miércoles, 5 de abril de 2006

Me preocupa la aparente incapacidad que muestra mucha gente para comprender el lenguaje escrito. Quizás sea que yo me exprese muy mal, pero siempre he tenido la impresión de pecar por el extremo opuesto, de ser excesivamente pesado, machacón y reiterativo en mis argumentaciones. No me sorprende que no se me dé la razón, pero sí, la verdad, que no se me entienda.

Después del rollo que le dediqué el otro día a D. Amando de Miguel sobre lo mal que en mi opinión está formar nuevos verbos a partir de sustantivos que derivan, a su vez de otros verbos, leo en su columna del pasado 4 de Abril: “Javier Carrasco Garrido vuelve por sus fueros con su apasionado alegato a favor de rechazar verbos fútiles como visionar o posesionarse. El principio que don Javier aduce es que no deben derivarse verbos de sustantivos.”

Paso por que me llame Carrasco en vez de Carrascón. Me revienta, pero tras una vida entera de añadir “con ene y acento” cada vez que doy mi nombre, para comprobar que, aún así, sigo siendo Carrasco para el cincuenta por ciento de los mortales, ya me he acostumbrado. Además, puede ser una errata.

Pero ¿de verdad es ese principio que dice todo lo que ha sacado de mi sesudo escrito? Y, si de veras cree que yo sostengo semejante despropósito ¿cómo no me lo afea y me lo discute?

A lo mejor es que estoy equivocado en todo, sí se puede decir versionar y yo me llamo Carrasco. No sé si contestarle o irme directamente al registro civil a cambiarme el apellido.

1 comentario:

  1. Querido amigo: Gracias por sus palabras y por la magnífica octava. Leeré y comentaré con muchísimo gusto su blog, que, a juzgar por su verso, será estupendo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar