martes, 11 de diciembre de 2007

A propósito de la Navidad


We wish you a Merry Christmas - Columbus Boychoir

Todas las Navidades, año tras año, constato un estado de opinión bastante contradictorio entre mis amigos y conocidos creyentes. (Otro día hablaremos de esta palabra tan útil, "creyente") Por un lado, encontramos muy normal - como ven ustedes me incluyo: soy creyente y me considero un buen amigo mío - que media humanidad, calendarios oficiales incluídos, haya hecho suyas a todos los efectos unas celebraciones específicamente cristianas. Nos parece de perlas que Navidad y Reyes sean días no laborables y que los niños tengan vacaciones escolares, y no tenemos nada que objetar a que se engalane el dominio público municipal, las radios transmitan villancicos, los servicios de Correos se colapsen con las felicitaciones y el mundo, en general, se transforme durante mes y pico en un parque temático de la buena voluntad de escaparate y la ternura de peluche vestidas de invierno, del que solo los muy forofos y los menores de doce años no acaban un poco hartos. Y no solo no nos extraña que esto pase en nuestros paises de tradición cristiana - a pesar de que son estados aconfesionales con un gran porcentaje de población agnóstica o adepta de otras religiones - sino que ni siquiera nos sorprende enterarnos de que lo mismo ocurre en Japón o en Israel, donde los cristianos son y siempre han sido una pequeña minoría. La Navidad se ha convertido en una fiesta universal, al menos del mundo occidental, y los creyentes hemos aceptado esto como un fenómeno natural y obligado. No faltaría entre nosotros quien se molestara si dejara de ser así.

Pero al mismo tiempo queremos reservarnos el derecho de ponernos melindrosos en cuanto a la forma exacta en que el resto del mundo celebra "nuestras" fiestas. "Los abetos son un símbolo pagano", "Papá Noel no fué a adorar al Niño Jesús", "Las iluminaciones de las calles no tienen contenido religioso", "Un Concejal de IU dice que es la Fiesta del Solsticio de Invierno", "En un Colegio Público han puesto un Belén sin Niño, ni Virgen, ni San José, ni Portal"... Comentamos estas cosas francamente escandalizados y molestos, como si con ellas estuvieran quitándonos algo que se nos debiera, o faltándonos al respeto.

Salvando las distancias, es un comportamiento que me recuerda mucho al de los famosos de la telebasura cuando, tras forrarse con la venta de exclusivas sobre su vida privada, gimotean contra los periodistas del corazón y reclaman respeto para su intimidad.

El razonamiento es muy sencillo: si queremos que todo el mundo celebre la Navidad, tendremos que resignarnos a que deje de ser una fiesta religiosa, porque en su gran mayoría ese "todo el mundo" ya no tiene ni desea la menor relación con nuestra religión. Mientras que si lo que queremos es preservar su carácter de celebración religiosa, tendríamos no sólo que aceptar, sino que fomentar activamente que dejara de ser una vaga celebración universal de las buenas intenciones teóricas y del más desenfrenado consumo práctico, y se redujera al ámbito privado y personal, sin vacaciones, sin cenas de empresa y sin iluminaciones municipales.

Pretender las dos cosas a la vez no es ni realista, ni siquiera justo. No es defendible ni desde el punto de vista laico, ni desde el creyente. Y nos deja en un antipático papel de plañideras, o de reina madre desplazada, al que tengo la creciente impresión de que los cristianos estamos aficionándonos con preocupante entusiasmo, en esta cuestión y en otras mucho más importantes.

15 comentarios:

  1. Con creyentes como tú no tengo ningún problema en aparcar mis (las más de las veces) justificados prejuicios. Eres de una lógica demoledora que (habrás de admitir) no abunda mucho entre los católicos. Saludos y, desde luego, feliz navidad.

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  2. Verás Vanbrugh. Hay un pequeño inconveniente, y es que cristianos o no, estas puñeteras fiestas nos las imponen, desde los poderes públicos y/o administraciones diversas, desde el Corte Inglés y desde el calendaio laboral a todos, sin distinción.

