jueves, 9 de mayo de 2013

Cosas que pienso -a veces- sobre (5)


Frédéric Chopin - Estudio nº 1 en Do mayor, Opus 10.- Idil Biret, piano

la música contemporánea.- Oyendo el otro día un programa de Radio Clásica sobre la vida de Chopin, constaté que en la década de 1830, solo en París, coincidían Chopin, Schumann, Berlioz, Mendelsohn... ya no me acuerdo, pero citaron como siete compositores de primera fila, todos autores de música estupenda que se sigue escuchando casi doscientos años después pero que ya tenía éxito entonces. Si se amplía a Europa entera, a lo largo del XIX debió de haber no menos de cincuenta o sesenta músicos de primera fila. Y lo mismo o más pasó en el XVIII, y en el XVII.

En el XX no creo que llegaran a veinte, el mejor de los cuales es probable que solo apenas alcance la categoría de los normalitos de cualquiera de los siglos anteriores. Y, salvo escasas excepciones –casi todas de la primera mitad del siglo y casi todas directamente herederas y continuadoras de lo anterior– son músicos a los que en su época no oía nadie y a los que sesenta o setenta años después se oye menos aún. E hicieron –y siguen haciendo– una música áspera e inhóspita, experimentos abstrusos y, para mi oído al menos, completamente inexplicables, que no interesan más que a otros músicos, y por motivos gremialistas, intelectuales y teóricos, en absoluto musicales. Una música que, en mi sincera opinión, no hay nadie, ni creo que vaya a haberlo nunca, que desee espontáneamente escuchar por simple placer.

No sé qué ha pasado con la música clásica, ni por qué, pero es evidente que ha pasado algo. Si se lo dices a cualquier profesional de la música te mira con suficiencia y te explica que no, que siempre ha sido así, que lo que pasa es que la gente está acostumbrada a lo de antes y que lo nuevo siempre tarda en hacerse hueco... Es inútil que les digas que la gente hacía colas en Viena y en París para ir a los estrenos de Mozart, y que ningún aficionado a la música, ni de su época ni posterior, tarda más de un par de audiciones en entender y en disfrutar lo que hacían Tchaikovsky o Brahms. De nada sirve recordarles que el jazz, el rock y la música popular, que se basan en los mismos presupuestos melódicos, armónicos y rítmicos que la música clásica de hasta 1900, siguen moviendo multitudes, mientras que la música clásica contemporánea, que considera esos presupuestos obsoletos, superados o inaplicables, no sé bien; pero que, en cualquier caso, ha prescindido de ellos, solo se escucha en ghettos minúsculos de 'entendidos' exquisitos, que no dan la impresión de disfrutar con ella tanto como con la imagen de intelectuales cultos y desapasionados con que creen que los adorna. Se niegan a admitir que pase nada y siguen afirmando que la música de Berg es una maravilla comparable a la de Beethoven... Es sorprendente el tamaño de las evidencias de las que alguna gente consigue no enterarse cuando está realmente dispuesta a no hacerlo.



violencia de género.- Sé que esta abstrusa expresión se usa habitualmente para referirse a otra cosa, pero a mí me resulta mucho más útil, y más exacta, para hablar de determinadas atrocidades, cada vez más extendidas, que se cometen con el género de algunas palabras.

Por ejemplo: 'presidente' e 'interesante' son participios activos y, en su calidad de tales, invariables en cuanto al género, lo cual no quiere decir que sean siempre masculinos, sino que tienen igual desinencia en masculino que en femenino. Algo similar ocurre con 'principal', con 'arribista' o con 'atroz'; son adjetivos cuya terminación es la misma para ambos géneros, por lo que se usan igual acompañando a sustantivos masculinos que femeninos o, sustantivizados, para referirse a hombres que a mujeres. Excepciones a estas reglas consagradas por el uso y hasta por la literatura, como 'asistenta', 'modisto', 'gobernanta' o 'regenta', son eso, excepciones, que no procede invocar para crear otras nuevas, porque el que una barbaridad cometida en el pasado haya logrado incorporarse al campo de lo admitido no debería servir para alentarnos a cometer nuevas barbaridades, sino para todo lo contrario: como sana advertencia de a dónde puede llevarnos una momentánea bajada de guardia y de lo que ocurre en cuanto nos descuidamos. Nadie, hasta ahora, pretende que las mujeres sean importantas, principalas ni soezas. Bien, pues exactamente por los mismos motivos no pueden tampoco ser presidentas, concejalas ni juezas.

'Arquitecto', 'secretario' o 'médico', en cambio, sí admiten sin el menor problema una desinencia distinta para el género femenino. No hay ningún inconveniente en decir arquitecta, médica o secretaria, y cabría esperar, por tanto, que ya que con tanto entusiasmo nos hemos puesto a hablar de juezas y concejalas, estos otros femeninos, formados sin violencia alguna, se emplearan pacífica y universalmente. Bueno, pues tampoco. Conozco mujeres que firman sus escritos profesionales como 'la arquitecto' o 'la secretario del Ayuntamiento', lo que me parece un caso aún más sangrante de esta dolorosa brutalización del idioma a que me refiero. Parecen entender que la desinencia femenina en el nombre de su profesión le rebaja categoría (lo que es, digamos de paso, un curioso punto de vista para alguien que se dice feminista). Entienden que ser arquitecta es menos que ser arquitecto. No digamos ya ser secretaria, que es, evidentemente, muchísimo menos que ser secretario.

Lo sorprendente es que he sido tratado exactamente con la misma ira justicieramente feminista cuando he afeado que se diga 'la concejala' que cuando me he sorprendido de que se diga 'la arquitecto'. Son barbaridades de signo opuesto, pero defendidas desde trincheras vecinas, si no las mismas, y con argumentos parecidos, similarmente carentes del menor fundamento. Solo puedo concluir que lo que verdaderamente les gusta es forzar el idioma; y que los adornos teóricos feministas no son, en realidad, más que un pretexto para practicar esta auténtica y brutal violencia de género. Que les debe de poner, por algún oscuro motivo que mejor no investiguemos.


 
An die Nachgeborenen.- «Qué tiempos estos en que hablar sobre árboles es casi un crimen, porque supone callar sobre tantas fechorías», dice el poema de Brecht «A los que todavía no han nacido»«Nosotros, que queríamos preparar el camino para la amabilidad, no pudimos ser amables», explica; y pide para ellos nuestra indulgencia, la de quienes viviremos «en los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre», una vez que hayamos nacido y sus tiempos sombríos hayan quedado atrás.

Bien, yo ya he nacido y tales tiempos no han llegado, ni sé si nunca llegarán. Brecht, y tantos que como él comieron y comen «el pan entre batalla y batalla, hacen el amor sin prestarle atención, duermen entre los asesinos y contemplan la naturaleza con impaciencia», quizás no son especialmente culpables de que no hayan llegado, pero tampoco creo, honradamente, que con todo ello hayan hecho gran cosa por su advenimiento. Les reconozco la buena fe, y hasta pueden contar quizás con mi indulgencia, pero no dejan por ello de estar, en mi opinión, profundamente equivocados. Su equivocación, que además de estropearles la vida tan notablemente les llevó y les lleva a cometer o consentir, también ellos, tantas fechorías, y a hacer el camino tan impracticable para la amabilidad que añoran, no es tanto confundir el orden de importancias relativas, diciendo, por ejemplo, que hablar de árboles es menos importante que hablar de fechorías, como creer que hay un orden de importancias relativas que acatar, que para hablar de unas cosas hay que dejar de hablar de otras, que cuando en el mundo se cometen fechorías los árboles dejan de ser importantes.

