencia de un oyente poco preparado.

    A mi también me picó la curiosidad la alusión de Ricardo, hasta que me la ha explicado: por lo visto el Jarabo fue al mismo Colegio que yo, ya ve ustez...

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  7. Un abuelo músico, como mal dices, puede ser cualquiera que toque el acordeón, como el mío. No, tu tuviste un abuelo com-po-si-tor. Bastante plasta a mi juicio, pero todo un creador en cualquier caso.

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  8. Buena la distinción, Lansky. Pero mi abuelo era las dos cosas, músico -por organista- y compositor. Más lo primero que lo segundo, además, porque lo cierto es que su obra, plasta o no, es bastante exigua.

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  9. No conozco el caso de ningún compositor que no supiera tocar algún instrumento, normalmente el piano (o su cabeza)

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  10. Contrito confieso a su eminencia mi falta de sensibilidad musical (y hasta de impotencia) y prometo cumplir la penitencia autoimpuesta para purgar el pecado: escucharé ininterrumpidamente el audio de este post hasta conseguir (Dios quiera que no me lleve demasiadas audiciones) que esta magna obra maestra sea debidamente apreciada por mi pobre sentido estético.

    Mucho han influido tus palabras en mi arrepentimiento pero, sobre todo, ha sido decisiva esa coda nacionalista que ayer no había leído. Si los sumos sacerdotes de la Euskalerria consideran esta pieza digna del patrimonio cultural vasco, es que mi gusto está absolutamente desenfocado.

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  11. Te equivocas al desear que tu necesario adiestramiento no te lleve demasiadas audiciones, Miroslav. Tú mismo lo comprobarás. Cuando hayas escuchado esta piececilla deliciosa -lo es, tanto por su concepción como, sobre todo, por su ejecución- el número suficiente de veces como para empezar a disfrutarla, empezarás a disfrutarla. (Si no ocurriera, debes perseverar hasta que ocurra; es decir, que necesariamente acabará ocurriendo). Y entonces serás tú mismo quien desee oirla una y otra vez, interminablemente, y te parecerá increíble haber deseado alguna vez un número corto de audiciones.

    Venga, ponte ahora mismo a ello, que la tarea que antes se empieza es también la que antes se empieza a desear que no termine nunca...

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  12. Pues si a mí me dan a elegir entre Einsam in Trüben Tagen, de Lohengrin y esta tierna coplilla de los niños del reformatorio, opto decididamente por los niños. En sensibilidad, en armonía, en ritmo y en inspiración...¿Dónde va a parar?
    Ricardo

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  13. Muchas gracias, Ricardo. Busca, Carrascón, Finale Notepad , los Solistas del Reformatorio José María Jarabo y yo apreciamos en lo que vale tu preferencia.

    (En lo que vale, digo; esto es, teniendo en cuenta que Einsam in Trüben Tagen, de Lohengrin, y Wagner, en general, salvo contados momentos, son un coñazo de bastante consideración).

    (Por cierto, Busca era un wagneriano entusiasta. Tu elección le habría halagado mucho.)

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  14. Me alegra ver que sigues por aquí y tan interesante como siempre. Yo he vuelto, después de algunos años. Saludos.

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  15. Bienvenido, Enrique. Más me alegra a mí ver que tú vuelves a las buenas costumbres.

    (Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan perdón).

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  16. Te diré como a Lansky: también el sentido musical se hereda de abuelos, pades e hijos. Es otra 'carga' (en el buen sentido) genética.

    Como ya no sabría expilcarte muy bien lo que pasa con el sentido del oído te resumo algo copiado que habla de la cóclea, sus cilios, y las capacidades auditivas y de creaciones sonoras:

    "El caracol o cóclea, contiene en su interior al Órgano de Corti, que es un mecanorreceptor. Está formado por células ciliadas que descansan sobre la membrana basilar. Los cilios de estas células se encuentran en contacto con la membrana tectoria. Cuando se produce un estímulo el estribo ejerce presión sobre la ventana oval, esto genera una onda en la perilinfa que viaja a lo largo de la cóclea desplazando la membrana basilar. Esto produce flexión de los cilios en contacto con la membrana tectoria lo que se traduce en cambios de potencial celular que generan estímulos nerviosos a través de las células bipolares del nervio coclear."

