Menahem Pressler (Piano), Daniel Guilet (Violín), Bernard Greenhouse (Cello)
La historia estaba contada desde el punto de vista de un estudiante universitario de clase media, que iba iniciándose en los misterios de la vida adulta, concienciación política incluída, al mismo tiempo que en toda Trujiberia, gracias a los encartelados, se dibujaba poco a poco la esperanza, frágil pero real, de acabar con el tranquismo por medios pacíficos. Una nota a modo de epílogo comunicaba la intención del autor de llevar a cabo el experimento en el Madrid real en fecha inminente. Nunca hasta hace muy poco tuve noticia de si lo hizo efectivamente, ni de qué pasó después, aunque es evidente que la optimista apuesta de la novela no se cumplió.
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Por el mismo tiempo o poco después mi hermana mayor, estudiante de Historia del Arte, manejaba asiduamente en sus estudios un útil instrumento llamado Historímetro. Por lo poco que recuerdo, era una especie cuadro sinóptico desplegable en el que venían colocados en líneas paralelas los principales acontecimientos de la historia de la Humanidad en las distintas civilizaciones, las distintas partes del mundo y los distintos campos de la cultura, de modo que de un solo vistazo podías colocarte en la cabeza qué pasaba en Rusia mientras en Francia mandaba Carlomagno, o en qué andábamos los españoles mientras Confucio difundía sus preceptos. Los entusiasmos de mi hermana, Dios la bendiga, son siempre expansivos y contagiosos, así que a sus hermanos pequeños, los que más a mano le quedábamos, nos fue imposible no enterarnos de que el historímetro aquel era un invento estupendo y utilísimo, y hasta llegamos a hacernos expertos en su manejo y consulta. La verdad es que estaba muy bien pensado, y sigue resultándome sorprendente que nadie hubiera ideado antes una cosa tan sencilla y tan eficaz, y que yo no haya vuelto a oir hablar de él. Quizás sigan usándolo los estudiantes de historia. Nunca me enteré de quién era su autor.
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Y por fin, hace un par de años, es decir, treinta y muchos después de todo lo que he contado, un amigo común me presentó en El Escorial a José Luis, con el que enseguida hice buenas migas. La conversación rodó por un montón de temas y acabó recalando en un libro muy gordo que José Luis llevaba debajo del brazo. Se llamaba "Repertorio de caminos de la Hispania Romana", y tanto el título como su aspecto en general resultaban poco invitadores a la lectura para un profano como yo. Sin embargo José Luis me aseguró que, al contrario de lo que pudiera parecer, se trataba de un libro interesantísimo y francamente ameno. Como al final de nuestra larga conversación tuvo la amabilidad de regalarme aquel ejemplar, puedo atestiguar de primera mano que decía la verdad. Aunque nunca antes de empezar a leerlo me habían interesado ni tanto así las vías romanas de la Península, me enganchó desde la primera línea, como suele suceder cuando se lee lo que alguien inteligente ha escrito sobre un tema que conoce profundamente y que le apasiona. Se lo recomiendo a ustedes vivamente, creo que pueden comprarlo aquí.
José Luis me aseguró que el autor, Gonzalo Arias, al que conocía personalmente, era aún más interesante que su libro, con serlo este mucho. "Es un tío - me contó, después de algunas anécdotas - que a finales de los sesenta, en pleno franquismo, salió a la calle un buen día con unos carteles pidiendo elecciones democráticas..." Un remoto recuerdo despertó entonces en mi cabeza y, bastante atónito, no pude evitar interrumpirle: "¡No me digas que me estás hablando del autor de Los Encartelados!" "¡No me digas que lo has leído!" - me respondió él, más atónito todavía.
Pues sí señor, lo había leído y mi asombro al comprobar que su autor era un ser de carne y hueso, que habitaba el mismo mundo real que yo, no habría sido mayor si José Luis me hubiera comentado que un amigo suyo, muy aficionado a la lectura y que vivía retirado en un pueblo manchego, había decidido un día salir por los caminos a deshacer entuertos y a buscar aventuras como las de sus libros...
Y fue así como, casi cuarenta años después de haber leído aquel librito que tanto me impresionó y me ayudó a pensar, vine a enterarme de quién era su autor y de cómo, efectivamente, había puesto en práctica personalmente el comienzo del argumento, lo que le valió, según supe luego, una condena penal.