No es verdad, claro. En el mundo se cometen fechorías todo el rato, los árboles son importantes todo el rato. Yo intuyo cada vez con más claridad que probablemente los tiempos no dejarán nunca de ser sombríos pero que, por eso mismo, no hay otro modo de preparar el camino para la amabilidad que ser uno mismo amable, ni otra actitud útil frente a las fechorías que la que sabe que seguir hablando de árboles es también un modo de combatirlas.

51 comentarios:

  1. Esto que dices de la música contemporánea ¿es un juicio o un prejuicio? Yo creo que es un juicio, un juicios acertado ya que lo comparto. A mi oído le suena está música tan hostil y poco acogedora como —y sabes que soy un fan-ático del jazz— con el free jazz. No puedo con él- El verdadero misterio, no obstante, es saber que hay de pose, como tu maliciosamente señalas, y que de algo más substancioso que los demás ignoramos y que conocen los admiradores…¿sinceros? de esta música. La duda me resulta aún mayor porque sé de gentes a los que valoro como intelectuales que la valoran en mucho, por ejemplo, el historiador Gabriel Jackson ¿??? No aguanto ni un poquito a Pierre Boulez, Cristóbal Halffter, …y a veces tomadura de pelo, como esa piza de más de 4 minutos de John Cage que es…silencio (el famoso pianista David Tudor, ‘toco’ no tocando el piano durante eso más de 4 minutos y el público ni rechistó, no fuera a ser que le llamaran palurdos. Un misterio absoluto (me refiero a si es o no una tomadura de pelo)

    La mayor violencia de género, aparte de lo que designa la expresión lamentablemente consolidada, claro, de maltrato a las mujeres, es la de llamar género al sexo y no al de las palabras.

    Sobre lo de Brecht prefiero no opinar demasiado por ahora, porque intuyo que me llevaría mucho tiempo, todo un post o varios, pero sobre el poema en concreto creo que la clave está en el verso: "hablar sobre árboles/callar sobre alevosías". No veo —y mira que odio expresarse o expresarme con refranes— que lo cortés tenga que quitar lo valiente, pero yo procuro, y así se lo diría al gran Bertoldo, que a mí me gustan los árboles y odio las alevosías,¿ y…? En realidad lo que detesto son los fanáticos, tanto de los árboles como de las luchas sociales; fanáticos no, amantes sí.

    P.S.- Se te ha pegado una publicidad que seguro que tu no has puesto, mira de quitar a esos aprovechados

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  2. Tu reflexión sobre la música clásica y contemporánea me parece de una honestidad brutal. Aceptemos que se ha extinguido, no la hermosa música, sino el buen gusto de escucharla, y una vez que no hay público tampoco hay compositor.
    O quizá es que los compositores apasionados, con talento, enamorados de la música y de la vida se han extinguido, como dicen que se ha extinguido el rinoceronte negro.

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  3. Lansky: Lo de que sea pose la afición a la música contemporánea es, en efecto, una suposición mía y es, en efecto, maliciosa. También yo conozco personas inteligentes, cultas e, incluso, excelentes músicos que, si no entusiasmo por ella, presentan una clara reticencia a admitir que se trata, en general, de truños insoportables o de claras tomaduras de pelo. Y es evidente que hay músicos que la componen, intérpretes que la tocan, discográficas que la graban e incluso oyentes, pocos pero algunos, que perseveran en escucharla. Todo ello es para mí un misterio profundísimo. Uno de los motivos de escribir este post es la remota esperanza de que alguno de ellos pueda y quiera arrojar alguna nueva luz sobre él y ayudarme a salir de mi escandalizada ignorancia. Hasta ahora no lo han hecho, deben de considerarme un caso perdido. O quizás no tienen ninguna nueva luz que arrojar.

    La publicidad que salta en cada ordenador es siempre problema de ese ordenador y del navegador que usa, no del lugar visitado. Mi blog declina cualquier responsabilidad. A mi me salta publicidad al entrar en prácticamente todos los blogs de blogspot, incluido el tuyo.

    Emma: algo brutal sí que soy, lo admito, pero es que se trata de un asunto que atenta directamente contra mis convicciones más arraigadas. Y uno de los motivos por los que me irrita es que pienso que no se ha extinguido el buen gusto de escuchar buena música, y que sigue habiendo público, mucho, ansioso de ella. Lo prueba, como digo, el que la gente siga oyendo masivamente buen rock, buen jazz, buena 'música popular', buen folclore; y que siga oyéndo, también, música renacentista, barroca, neoclásica y romántica. Lo único que persistimos en no oir masivamente, más de cien años después de su aparición, es música clásica contemporánea, que es, sin embargo, la que los compositores persisten en hacer desde hace más de cien años. Soy incapaz de imaginar por qué.

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  4. Ante las tres opiniones vertidas en este post sólo cabe el comentario de darle la máxima difusión; entre mis compinches músicos, entre mis amistades feministas, y entre toda la gente en general.
    En particular respecto al primer tema, precisamente ayer en Radio Clásica el locutor respondía pacientemente al comentario de un oyente que se quejaba de que ponían demasiada guitarra y que para cuándo iban a volver a la "música clásica seria" ¿¿?? ¿Berg es mas "musica clásica seria" que Andrés Segovia con el Concierto de Aranjuez? Hay una cantidad de tontería en es mundillo, que has definido certeramente con ese regodeo en la imagen de intelectual culto. ¡Hay que leer algunos artículos de revistas especializadas como "Scherzo" o "Goldberg"!
    Luego sigo con los otros temas, que me tengo que ir

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  5. ¡Oh!. ¡Ah!. Los genes deben ser. Al leer las primeras líneas, he pensado directamente en Berg (al que no soporto). Cuando he visto que lo mencionabas algo después, casi me pongo a dar saltitos.
    Aunque te informo de que sí que se escucha: la Filarmónica de Núremberg tiene una extraña querencia por esta música, y en cada estupendo concierto de Beethoven, Bruckner y compañía, te cuelan una pieza de Berg. Y, hala, ahí te la tienes que comer.
    Pero añado que la primera vez que lo oí fue en el Auditorio Nacional en Madrid. Por mí sería mucho mejor que lo dejasen para esos ghettos de entendidos. Y lo mismo con Schoenberg, su maestro.

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  6. Es muy fácil echarle la culpa a mi ordenador, a mi navegador, etc.: no tienen, al contrario que los tuyos, quién les defienda con eficacia, pero lo de la publicidad sólo me pasa cuando vengo a aquí.