    Es muy largo... pero creo que suficiente. O sea, que sí, que debes haber heredado cierto sentido apropiado para la música.

    Estoy a medias de acuerdo con Miros: a mi no me parece mal la pieza que nos adjuntas, me gusta, pero hay que admitir que no es ninguna genialidad. Es musiquila y ya está. Inisito por enesima vez en que mi cultura musical es penosa. En el cole me dieron una armónica y me pusieron en la rondalla a tocar mamarracahads como 'El sitio de Zaragoza' o 'La pavana de Tordesillas'. Yo me limitaba a soplar y a esperar que se acagabra el 'concierto' para ir a otros asuntos que me parecían más divertidos. Mi padre, dentro del tono cariñoso, me preguntaba si el profesor era bobo o si por tocar esas cosas me aprobarían las mates...

    Por lo demás estoy firmemente convencido es que no te van a faltar lectores ni comentaristas por y para cada uno de los posts que publiques. Eso sí que me parece un mérito propio bien ganado a pulso.

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  17. Toda la vida preguntándome cómo se producía... eso que me has explicado cómo se produce dentro del caracol, Grillo. No veas lo tranquilo que me he quedado sabiendo lo de la perilinfa y lo de la membrana tectoria. Eso era.

    Veo que estais todos muy necesitados de escuchar seis o setecientas veces la Canción de los Huerfanitos, para apreciarla en toda su grandeza. Es una música difícil, perseverad.

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  18. No te cachondees de la perilinfa ni de los cilios o la coclea.
    Ya no intentaré contarte más esas cosas, ea!
    Ni peresveraré con la Canción de los huerfanitos ni con los ripios de ciego. Ea! otra vez.

    Ahora voy, muy enfadado, y me alineo con Miros totalmente, ea!

    Me gusta más este avatar con la pajarita de papel, ¡Plás ! se fija en la vista mejor, se capta de inmediato.

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  19. Gracias Júbilo por este post tan maravilloso. He disfrutado muchisimo leyéndolo, he ido incluso al post de tu abuelo que escribiste en el 2007 y he leído de cabo a rabo la historia de José María Jarabo, que desconocía y que me ha parecido espeluznante.
    Por supuesto he escuchado Los Huerfanitos, no me parece que esten tan mal las voces( me ha conmovido incluso)
    Visitaré esa Iglesia de Santa Cruz.

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  20. Ahora la pregunta es : ¿Por qué a un reformatorio le pusieron el nombre de un asesino que nunca se reformó?

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  21. Muchas gracias otra vez, Emma. No sabes lo que agradezco tus elogios. Que, además, prueban que tienes mucho mejor oído que anteriores comentaristas.

    (Te confieso, ahora que nadie nos oye, que a mí me gusta la Canción de los Huerfanitos. No sé si debe a mi abuelo o a Busca, y tampoco en ella he encontrado ningún 'mensaje' musical privado debido al parentesco con el autor, como creía de pequeño. Pero no me parece en absoluto una mala música, y es cierto que encuentro en ella, particularmente en el piano, un digno parentesco con el andalucismo modernista de algunas piezas de Albéniz. Y la melodía cantada, si se descuentan la letra lamentable y mi esforzada interpretación, me parece perfectamente equiparable a muchas zarzuelas que andan por el mundo, y mejor que bastantes. Claro que todo esto sí que puede ser cosa del parentesco... o de haberla oído dos o trescientas veces.)