    Personalmente yo las encuentro insoportables, primero porque son principalmente una ceremonia del consumismo (y la gula) que se compadece poco con la caridad predicada y la situación de los menos favorecidos, como dice la jerga cristiana. Segundo, porque celebra un nacimiento que, como bien dice IU, usurpó, como tantas otras, una fiesta pagana previa, la del solsticio de invierno. Y tercero porque am í me gusta celebrar banquetes y emborracharme con mis amigos cuando me de la gana y no a toque de clarín o repique de campana.

    Aparte de eso, y solo en lo iconográfico, siempre me ha producido estupor ese contrate entre la amable imagen del niño regordete caliente en su paja (con perdón) y ese hombre barbaramente torturado y ejecutado, ensangrentado y colgado como un pollo o...un cordero.

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  3. Pero bueno, este creo que es tu primer post. El tema no es para mí más que coyuntural y de escaso interés, pero como siempre estás medido, ajustado, cargado de cordura, el Vanbrugh esperable. Enhorabuena

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  4. Miroslav, lo lamentable es que, habiendo muchos creyentes que probablemente tengamos tanta lógica y buen sentido como nuestro anfitrión, somos tan perezosos y tenemos tanta vergüenza de que se nos identifique con los seguidores de Rouco o de Kiko, que nos callamos como peces en lugar de hacer alarde de sentido común, como este muchacho. Pero "habemos" mas de los que parece, que estamos de acuerdo con él.

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  5. Muy bien, Lansky, cena y emborráchate con tus amigos cuando quieras, pero por favor, ¡no en los locales que hay debajo de mi casa, que es una maldición no poder aparcar ni a tiros porque TODO Madrid ha decidido ir de cenas navideñas y de copas en el rectángulo comprendido entre Serrano, Velazquez, Diego de León y María de Molina, ¡maldición!
    Y, yo me pregunto, ¿Ahora que ya no sabemos por dónde sale el sol ni por dónde ni cuándo se pone, se hubieran conservado las fiestas de los solsticios si el cristianismo no las hubiera usurpado?
    Lo que si que me j... y en eso creo que estamos todos de acuerdo, es que el gordo barrigudo, encima, lleve los colores corporativos de la Coca-Cola

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  6. Miroslav: gracias por esa distinción que me otorgas, "creyentes como tú". Si con ella te refieres, como creo, a creyentes que piensan, hay más de los que parece, aunque quizás con cierta tendencia a estarnos calladitos, al menos sobre estos temas, y por eso se nos nota menos.

    En cuanto a los prejuicios, nunca me parecen justificados. Otra cosa es que sean inevitables; pero creo que lo mejor que podemos hacer con ellos en cualquier caso, ya que no eliminarlos, es aparcarlos.

    Te concedo sin problemas que la lógica no abunda mucho entre los católicos. Concedeme tú a mí que entre los no católicos viene a abundar más o menos lo mismo.

    Lansky: A ese "pequeño inconveniente" de que hablas es exactamente a lo que se refiere mi post. Aunque personalmente me sucede lo contrario que a tí, y estas puñeteras fiestas me encantan, eso no me impide apreciar racionalmente que, en efecto, son una orgía consumista inconciliable no ya con nuestra caridad cristiana, sino con la más laica de las decencias elementales, ni comprender que la imposición velis nolis de fiesta pública para todos es irracional e injustificable, ni solidarizarme con los que estáis de ella hasta las narices.

    Ese "estupor" de que hablas no es nuevo. San Pablo, que no tenía mala cabeza ni mala prosa, hablaba ya de él hace dos mil años: "Nosotros predicamos a un Cristo crucificado que es escándalo para los judíos y locura para los paganos". Y perdona que, contra mi costumbre, me ponga tan litúrgico. Lo da el tema.

    Te confesaré un secreto, pero que quede entre nostros: este no es mi primer post, en realidad; solo el primero que firmo así. Pero muchas gracias por tu aliento

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  7. cigarra, debajo de tu casa ni ceno ni me emborracho, para eso ya tengo la mía. De todas formas, la gente que vive en los sitios de "movida" no sabe elegir ni casa ni barrio: es como usar de cagadero el comedor.