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  7. Cigarra: no conozco absolutamente nadie que escuche voluntaria y libremente música contemporánea que no sea músico profesional, o de quien no me conste que lo hace mediante un esfuerzo deliberado y disciplinado, encaminado a ver si consigue por fin 'entenderla', o, peor aún, a identificarse como uno de los selectos entendidos capaz de apreciarla; es decir, con fines profesionales, didácticos o de imagen, jamás por placer. (¿Tú conoces a alguien que necesite 'entender' a Bach, a Mozart o a Schubert; o a los Beatles, o a Pink Floyd, ni que hable siquiera de tal cosa respecto de ellos?) Sin otro fundamento que mi 'malicia' creo firmemente que nadie desea de veras escuchar música contemporánea, ni mucho menos disfruta al hacerlo, y que todo el que la escucha lo hace por motivos extramusicales. Lo más triste que puede decirse de una música. Imagino que es esa la 'tontería' a que te refieres y es, en efecto, bastante patética.

    Parracule: trabajé durante algún tiempo para una productora y distribuidora cinematográfica americana, y pude ver cómo vendía sus productos a las televisiones españolas. Hacía lotes, y por cada título de éxito asegurado y audiencia masiva colocaba, obligatoriamente, diez o doce series b que de otro modo nadie habría comprado jamás. Los programadores culturales hacen exactamente lo mismo con sus conciertos: el que quiera oir a Mendelsohn o a Haendel tiene que tragar con Schoemberg o con Berg de añadido ineludible. Lo de la distribuidora de cine lo entiendo, lo hacía por dinero. Pero lo de los gurús culturales se me escapa, ¿qué interés tiene es que la gente oiga obligadamente ruidines o estruendos, que ni siquiera son fáciles de tocar (las series b, al menos, son baratas)? Debe de ser puro sadismo.

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  8. Es curioso el fenómeno del uso inadecuado del género en palabras que teniendo masculino y femenino son utilizadas en masculino aunque se refieran a mujeres (abogado, arquitecto, médico).
    En cualquier caso lo realmente notable es que nadie tiene el menor inconveniente en utilizar el femenino cuando se trata de una palabra relacionada con una actividad de menor relevancia social (portera, jardinera, pescadera..) pero en cambio reclaman imperiosamente el uso del masculino si la profesión es importante (abogado, médico, arquitecto, juez). Es sorprendente porque las personas de ideas feministas deberían de ser las más interesadas en el uso del femenino para esas profesiones más relevantes y son, con el falso espejismo de la igualdad, las que más lo denigran.

    En cuanto a la música clásica, coincido plenamente con tus observaciones. Lo he pensado con frecuencia aunque nunca habría sabido exponerlo tan bien como tú lo haces. Sin embargo es un asunto, para mí, de importancia menor. Evidentemente habría sido formidable que a lo largo del siglo XX se hubiese seguido creando música con la calidad de la que se había escrito antes. Y no hay razón para pensar que no hubo mentes capaces de haberla creado. Lo que ocurre es que tales mentes, vaya usted a saber por qué, decidieron componer otras músicas en las que, seguramente, ellos encontraron tanta satisfacción como los compositores anteriores habían encontrado al crear las suyas. Pero no eran músicas capaces de transmitir esa satisfacción al oyente como lo habían sido las anteriores.
    Nos hemos perdido, es verdad, esa posible música que no llegaron a escribir, pero como no estamos obligados a oir la que sí escribieron y tenemos a nuestra disposición toda la maravillosa musica anterior, pues tampoco estamos tan mal. Agradezcámosle al siglo XX, que en compensación a la falta de creadores, desarrolló una tecnología que nos permite oir cualquiera de esas músicas que sí nos gustan en todo momento y lugar, por cualquier intérprete y con una calidad inigualable. ¿Qué habrían dado Bach o Mozart por haber tenido Spotify en sus casas?
    Ricardo

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  9. Lansky, líbreme Dios de echarle a tu ordenador la culpa de nada. No sé quién la tendrá, solo que yo no he hecho nada en mi blog para que salte publicidad a quien entra, ni tengo tampoco modo de evitarlo. E insisto en que también a mí me salta publicidad al entrar en el tuyo.

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  10. A ver si algún investigador encuentra de una vez la partida de nacimiento del nieto de D.Vicente Nario, aquél que se llamaba Inocente aunque todos le llamaban cariñosamente "Cente", y podrás cambiar el encabezamiento de tu blog, pasando a celebrar los cien años de su nacimiento.
    Ricardo

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  11. Muy cierto todo lo que dices, Ricardo, -excepto, claro, eso de que tú no habrías sabido decirlo igual de bien-. Es curioso observar que se fuerza un femenino espurio en casos, como el de la asistenta, en que se quiere diferenciar la profesión 'hacia abajo' para distinguirla de un posible asistente masculino que, por serlo, seguro que hace cosas más importantes que fregar suelos. Y se fuerza, en cambio, el masculino espurio, como en modisto, para diferenciar 'hacia arriba' a quien inventa modas de la pobre modista que se limita a coserlas.

    No se me había ocurrido pensar, pero es muy cierto, que el siglo XX, en el que la cantidad y la calidad de la música compuesta bajaron espectacularmente, fue el siglo en que se extendió más espectacularmente aún la capacidad de reproducir la ya compuesta. Tiene que haber alguna relación, pero de momento no se me ocurre cuál.

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  12. Lo que dices de la música me ha recordado cierta entrada bastante discutible, que defendía la idea de que el rock, el jazz y otros géneros populares son síntomas de la caída de la civilización. Se puede leer aquí: http://www.revolucionnaturalista.com/2013/01/musica-pop-y-descivilizacion.html
    Personalmente, me extrañaba porque me constaba que la música popular no era más "sencilla" de base (aunque no sabía formularlo en los términos que has empelado), y porque siemrpe ha habido música popular culturalmente "validada".

    Sobre el género gramatical, absolutamente de acuerdo respecto a las palabras de género común (esto es, masculino y femenino son equivalentes). Sobre las palabras que acaban en o, ocurre que es una tradición (por tanto, absurda). Por ejemplo, "médica" designaba a la mujer del médico, y no a una mujer que ejerciera la medicina por sí misma (que apenas había, por otro lado). De ahí pasó a las diversas especialidades médicas y puede que influyera sobre palabras que, como arquitecto, nunca han tenido ese significado en femenino.
    En el caso de los médicos tiene sentido, porque es fácil imaginar a una mujer de médico rural ayudando cuando no había recursos para hospitales. También, que las artes medicinales se pudieran enseñar a la familia, como se lee en un relato del Decamerón, posterior obra de Shakespeare, en que la hija de un médico brillante pero muerto le cura una enfermedad gravísima a un rey. Y esto último me hace pensar que esta reticencia a decir "la arquitecta" tiene que ver con que "rey consorte" sea muuuuucho más habitual que "reina consorte".

    En lo último, coincido con Lansky.

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  13. Ante un auditorio donde hay personas de ambos sexos se dice, por ejemplo: “señores y señoras”, porque “señores” solamente podría contener igualmente a las señoras, pero quedaría feo. De la misma forma queda feo decir “las matronas”, cuando ya hay muchos señores que se dedican a esa profesión, por tanto habría que decir: “matrones y matronas” (según la Wikipedia, el género masculino del término —matrón— se incluirá en la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española). Juez, presidente y concejal, en singular, se corrige fácilmente con el artículo “la”, en plural sin embargo debería decirse por el motivo antes mencionado: los jueces y las juezas, los presidentes y las presidentas, y los concejales y las concejalas. Por ese motivo y para abreviar, y ya sé que a ti no te gusta (y a mí tampoco), se inventó lo de señor@s, comadron@s, juez@s, president@s y concejal@s, que suenan más o menos como la música clásica contemporánea.