    En cuanto al nombre del reformatorio... ¿quizás para advertir a los jóvenes delincuentes de lo mal que pueden acabar? ¿O para que, ya que hay pocas esperanzas de que se conviertan en ciudadanos modelo, al menos aspiren a convertirse en delincuentes modelo? No sé, probablemente porque fue el primer nombre que se me vino a la cabeza...

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  22. No creo que sea cosa del parentesco, Júbilo.
    Yo también creo que está muy bien. Quizá no fue un bombazo porque cantaban niños mendigos. Si lo piensas, ¿cuántos compositores le han dado protagonismo a los desharrapados? En aquella época se cantaba más sobre amores imposibles o violeteras ¿no es así? o quizá me equivoque.

    Mentar a Jarabo seguramente daba más miedo que el coco.

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  23. Gracias, Vanbrugh, por la minuciosidad con la que escribiste este post ; ya me lo he leído todo y con mucha atención.

    La música de la que trata pasa al segundo plano pero a mí me ha gustado tanto la parte instrumental como la parte vocal.

    Sin embargo hay una cosa en la que me pierdo. O, a lo mejor, no.¿ El Finale Notpad es un programa que te permite tocar instrumentos virtuales ? ¿ Las bonitas voces (que pena que suenen a Pato Donald) son virtuales también ?
    ¿ O es que no he entendido nada ?

    Ah, y se me olvidaba comentar la letra. ¿ Puede ser que sea tan ñoña porque iba dirigida a niñitos ? Los niñitos de la época eran niñitos de verdad, no como los de hoy que se las saben todas.

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  24. Hola, C.C. Me alegro de que te guste la música de los huerfanitos.

    No te pierdes, no, o no mucho. El Finale NotePad es, efectivamente, un programa con el que tocar instrumentos virtuales. Tú eliges un instrumento, escribes en la pantalla la partitura de la música que quieres que toque y el ordenador la toca. Es fantástico.

    La parte de piano está hecha así, virtual, 'tocada' por el ordenador, gracias a este programa. La parte vocal, no; el programa no sabe imitar voces humanas, ni menos aún hacerles cantar una 'letra' (des paroles) determinadas. De modo que las dos voces las he cantado yo, y luego las he superpuesto al acompañamiento de piano con otro de los muchos programas con los que me divierto. El mismo programa que me ha servido para darles ese espantoso toque de Pato Donald: como mi voz natural no se parece mucho a la de un huerfanito y, además, no alcanza las notas excesivamente agudas que se requieren, lo que he hecho, como explico en el post, es cantar más despacio y en un tono más grave. Luego, con este programa -no el Finale; este otro, con el que manipulo y 'pego' las músicas- he acelerado el ritmo de lo cantado hasta igualarlo al del piano, con lo cual también la nota se ha elevado hasta alcanzar la del piano, y el timbre ha adquirido ese tono agudo y repelente, tan apropiado para un huerfanito lastimero.

    Es posible que la letra sea así de ñoña por ir dirigida a niños, sí. Pero temo que las ideas acerca de la mendicidad de alguna gente de aquella época -y de esta- sean naturalmente ñoñas, sin necesidad de que haya niños de por medio.

    Y peor que ñoñas: hay un pasaje -'al niño que nace pobre y se le mueren los padres, si un mal viento se lo lleva ¡qué favor le hace más grande!- absolutamente estremecedor que, de hecho, constituye una invitación al exterminio de niños mendigos.

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  25. Jo, Vanbrugh, tu interpretación de esos cuatro versos es incompatible con el resto de la canción. Yo los entiendo, o quizás los quiero entender así, como un llamamiento a la caridad por ser la miseria (según el autor) peor que la muerte. Una comparación infeliz, es verdad, pero de ahí a atribuirle a tu abuelo un ideario tan monstruoso, no se me ocurrió.

    Aunque escondidas detrás del Pato Donald, tienes "dos" voces muy agradables y el oído fino.