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  8. Me gusta Pablo, el verdadero fundador de un cristianismo que Cristo no conoció. Exactamente: escándalo para los judíos, que seguían y siguen esperando al mesias; y locura para los paganos, más predicadores de la vida que de la muerte

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  9. Te concedo, sin ninguna reserva, que la falta de lógica abunda también entre los no creyentes (¿pueden abundar las carencias?) Con la falta de lógica me da la impresión que también funciona una de las Leyes que Cipolla estableció respecto a la estupidez: su frecuencia es un valor fijo (siempre mayor que el que puedas prensar) y, por tanto, independiente de la muestra de personas que sea tu universo de medida. Si así fuera (y tiendo a pensar que sí), habría igual porcentaje de "ilógicos" entre los creyentes que entre los no creyentes.

    Pese a lo anterior, he de reconocerte que sí creo (sin apenas pruebas, por supuesto) que existe una cierta correlación estadística (por escasa que sea) entre creencias (o descreencias) religiosas y pensamiento lógico. La correlación es a favor de los no creyentes, claro.

    Por último, coincido con que Pablo fue el verdadero fundador del cristianismo, "que Cristo no conoció". Supongo que quieres decir que Cristo no conoció a Pablo y yo añado que tampoco conoció el cristianismo que él fundó (y dudo que lo hubiera reconocido de haber tenido ocasión). Pero, en fin, admite cierta dosis hiperbólica en mis palabras. En todo caso, debemos conocer distintos Pablos (o distintas facetas del mismo hombre) porque a mí, la verdad, no me gusta demasiado.

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  10. Bueno, bueno..., que haya paz...que creo que dentro de poco es navidad!

    Besos Vanbrugh!

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  11. Eres más optimista que yo, Miroslav. Me confortaría poder pensar que hay algún grupo humano, creyentes, no creyentes o mediopensionistas, entre los que la falta de lógica abunde menos que en el resto; pero sinceramente no creo que ocurra ni entre los Premios Nobel de Física.

    Todo lo que he comprobado me inclina cada vez más a pensar, con Chesterton, que "lo malo de que la gente ya no crea en Dios no es que no crea en nada, sino que cree en cualquier estupidez." Y voy más allá que Chesterton: pienso que el número de los dispuestos a creer en cualquier estupidez es enorme, tanto entre los que no creen en Dios como entre los que sí.

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  12. En España casi todas las fiestas son religiosas; menos mal que vivimos en un país laico.

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  13. Sí, neurotransmisores, tienes razón, pero este país, en cualquier caso, es más pagano que critiano (si por cristiano entendemos, por ej., un jansenista francés), con todas esas vírgenes del rociío (idolillos íberos, como la dama de elche), cachorros, cristo de los faroles y san antonios

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  14. Excelente post. Poco más se puede añadir a lo ya dicho sin meterse en algun gran berenjenal sobre creencias religiosas. Solo dos salvedades: no es obligatorio comprar más de lo normal ni comer pantagruélicamente. Es cuestión de equilibrio y de eurines. El consumismo es una elección.

    La otra salvedad es que quien vive en la zona que menciona Cigarra, que por cierto me cae muy bien, es frecuente que lleve allí desde antes de que la gente se dedicara a montar el circo en la calle cuando sale por la noche. Ya solo nos faltaba que tuviéramos que mudarnos de casa para que sobreviva la movida. Manda uebos (sin h y con b como mandan los cánones gramaticales) que sea al revés y se monte la movida en algún páramo yermo o donde no molesten.

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  15. Lo que dices es muy cierto, María, y además, como siempre, la vida real va por ahí.Yo puedo pontificar sobre la necesidad de que la Navidad sea un festejo particular cristiano, sin luces ni regalos ni vacaciones, y el Concejal de IU puede decretar su conversión en la Fiesta Universal del Progreso Humanista. Con ello solo dibujamos los bordes, teóricos e inalcanzables, entre los que se mueve la realidad, que es inerte, confusa y contradictoria. Felizmente. Y que se vuelve, poco a poco, un poco más sensata gracias a conductas concretas, prácticas y bien encaminadas como la que propones.

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