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  14. Poco tengo que comentar a esta entrada que comparto totalmente. Tal vez, sin estar disconforme con lo que has escrito, matizaría a mi modo tu opinión sobre quienes dicen, como Bretch, que no pueden hablar sobre árboles. La clave, como apunta Lansky, radica en que ese hablar suponga silencios cómplices o, yendo un pasito más, que se hable sobre árboles para acallar los que hablan sobre alevosías. ¿Profundamente equivocados? Yo diría que equivocados a secas, aunque también me muestro indulgente. En fin, que no callemos sobre las alevosías pero podamos también hablar sobre árboles.

    Una última nota. De acuerdo, of course en la tesis de tu segunda "cosa que piensas". Tan sólo me he quedado algo dubitativo con tu negación del femenino para concejal. Por supuesto, ya sé que el que lo admita la RAE no es para ti ningñun argumento, pero tampoco se me alcanza de dónde sacas que se trata de un sustantivo invariable en el género; ¿porque acaba como el adjetivo "principal"? En todo caso, a mí no me suena mal ni la concejal ni la concejala.

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  15. Lo de la música, en total concordancia. Si el abstracto ha llegado a la pintura, igual tenía que llegar a la música. Y, en efecto, los verdaderos continuadores de Mozart son Paul McCartney y Jeff Lynne y no los compositores clásicos de las vanguardias del siglo XX. Aunque siempre va a haber mentalidades a las que atraiga más el techno industrial o la música dodecafónica que una sonata de Bach ¡Hay gente pa' to!

    Lo segundo. Me la suda, directamente. Me parece pecata minuta al lado de la ejquina, el muhlo (de la pierna), el cebpez y Eppaña. Un virus que nació en Madriz, se extendió por la meseta y amenaza con invadir toda la península. Habrá que irse a vivir a Canarias. No hay excusa.

    Lo tercero. Parecido a lo primero. Hay que gente que quiere mejorar el mundo desde una perspectiva "micro" (los que por lo general confían fundamentalmente en ellos mismos) y otros desde una perspectiva "macro" (los que creen que la gente es cojonuda y que los malos -los que no son la gente- son malísimos y lo joden todo). Cuando resulta que todo, todo el mundo... ¡menos tú mismo! son, somos, la gente. Un fin de semana espléndido para todos.

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  16. Ozanu: yo creo, por propia experiencia y por cuanto he visto, que las estructuras rítmicas, melódicas y armónicas en que se basa toda la música occidental desde hace al menos mil quinientos años, y probablemente mucho más, corresponden a estructuras mentales de la especie humana que, si no son innatas, está tan profundamente arraigadas en nuestro modo de escuchar que no precisan de aprendizaje para ser inmediatamente reconocidas y ‘apreciadas’. La distinción entre música popular y música culta, por tanto, sí creo que es cultural y aprendida, pero en cambio la distinción entre un sonido cualquiera y otro musical, adjetivo que reservo para los sonidos que sí se atienen a estas estructuras, no. Prescindir de ellas, pues, como hace gran parte de la música contemporánea, me parece un experimento estéril y condenado al fracaso. No me extraña, pues, que lleve cien años fracasando estrepitosamente, y nunca mejor dicho: y que sigamos todos obstinándonos en componer, interpretar y escuchar músicas, da igual si ‘cultas’ o no, que sí tienen ritmo, melodía y tono, aunque los compositores, programadores culturales y profesionales de la música en general se obstinen con igual perseverancia, para mí incomprensible, en obligarnos a escuchar sus sonidos aleatorios y atonales. Lo que me extraña es esta obstinación suya en no reconocer este fracaso, y en seguir pretendiendo que la música evolucione por caminos que, evidentemente, la gente en general no desea seguir.

    Ozanu y Atman: En cuanto al género de las palabras, creo que es un asunto estrictamente gramatical y que, para entenderlo bien, hay que separarlo por completo de cualquier consideración extragramatical, sea sociológica, ética o política. Cuando ninguna mujer era médica –salvo las brujas gallegas; ‘meiga’ no es más que ‘médica’ en gallego- era normal que se reservara la palabra ‘médica’ para la mujer del médico, igual que , al no haber mujeres que presidieran tribunales, la ‘regenta’ no podía ser más que la mujer del regente. Se refieran a quien se refieran, el femenino ‘médica’ estaba gramaticalmente bien formado, y el femenino ‘regenta’, no. Esa es la única cuestión de que creo que hay que ocuparse, cómo se forman, desde el punto de vista gramatical, los femeninos que luego se aplicarán, con los criterios extragramaticales que correspondan, a quienes deban serles aplicados según cuál sea la realidad sociológica.

    En español, el masculino plural engloba a ambos géneros –a ambos sexos, si estamos hablando de seres sexuados, como las personas o los animales—. No es, por tanto, necesario, y sí más bien cursi y estúpido, salvo en casos consagrados por la costumbre, como el ‘señoras y señores’ al dirigirse a un auditorio, insistir en enunciar siempre los dos géneros, y más aún si se hace mediante el horrendo simbolillo @. Pero no es esa la cuestión, sino que, incluso si se quiere cometer la cursilada estúpida y ‘políticamente correcta’ de mencionar explícitamente los dos géneros, hay que hacerlo gramaticalmente bien, es decir, formando los femeninos con arreglo a las normas con las que en castellano se forman los femeninos, y diciendo: “los médicos y las médicas, los arquitectos y las arquitectas, los presidentes y las presidentes, los concejales y las concejales, los jueces y las jueces”. En resumen, allá quien quiera ser estúpida y políticamente correcto, no es mi problema: pero sí lo es que sea, al menos, gramaticalmente correcto.

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  17. Miroslav: en castellano es relativamente frecuente la terminación ‘al’ para formar un adjetivo a partir de un sustantivo. Así, la iglesia en la que reside la cátedra o sede del obispo es una iglesia ‘catedral’, adjetivo sustantivizado por el uso pero que no deja por ello de ser, en origen, un adjetivo. Lo referente a la forma es ‘formal’, lo relativo al concejo es ‘concejal’. Y esta terminación es invariable, es decir, igual para el masculino que para el femenino. ‘Formal’ puede serlo una cuestión lo mismo que un asunto, ‘oficial’ una gestión lo mismo que un papeleo. Y ‘concejal’, por tanto, un miembro masculino del concejo lo mismo que uno femenino. No es un capricho mío, es una regla del castellano, y forzarla, como en cualquier otro caso, solo sirve para deteriorar y empobrecer el castellano. A mi humilde entender.

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  18. Y sin embargo, Vanbrugh, al hilo de tu penúltimo comentario contestación a Ozanu/Atman, yo veo más grave incurrir en lo políticamente 'correcto', que en lo gramaticalmente incorrecto. Primero, porque es más difícil de corregir, me parece, y porque afecta a las intenciones y al disimulo, mientras que la corrección gramatical se obtiene ateniéndose (y conociéndolas claro) a las reglas.