Me enteré, primero a través de José Luis y luego investigando en Internet, de muchas más cosas: en primer lugar - nuevo choque - de que Arias era, además, el autor de aquel Historímetro tan útil y bien pensado del que mi hermana decía maravillas. De que su contribución a aclarar y completar los itinerarios de las vías romanas en Hispania, y, con ellos, la ubicación exacta de muchas ciudades romanas mal localizadas o sin localizar, era sustancial y constituía uno de las primeros y más autorizados libros de consulta sobre la materia. De que el boletín "El Miliario Extravagante", que durante muchos años y hasta ahora mismo impulsó, dirigió y nutrió de contenido, primero desde Francia y luego, ya en democracia, desde España, se había convertido, a pesar del rechazo inicial de las instancias académicas, en una publicación prestigiosa y de consulta obligada para historiadores y arqueólogos. Y de que, al tiempo que todo este trabajo intelectual, había realizado una tarea muy importante de activismo y divulgación de la no violencia activa, primero contra el franquismo, luego contra el post franquismo más bárbaro y luego - también hasta ahora mismo, a sus ochenta y tantos años - contra distintas cuestiones, no menos importantes por pasar casi desapercibidas, como el hostigamiento español a los "llanitos" gibraltareños.
En fin, mucho mejor que yo se lo explica la propia página de Gonzalo Arias. Mi intención era solo contarles a ustedes de la existencia de este español admirable, verdadero ejemplo, para mí, de lo que podrían ser la actividad política y la participación ciudadana honradas, eficaces y compatibles con un trabajo profesional serio y útil; y de los extraños modos por los que yo mismo he llegado a tener noticias suyas.
Me enteré, primero a través de José Luis y luego investigando en Internet, de muchas más cosas: en primer lugar - nuevo choque - de que Arias era, además, el autor de aquel Historímetro tan útil y bien pensado del que mi hermana decía maravillas. De que su contribución a aclarar y completar los itinerarios de las vías romanas en Hispania, y, con ellos, la ubicación exacta de muchas ciudades romanas mal localizadas o sin localizar, era sustancial y constituía uno de las primeros y más autorizados libros de consulta sobre la materia. De que el boletín "El Miliario Extravagante", que durante muchos años y hasta ahora mismo impulsó, dirigió y nutrió de contenido, primero desde Francia y luego, ya en democracia, desde España, se había convertido, a pesar del rechazo inicial de las instancias académicas, en una publicación prestigiosa y de consulta obligada para historiadores y arqueólogos. Y de que, al tiempo que todo este trabajo intelectual, había realizado una tarea muy importante de activismo y divulgación de la no violencia activa, primero contra el franquismo, luego contra el post franquismo más bárbaro y luego - también hasta ahora mismo, a sus ochenta y tantos años - contra distintas cuestiones, no menos importantes por pasar casi desapercibidas, como el hostigamiento español a los "llanitos" gibraltareños.
En fin, mucho mejor que yo se lo explica la propia página de Gonzalo Arias. Mi intención era solo contarles a ustedes de la existencia de este español admirable, verdadero ejemplo, para mí, de lo que podrían ser la actividad política y la participación ciudadana honradas, eficaces y compatibles con un trabajo profesional serio y útil; y de los extraños modos por los que yo mismo he llegado a tener noticias suyas.
Qué hermosa historia, a veces pienso que estos acontecimientos que van dándose en la vida y que en un momento determinado adquieren una ligazón, estaban ahí reposando, esperando para adquirir esa coherencia y cuando eso ocurre se inicia una nueva historia apasionante y que te enriquece aún más.
ResponderEliminarGracias por compartirla y por darnos a conocer a este admirable español.
Preciosa la música que encabeza este post, pero no tanto como la historia que cuentas.
ResponderEliminarCoincido con Ariadna, a veces la historia (la que nos importa, la nuestra, la próxima) nos deja atisbar el lado bueno de la trama, el que tiene un dibujo lleno de sentido, no este lío de hilos sueltos, nudos mal atados y cabos de colores inexplicables que solemos ver desde el lado equivocado, el cotidiano; Y entonces nos damos cuenta de que todo cuadra, de que no es simplemente una acumulacion de datos inconexos, de que efectivamente el tapiz está lleno de flores y de damas con unicornios,... y es maravilloso.
Y encuentras un sentido a este tejer a ciegas que hacemos cada día sin saber cuál es el patrón ni el resultado.
Felices pascuas, que lo serán, sin duda, para ti.
Extraordinaria historia. Siempre me han parecido maravillosas las piruetas del azar y cómo el tiempo nos permite ir ligando, a posteriori, acontecimientos que creíamos inconexos entre sí. En los últimos años he venido convenciéndome de que no descubrimos más conexiones porque no estamos adecuadamente atentos. Por cierto, ¿te gusta Auster? Y una última pregunta: ¿has conocido personalmente a este Gonzalo Arias? ¿O vas a hacerlo?