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  26. Pues a mí también me ha parecido muy divertida la anécdota. Como musicalmente soy un ser más de banda sonora que de cualquier otro tipo de composición, opino que la interpretación se deja oír, aunque la letra es un poco lastimera. Otros tiempos, que me dice un conocido al que le he enseñado la letra.

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  27. Hola, Ozanu, me alegro mucho de verte por aquí. 'Se deja oir' me parece todo un piropo. Incluso 'un poco lastimera' me resulta una apreciación benevolente para la letra. Gracias, pues, y bienvenido.

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  28. Buenos dias. Somos una asociación cultural afincada en Pamplona, y estamos muy interesados en recuperar la figura de Francisco Carrascón, por eso quisieramos contactar con usted. Estamos barajando la posibilidad de programar la "Missa pro difunctis" pero nos estamos encontrando con grandes dificultades para encontrar las partituras.
    Quedo a la espera de sus noticias le dejo un mail de contacto.
    foronavmae@gmail.com
    Muchas gracias.

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  29. Emocionado. De lagrimón incluido.
    Puedo parecer poco cuerdo, contestando a un post de más de hace un año y con semejante afirmación, déjame explicar:
    A la cabeza me viene muchas veces la letra de esta y otras canciones de Los Mendigos, y al buscarlo en la red para ver partes de las canciones que bien no recuerdo, me ha llevado hasta aquí.
    Hace ya 22 que estrenábamos la zarzuelilla en el colegio de Logroño donde estudiaba y yo era uno de los niños mendigos. Muchas veces me pregunto cómo se pudo, y pudimos, hacer semejante representación. El mérito radicó en nuestro profesor de Literatura Alfredo, gran amante del género, y de Jorcano que nos hizo repetir las partituras junto al órgano de la iglesia una y otra vez, y por supuesto las ganas que poníamos los actores. Los niños éramos 2 alumnos de quinto de primaria, 10 y 11 años, y el resto de personajes –los ciegos, policía etc.- los representaban alumnos de tercero del extinguido BUP, alguno repetidor que ya contaba con los 18 años y una voz que bien podrían ser barítonos hoy en día. Desde luego la parte que has plasmado en la grabación está logradísima y aún no me explico cómo podíamos llegar a hacer las diferentes voces tanto mi compañera de reparto y yo. Los demás actores eran dignos de ver, siempre los recuerdos con unas voces potentísimas y una interpretación sublime. Quizás el texto no era acorde al público, más bien, la representamos varias veces en el colegio, y otro par en un centro de ancianos, los cuales lloraron a moco tendido.
    Los derroteros de la vida no me han llevado a seguir en las artes escénicas, que sí por las visuales, aunque algo queda en el día a día.
    Sirva para darte las gracias por tu post, tu tan lograda interpretación, por supuesto el homenaje a tu abuelo, de alguien que muy a menudo tararea sus composiciones.
    Por supuesto podría encontrar el libreto de la obra. Si es que no lo has encontrado coméntame y te lo hago llegar.
    Un saludo y gracias de nuevo
    Héctor

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  30. Hola, Héctor. El que está emocionado y agradecido soy yo. Jamás hubiera creído que la zarzuelilla de mi abuelo siguiera representándose en ninguna parte hace solo veintidós años: asombroso. No he encontrado el libreto, no, y te agradecería muchísimo que me lo hicieras llegar. Cualquier cosa que envíes a la dirección jubilomatinalarrobagmailpuntocom (sustituyendo las palabras en cursiva por los correspondientes signos) me llegará puntualmente. Gracias otra vez.

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  31. Cada vez me fascinan mas estos encuentros y hallazgos que regala internet al que tiene la paciencia y la habilidad de bucear debidamente en sus aguas. Al final te vas a hacer con el libreto que esa zarzuelita que ni siquiera sabías que existiera hace no tanto tiempo.

    Esto me recuerda que tengo pendientes las gestiones con el organista de La Concepción, a ver si él tiene la partitura de la Missa pro defunctis.

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