    Ejemplo: Decir jueces y juezas me parece tan grave como decir los jueces y las jueces

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  19. Julián: La pintura contemporánea ha dejado, mayoritariamente, de ser figurativa, de tratar de reproducir el mundo. Pero, a mi entender, esa de 'representar algo' no es una característica intrínsecamente pictórica, y al prescindir de ella la pintura no ha perdido nada sustancial, no se ha empobrecido. Yo puedo disfrutar la contemplación de un cuadro abstracto por sus características específicamente visuales, de color, ritmo, dibujo y composición, aunque no me 'cuente' nada. En cambio la música contemporánea sí ha prescindido de características específicamente musicales: ritmo, melodía y armonía y, al hacerlo, sí se ha deteriorado y desvirtuado, en mi opinión, siguiendo un camino que nada tiene que ver con el seguido por la pintura.

    A mí, al contrario que a tí, me parecen mucho más graves los vicios idiomáticos que afectan a la 'teoría', como este que denuncio, que los que afectan solo a la 'práctica', como los de pronunciación que señalas tú. Una mala pronunciación puede resultar desagradable -personalmente no aguanto la costumbre andaluza de suprimir las eses finales; y el acento canario, que propones como refugio, me cansa a los cinco minutos de escuchado- pero no deteriora la cohesión ni la lógica interna del idioma, que son lo verdaderamente importante, a mi juicio.

    Lansky, a mí también me parece grave la estúpida corrección política de mencionar ambos géneros, y desde ese punto de vista decir "los jueces y las jueces" no me parece mejor que decir "los jueces y las juezas". Desde ese punto de vista que, como bien dices, probablemente sea más importante que el gramatical. Los efectos de lo políticamente correcto son, posiblemente, más dañinos y más significativos de un mal más profundo que los de lo gramaticalmente incorrecto. Pero en este post me ocupaba solo de la gramática. Vayamos por partes, como Jack el Destripador (que demostró que este sano principio es la mejor manera de que no acaben pillándote).

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  20. Pero Vanbrugh, nombraba el contexto sociolingüístico porque es la razón que muchas arquitectas exponen para llamarse a sí mismas arquitectos. Quería decir que la respuesta de este enigma no sólo la ibas a encontrar en la gramática.

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  21. Ozanu, me da igual cuáles sean los motivos por los que la gente decide cometer las tropelías que comete con el idioma; me interesa solo dejar claro que, sean cuales sean las razones en que se amparan, las tropelías siguen siendo tropelías.

    De igual modo que, para reafirmar la vigencia de que está feo asesinar a la abuelita, me es indiferente que vengan a contarme que es que es rica y, si no, no hay manera de heredarla.

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  22. Es un paralelismo, el asesinato de la abuelita vs. los motivos para hacerlo, y el ‘asesinato’ de la gramática vs. y lo que explica porque se cometen, muy interesante pero no tan esclarecedor como podría parecer. En el primer caso lo sustancial es que se mata y asesina, las razones si no son lo de menos son desde luego segundarias; en cambio, en las incorrecciones del idioma a menudo se ocultan razones mucho más importantes que la mera incorrección gramatical, por ejemplo, intentar engañar o disfrazar la realidad. En un caso, la muerte de la abuelita, sean cuales sean las razones, es lo que importa, en el otro, muy frecuentemente, son las razones de la tropelías lo que primero habría que corregir o al menos indagar (¿por qué se dice Lleida en un texto escrito en castellano y en similar caso no escribe London?). Vale, tu sigue con tus partes, primero esto y luego lo otro, pero algo nos podemos salir del guión los que consideramos más fascinante el engaño en el uso del idioma que el uso correcto del mismo.

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  23. Por supuesto, por supuesto, salíos del guión todo lo que queráis, para eso están los blogs, o al menos este.

    También a mí me resultan interesantes los motivos por los que se asesina a las abuelitas y al idioma, claro que sí. Pero tiendo a ser un poco obsesivo y fundamentalista en algunos asuntos, y las abuelitas y el idioma son dos de mis debilidades.

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  24. De todos modos, aunque estoy seguro de que, como dices, casi siempre hay una intención en el maltrato del idioma, no dejo de sospechar oscuramente que existe también una especie de rencor inconsciente contra la cultura en general, y contra el modo correcto de hablar -una de sus manifestaciones- en particular, que lleva a que se disfrute destrozando el idioma, sin más fin que el de hacerlo. Una especie de sadismo lingüístico. Solo así logro explicarme que sean, muchas veces, las mismas personas las que insisten en decir "la arquitecto" y la "concejala": son dos incorrecciones de mecanismo, intención y efectos radicalmente opuestos, solo tienen en común el maltratar el idioma forzando sus reglas. ¿No es sospechoso?

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  25. Creo que habéis dado en le clavo con el ejemplo de la abuelita. ¿Qué tal si con el asesinato del idioma damos paso a las grandes riquezas que supondría heredar un nuevo idioma donde la mujer ya no fuera considerada una simple ama de casa?

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  26. También tu comentario ha dado en el clavo, Atman, aunque, como suele pasarme con los tuyos, justo desde el otro lado, o sea, para sacarlo. No te lo tomes a mal, en mi intención esto no es un reproche, sino una mera constatación de hasta qué punto tus criterios y los míos, tus puntos de vista y los míos, se oponen de un modo casi frontal; y ten en cuenta que suelo entenderme bastante mejor con la gente con la que me pasa esto que con muchos que coinciden parcial o aparentemente más con mi modo de pensar.

    En primer lugar, no espero nunca nada bueno de un asesinato, ni de abuelas, ni de idiomas.

    En segundo lugar, aunque lo esperara, seguiría sin justificar el asesinato como medio para obtenerlo; no quiero alcanzar buenos fines mediante medios que me parecen malos, prefiero intentarlo por otros caminos o, si no es posible, renunciar al buen fin. El fin, para mí, jamás justifica los medios, aunque su maldad sea tan aparentemente poco grave como el destrozo del idioma -que por otra parte, para mí es un mal gravísimo-.

    En tercer lugar, no quiero un nuevo idioma, estoy satisfechísimo con el viejo, y muy empeñado en la tarea de tratar de impedir que nos lo estropeen.

    Y en cuarto, pero más importante lugar, la idea de que sea el idioma el lugar en que la mujer sea considerada como... cualquier cosa que quieras decir, me parece una estupidez fundamental. (Una vez más, no te lo tomes a mal, estoy calificando la idea, no juzgando a quien la mantiene). El idioma, en mi opinión, cualquier idioma, es una herramienta neutra por definición: y la extendida idea de que sea un vehículo o una herramienta mediante la que se propagan y afianzan unas u otras posturas sobre asuntos extralingüísticos, me parece una beatería pseudoprogresista fundamentalmente necia e irritante, justo la clase de gilipollez que da pie a que haya quien crea necesario decir "los ciudadanos y las ciudadanas" en vez de los ciudadanos, o "la concejala" y "la jueza" y "la arquitecto" en vez de la concejal, la juez y la arquitecta.

    De modo que, en serio, muchas gracias por darme ocasión para dejar tan claro exactamente qué es lo que me irrita en esta cuestión.