ResponderEliminarBueno Javier, no sé que habrás decubierto tú a los siete años, pero te aseguro que Gonzalo Arias no es uno de los Reyes Magos...
ResponderEliminarTengo la impresión de que dentro de poco podría ser Navidad, aprovecho esta corazonada para felicitarte.
FELICES FIESTAS! Y un beso muy grande.
También yo pienso, como tú, que con más atención dirigida más conscientemente a lo que realmente lo merece, veríamos más "conexiones". Por decirlo con la hermosa metáfora de Cigarra, que, sin dejar de tejer nuestra cuota cotidiana de tapiz, deberíamos echar más a menudo algún vistazo al otro lado, donde están las damas y los unicornios que normalmente ignoramos. Tejeríamos con más alegría.
ResponderEliminarDe Auster he leído solo la Trilogía de Nueva York y, para serte sincero, no me entusiasmó. Tan poco que cada vez que me he planteado leer alguna otra cosa suya me ha entrado pereza. ¿Debo vencerla? ¿Alguna recomendación?
No, no he conocido personalmente a Arias y me encantaría hacerlo. Por correo le he informado de la existencia de este post, y me envió una respuesta tan cordial y estupenda como cabía esperar de él, que me ha supuesto una considerable satisfacción personal. Es, por todo lo que sé de él, una persona magnífica.
Vas bien orientada, Zafferano, lo de la próxima Navidad lo he oído yo también. En cuanto a lo de los Reyes, lo estoy investigando y estoy casi seguro de llegar a alguna conclusión en breve. Un beso y... bon Nadal, por ejemplo. Por aquello de la concordia.
ResponderEliminarEstupenda historia, me enganchó desde el principio hasta el fin.
ResponderEliminar¡Feeeliiiz, feliz en tu diiiia, amiguiiito, que Dios te bendigaaaa... Y que cuuuumplas muuuuchos maaaaas!
ResponderEliminarHe pedido el libro de caminos romanos. Gracias
ResponderEliminarEstas extrañisimas casualidades de la vida me hacen dudar seriamente que sean solo casualidaes. Tus lecturas sucesivamente encadenadas a Gonzalo Arias son muy rebeladoras. Por cierto, fui estudiante de Historia y nunca supe de ese Historimetro, que adivino magnifico. ¨Me podrias dar mas eñas de el y como conseguirlo. Te lo agradecere enormemente. Tambien te invito a ti y tus lectores a visitar mi blog. Un saludo, Mery
ResponderEliminarHola, Mery. En la propia página de Gonzalo Arias, cuyo enlace viene en el post, encontrarás un sitio donde puedes comprar sus publicaciones, entre ellas el historímetro. Como habrás visto si has leído el post siguiente, Gonzalo Arias ha muerto, pero es muy posible que sus herederos sigan atendiendo a quienes se dirijan a esa dirección.
ResponderEliminarMuchas gracias. Nos vemos por aquí.
ResponderEliminarMery
Hermoso artículo, que fue escrito cuando aún vivía, aunque ignoro si él lo leería... Ojalá que sí.
ResponderEliminarMe permito reproducirlo en la página de facebook que he creado en homenaje a Gonzalo, a quien tuve el enorme placer de conocer y tratar. Por supuesto, cito la fuente.
Muchas gracias por este bello escrito que no hace sino reflejar fielmente la grandeza de un hombre que a nadie dejó indiferente y que impregnó con su alma las nuestras.
Un cordial saludo,
Susan
Hola, Susan, bienvenida.
ResponderEliminarGonzalo Arias sí llegó a leer este escrito. Se lo envié antes de publicarlo, como cuento en el siguiente post.
Muchas gracias por tu visita y por tu comentario.
Gracias, Javier.
ResponderEliminarHermoso también el otro post... e increíble que vuestros caminos se cruzaran de esa forma...
Yo le conocí a través de internet, caí sobre su petición por una milicia noviolenta. Nos unía el amor por la noviolencia y la profesión que ejercía, así que le escribí y en seguida hicimos buenas migas.
Gracias por apoyar con tu presencia la página de Gonzalo.
Los amigos de mis amigos son mis amigos :-), así que para ti un cálido abrazo.
Susan
Pta. Coh tu permiso, reproduzco tu segundo post en facebook...
Os recomiendo mi video
ResponderEliminarhttp://vimeo.com/34669327
Gracias, Juanjo. Me ha parecido interesantísimo.
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