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  27. Nada, vanbrugh, me lo tomo como lo has dicho, como la constatación de nuestras opiniones divergentes. Yo creo fíjate, que ni siquiera va a haber que matar a la abuelita, porque la abuelita ya se muere sola, y la herencia va a ser suculenta, ¡me froto las manos! Nuestro idioma es un invento para expresar lo que sentimos y está vivo, y de él se puede extraer todo un análisis psicológico y sociológico de lo que somos. Vivimos tiempos extraños como los de la modernidad en el arte y el nuevo papel de la mujer al que todavía ni ellas ni nosotros hemos sabido encajar. Pero estoy seguro que todo volverá a encajar por el propio peso de la realidad, hasta que se desencaje de nuevo, claro. Y no me puedo creer que opines que no se debe ni se pueden cambiar las reglas gramaticales, eso además de imposible es de un conservadurismo que no te pega.

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  28. Todos los tiempos son extraños, Atman, todo está siempre cambiando. La impresión de que es justo ahora y solo ahora cuando todo cambia y cuando la abuelita se muere es una simple ilusión óptica que la humanidad viene padeciendo desde sus orígenes. Si padecerla te hace sentirte esperanzado y frotarte las manos ante la esperada herencia, no seré yo quien te lo impida. Sé feliz.

    Pero precisamente porque el idioma es algo vivo y cambiante es por lo que no podemos forzar ni alterar a capricho sus reglas, y menos aún por motivos extraligúísticos. Del mismo modo que precisamente porque el niño es un ser vivo que queremos que crezca es por lo que no podemos ignorar las reglas con arreglo a las que debe hacerlo, ni estirarle brazos y piernas porque hayamos decidido que el cambio es bueno y que al niño le vendrán bien unos brazos y unas piernas más largos.

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  29. En cualquier caso es una suerte tenerte como referente de lo que todavía hoy es correcto y que nos adviertas que expresarnos de otra manera supone una perversión lingüística.

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  30. Los dos últimos párrafos, en especial el último. Eso es lo que retengo. Y comparto íntegramente. Para preparar el camino a la amabilidad: ser uno mismo amable. También así está expresado, amablemente. Y en el mismo tono, además de expresar mi acuerdo, quisiera dejar anotado : que soy demasiado pesimista (y recuerdo más o menos bien, pues tuve una excelente profesora, la historia contemporánea que estudiábamos en el bachillerato) para creer en revolución alguna. Pero no tengo muchas energías para rebatírslo seriamente, argumentalmente a nadie (habría que remontarse tan atrás, recordar tantas cosas...). Sobre la crisis y la catástrofe inminente, de la que habla Lansky en su post paralelo, pienso algo parecido (a lo que has dicho sobre Brecht). ¿Qué hacer entonces, personalmente, concretamente, y ya, para intentar aportar algo bueno,o algo no del todo malo a la situaci´n en la que estamos?. ¿Apuntarse a la revolución, siquiera intelectualmente?. Hace unos días lo hablaba con una amiga, después de repasar juntas la lista de amigos en paro, conocidos que se han quedado sin la prestación, etc. Llegamos a la conclusión de que no, de que la revolución no es ya lo nuestro (imposible creérselo, ni haciendo un enorme esfuerzo...qué se le va a hacer), y de que lo mejor que podíamos hacer nosotras, mientras pudiéramos, era simplemente esto:
    trabajar,
    pagar impuestos,
    ayudar directamente a quién podamos
    y consumir.
    (Más prosaico que los versos de Brecht, ya... de todos modos, creo que no es necesario compartir sus convicciones políticas para reconocer su talento como poeta)

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  31. Me has convencido, Vanbrugh. Tan sólo te apunto que el sufijo "al" funciona no sólo para formar adjetivos a pertir de sustantivos, sino también otros sustantivos. Dice la RAE que, cuando las palabras con este sufijo son adjetivos el sufijo indica generalmente relación o pertenencia y, cuando son sustantivos, suele ser un lugar en el que abunda el primitivo. Lo cual me llevó a pensar que concejal sería en su origen un adjetivo (algo o, en este caso, alguien perteneciente al concejo).

    Consultado concejal en el diccionario de dudas de la RAE, compruebo que, como bien has explicado, "por su terminación, puede usarse como común en cuanto al género, aunque añade que "el uso mayoritario ha consolidado el femenino específico". Así que, en efecto, se trata de otra excepción más a la que es aplicable el criterio que tan bien has enunciado.

    Aclarada mi duda –lo cual te agradezco– vuelven a planteárseme asuntos sobre los que ya hemos discutido. El lenguaje cambia y, no pocas veces, violentando y hasta contradiciendo sus propias reglas. Esas palabras que tú llamas "excepciones" se incorporan al léxico (y son aceptadas por la Academia) en la medida en que son consolidadas por el uso. Tal consolidación, a mi juicio, equivale a que nos "suenen" bien, sobre todo cuando ya hemos aprendido a hablar con dicha palabra consolidada. Regenta, por citar el ejemplo más "literario" que mencionas, que es un evidente "destrozo", no nos suena mal gracias a Clarín. Explosionar, en cambio, por volver a nuestra anterior discusión, nos parece fatal y preferimos explotar, pese a que, en su momento, supuso un barbarismo (ciertamente de distinta naturaleza, pero a mi juicio todavía más grave), que obliga a "dar de alta" una palabra distinta de la ya existente pero que se escribe igual, con el agravante de que de la "lógica" del castellano habría debido resultar la que ahora nos parece fea.

    A lo que voy es que, compartiendo contigo la inclinación básica a respetar la lógica interna del idioma y desear que su evolución se produjera en base a ella, no estoy tan seguro que "siempre" las excepciones lo empobrezcan (aunque siempre sí lo violentan). También en este asunto es cuestión de grados y, por supuesto, de sensibilidad personal que, por lo que suelo ver, no todos la tenemos igual ante todas las "desviaciones lingüísticas".

    En todo caso, me esforzaré a partir de ahora en evitar decir o escribir "la concejala". Ahora bien, te confieso que si "la concejal" hubiera alcanzado (como ocurrirá) ese punto en que ya cae en completo desuso, no lo haría.

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  32. Atman: pues muchas gracias por creerlo así.

    Barbie: nuestras conclusiones son, efectivamente, parecidísimas. Tampoco yo encuentro convicción, ni ganas de fingirla, para sumarme a ninguna revolución, y los remedios a nuestro alcance que propones son exactamente los míos.

    Miroslav: me alegro de haberte convencido. No caí en que la terminación 'al' también puede formar sustantivos, como el 'roquedal' o el 'patatal', sin contar con los muchos adjetivos sustantivizados, como la 'catedral', el (o la) 'oficial' o el mismo (o la misma) 'concejal'.

    Unas cuantas excepciones a la regla aceptadas por el uso no suponen un problema para el idioma, efectivamente, y hasta le dan singularidad, del mismo modo que un par de cicatrices pueden no estropear un cuerpo, y sí constituir una seña de identidad. Pero demasiadas excepciones; y, sobre todo, la costumbre de aceptar excepciones de modo habitual, como la de hacerse cicatrices constantemente, pueden empezar a suponer un problema serio de salud.

    En cualquier caso todos, también yo, nos acostumbramos y usamos las barbaridades que el uso consagra. Soy consciente de que 'asistenta' y 'modisto' son barbaridades, pero son palabras que empleo normalmente. Y, si Dios no lo remedia, hasta imagino que acabaré diciendo 'presidenta', 'concejala' y 'jueza', pero hacerlo no me impedirá nunca seguir proclamando que son barbaridades.

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  33. yonotengoningúnprimoquesellamejavier12 de mayo de 2013, 3:34

    Para liarlo un poco más: ¿qué me dices de Pascuala, femenino legal y justificadísimo (que para eso son mujeres) de Pascual?

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  34. Hola, Yonotengoningunprimo. Pues de Pascuala sé poco, que se casó con uno de Aranda de Duero que vendía leche, o corderos, no sé bien. Pero desde ahí, le perdí la pista...

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  35. Claro que no puedo dejar de intervenir ante tantas cosas suculentas, pero como tengo muy poquito tiempo, que aquí en el más allá nos hacen toca la lira sin parar, hago solo una pequeña apostilla histórica, no por defender, sino por apuntar una posible causa del que las feministas no quieran usar "abogada", "arquitecta", "médica" y demás: se trata solo de una cola larga del hecho de que en la tradición popular hispánica las palabras que designaban en variante femenina profesiones exclusivamente, como casi todas por aquel entonces, masculinas se usaban para referirse a "la mujer del...". Este uso, que se ha dado hasta hace muy poco en el habla coloquial y quizá se dé todavía hoy, ha cargado esos términos de una ambigüedad difícilmente despejable, que hace que en las mentes de esas desdichadas feministas "masculinizantes"(que no pueden ser muy productivas, pues lo uno no va con lo otro)se vean como algo que ellas no quieren ser.
    De lo demás no digo nada, porque estoy plenamente de acuerdo (también con esto de los nombres femeninos ¿eh? que explicar no quiere decir justificar) y no tengo tiempo. De todas formas haré también una salvedad: algunas de las primerísimas cosas de Schoenberg, más tradicionales, se pueden oir. De Berg no sabría decir porque cuando veo el nombre salgo corriendo sin intentar oir siquiera un poquito...
    Tomé.

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  36. Hola, Tomé, gusto de verte. Tu explicación de los motivos por los que algunas desdichadas feministas reniegan del femenino de sus profesiones me parece francamente razonable. Tanto que difícilmente me parece que pueda servir para explicar la conducta de personas que, por lo general, dan cumplidas muestras de ser cualquier cosa menos razonables. De una de las lamentables representantes de esta cofradía a la que tuve el gusto de tratar en persona, que pretendía ser conocida, al menos oficialmente, como "la secretario", estoy absolutamente seguro de que ignoraba por completo que el femenino de su profesión, ni de cualquier otra, hubiera sido históricamente empleado para designar a las esposas de sus titulares masculinos. Estoy asimismo seguro de que su pretensión masculinizante obedecía solo a su universal y permanente deseo de llevar la contraria y tocar las narices. (Igual que me molesta que quienes dicen estar de acuerdo conmigo rara vez acierten con los argumentos correctos en favor de nuestra común opinión, me molesta que quienes me llevan la contraria lo hagan empleando argumentos endebles, o ninguno en absoluto. Más de una vez me sorprendo a mí mismo poniéndome en su lugar y argumentando contra mi postura lo que deberían haber argumentado ellos, si no fueran idiotas...)

    En cuanto a Schomberg, me pasa con él lo mismo que a tí con Berg: lo huyo cuidadosamente siempre que me es posible. Pero como el trabajo de uno de los miembros de mi familia está estrechamente relacionado con la música, no siempre lo es. Me he visto así en el caso de escuchar cosas atroces, sí verdaderamente atroces. Pero lo más atroz de todo era asistir luego a la complaciente actitud de los colegas de mi pariente, músicos excelentes capaces de interpretar y apreciar a Vivaldi, a Telleman y a Schumann, perdonándome la vida y admitiendo bondadosamente que Schomberg, sí... es algo 'difícil', claro... Como si fuera un problema mío, y no de Schomberg. La madre que los parió.

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  37. Fantástico post; lúcido y brillante. He captado perfectamente tus ideas y quejas (?) sobre la música aunque es un arte en el que lamentablemente estoy poco instruido, mal educado.

    He querido dejar que pasen varios comenterios, muchos, muchísimos, y ahora ya es tarde. Poco puedo añadir a las sesudas opiniones de los demás.

    Por otro lado, he sido tan torpón de no caer en la cuenta de que tu 'Cosas que pienso a veces' estab numerado y vas ya por la quinta... Te miraba a diario y pensaba que era el mismo post.

    Bueno, mejor: ahora tengo lectura para rato con los otros.

    Gracias, eres un hacha. Además, la pasión que le pones a tus explicaiones es inteligentemente desapasionada; comedida.

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  38. Muchas gracias, Grillo. Ya te echaba de menos. Tomo nota de tu observación, a lo mejor me conviene prescindir del título común numerado, para no despistar a los lectores distraídos. Estoy ya proyectando un "Cosas que pienso a veces 6", pero me pensaré lo de cambiarle el título.

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  39. Si alguien quiere ver todos los "Cosas que pienso a veces" no tiene más que pinchar en la etiqueta, pero le ocurrirá como a mí, que no aparecerá el "Cosas que pienso a veces - 4", porque no está etiquetado.

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  40. Gracias por la advertencia, Atman. Voy a etiquetarlo ahora mismo.

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  41. Supongamos algo que ya ha sucedido muchas veces. Un pintor que domina el dibujo convencional maravillosamente decide pintar abstracto, y a lo mejor lo que hace es precioso y no una tomadura de pelo, sino que simplemente no le ve sentido a repetir el camino de otros de épocas anteriores, no es suficientemente humilde, prefiere ‘investigar’ abrir caminos, (aunque esos caminos nuevos rápidamente se conviertan en nuevas rutinas trilladas: la de la pintura abstracta). Eso es lo que opino de mucha de la pintura contemporánea y de las vanguardias del pasado siglo. Finalmente en la pintura actual convive lo ‘rompedor’ con lo figurativo más o menos tradicional sin mayores problemas.

    Ahora la música. Como Grillo, me considero menos ‘educado’ en este arte para opinar. O dicho de otra forma: he visto más pintura que he oído músicas distintas, porque me reitero en la música que me gusta: clásica, jazz, y no todo, popular, e ídem, mientras que en pintura he visto de todo y sin prejuicios. Y ahora mi hipótesis (pequeña tesis), para explicar por qué se emperran compositores de talento (supongo) en esos para mí ruidos atonales desagradables e inarmónicos. ¿Pudiera ser que fuera en música el equivalente a la abstracción en pintura?, ¿Qué si quisieran pudieran componer al modo de Chopin o mejor, de Brahms , pero que no lo hacen por la misma razón que Picasso no le salía de ahí pintar un retrato como Macarrón o como Antonio López aunque sin duda hubiera podido de querer? ¿Están en otro mundo que el resto de los mortales, dueños de recursos y a la vez autistas? Me parece que pudiera ser la explicación de tan extraño empecinamiento en hacernos sufrir con sus ruidos, pensarán que está todo hecho dentro del ritmo y la armonía y las tonalidades, o que ya se encargan de eso los músicos populares. Creo que están distanciados olímpicamente del resto de la Humanidad, y un artista que hace eso está en un callejón sin salida…

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  42. Yo no sé prácticamente nada, ni de pintura ni de música. Mi punto de vista es el de un 'consumidor' lego en ambas cuestiones, más sensibilizado en todo caso hacia la música, por mera afición.

    Desde ese punto de vista absolutamente profano, intuyo que, efectivamente, la cuestión pueda ser la que tú aventuras, y que la renuncia de los músicos contemporáneos a la tonalidad obedezca a motivos paralelos a los que han llevado a los pintores contemporaneos a renunciar a lo figurativo.

    Pero, ignorante y todo, sigo viendo entre ambas renuncias una diferencia fundamental, a la que ya me referí en un comentario anterior, que respondía a otro de Julián: creo que ser figurativa, tratar de reproducir el mundo, no constituye un aspecto fundamental de la pintura, y que al renunciar a ello, la pintura mantiene íntegras todas las técnicas y posibilidades que sí son específicas suyas. Un cuadro abstracto sigue utilizando el color, el dibujo, la composición y el ritmo, sigue explotando las cualidades plásticas y visuales que le son propias.

    La música, en cambio, que no tiene ningún aspecto 'extramusical' al que renunciar, porque no se refiere más que a sí misma y no puede -a veces lo intenta, en vano, a mi juicio- 'reproducir' lo ajeno a ella como sí puede hacerlo la pintura; la música, digo, para explorar caminos nuevos ha decidido sacrificar cosas, fundamentalmente la tonalidad o armonía, pero en muchos casos también la melodía y el ritmo, que a mi juicio le eran consustanciales y sin las cuales, en mi opinión, se empobrece y se limita mucho más que la pintura al prescindir de ser figurativa.

    Yo, al menos, mero contemplador de pintura y oyente de música, no cualificado en ninguno de los dos campos, sigo pudiendo disfrutar de un cuadro abstracto, porque sigo pudiendo encontrar en él cualidades pictóricas, visuales y plásticas, que me producen placer. La pintura abstracta sigue pareciéndome pintura. En cambio en la música atonal he dejado de encontrar lo que busco en la música, y no soy ya capaz de disfrutarla, ni siquiera de reconocerla como tal.

    Naturalmente puede interpretarse que esto se debe a una limitación mía, y quizás sea así. Pero es una limitación que, constato, comparto con mucha, muchísima gente en mi misma situación. Y, como dices, ignorar a una parte tan enorme de su público potencial coloca en un callejón sin salida a los músicos que lo hacen, antes que al público al que ignoran. Ahora bien, no parece que les importe gran cosa...

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  43. Sí, creo que llevas razón. Dicho de otra forma que puede resultar algo pedante: la música es totalmente autoreferencial, en tanto que la pintura no lo es tanto. Aún así, el paralelismo de 'abstracción' senso lato que sugiero creo que da una pista.

    Borges (y muchos otros) decía que un libro no está totalmente acabado (en cierto modo escrito) hasta que alguien lo lee. Las músicas estas nunca estarán 'acabadas' puesto que casi nadie las escucha realmente...

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  44. Os engañé sin querer. En mi cole toqué la armónica en la rondalla. Yo era el que en 'El sitio de Zaragoza' hacía el FÚN, Fún fún con los tonos bajos imitando los cañonazos.
    Y he llegado a tocar razonablemente bien un instrumento musucal de una sola cuerda; la campana.

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  45. Lo más gracioso es que el género no está relacionado directamente con el sexismo. El chino no tiene nada parecido al género gramatical pero sus hablantes pueden ser jodidamente machistas. Incluso se da la paradoja de que ante artículos escritos por A. Pérez, la gente piense que su autor se llama Antonio, Alberto o Anastasio en vez de Antonia, Alberta o Anastasia. Es, por tanto, exclusivamente la mentalidad lo que da lugar al sexismo.

    Tomé, el significado de los femeninos en –a como “mujer de…” ya lo había mencionado yo.

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  46. Yo creo, Ozanu, que el género no está relacionado con el sexismo ni directamente, ni indirectamente, ni de ningún otro modo. Ni el género ni ninguna otra característica del idioma. Tu ejemplo del chino, idioma sin géneros pero con hablantes tremendamente machistas, me parece francamente ilustrativo. La idea de que las estructuras gramaticales sean insidiosos vehículos para propagar subliminalmente el machismo; y de que para combatir el machismo haya que forzarlas, diciendo gilipolleces (y gilipollezas) y poco menos que avergonzando a los que nos empeñamos en hablar bien me parece un típico fruto de una mentalidad policíaca e inquisitorial. Todas las revoluciones, en cuanto consiguen librarnos de las cadenas del antiguo régimen, se apresuran a sujetarnos con las del nuevo; y esto sucede porque todas ellas se basan en el ardiente celo de peligrosos gilipollas que buscan enemigos escondidos hasta debajo de las piedras y hasta detrás de las desinencias morfológicas. Asco me dan.

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  47. "...el género no está relacionado con el sexismo ni directamente, ni indirectamente, ni de ningún otro modo."

    Pues yo sí lo creo. Es decir, hay sexismo que utiliza el género gramatical como arma más o menos inocua (feministas que llaman 'luna retrovisora’ al espejo retrovisor, para que sea femenino), y sexismo que no sabe ni hablar (como la mayoría de los toscos machistas ni sabe lo que es el género ni el fondo lo que es un varón cabal)

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  48. Lo que hay es una intención interesada de extender al lenguaje los posibles conflictos entre sexos que, en principio y en mi opinión, no tienen nada que ver con él, y para los que el lenguaje no debería ser un campo de batalla más. Y el mecanismo fundamental de que se sirve esa intención es la torticera identificación entre género y sexo. Los interesados en crear y alimentar esta confusión ya han ganado batallas, como la de conseguir que se llame 'violencia de género' al maltrato que sufren las mujeres, o como la creación forzada y antigramatical de femeninos espurios como jueza, concejala y presidenta, o como la supresión -mecanismo opuesto, pero encaminado en la misma dirección- de femeninos legítimos, como arquitecta o médica. O como la insistencia grotesca y ridícula en enunciar siempre los dos géneros al hablar de un grupo humano. Son estupideces que, al margen de su discutible intención extralingüística, constituyen una indiscutible violencia contra el modo correcto de usar el idioma, y es este argumento el que, en primer lugar, hay que oponerles. Yo no entro a discutir, o no al menos en este post, los propósitos extralingüísticos de los feministas, pero sí sus herramientas lingüísticas. Que, además, los retratan: la mala relación con el idioma es una seña distintiva característica de todos los necios.

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  49. "el lenguaje no debería ser un campo de batalla más." Pero lo es: se llama manipulación.

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  50. Pues si tenéis tiempo, buscad una página llamada Píkara Magazine. Me lo pasó un conocido y es la leche: comentarios con expresiones como "todxs", reclamación de la democracia paritaria y una insistencia en que haya más directoras de cine, y más mujeres profesionales donde no las haya.

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  51. Gracias por la información, Ozanu, pero yo soy muy cuidadoso de mi digestión y jamás entro a sabiendas en sitios así. Además no está probado que la imbecilidad no sea contagiosa...

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