miércoles, 6 de agosto de 2008

Justicia Universal y aledaños

Nunca sé qué me produce mayor desconsuelo, si el disparate que aprecio en lo que me parece disparatado o los argumentos de quienes, en principio, parecen encontrarlo igual de disparatado que yo, pero por unos motivos que rara vez resultan ser los que a mí me parecen pertinentes. Constatar que hay quien piensa y hace cosas con las que no estás de acuerdo es normal; lo que empieza a ser duro es descubrir que tampoco estás de acuerdo con los que dicen estar de acuerdo contigo. Es a lo que me he referido en otras ocasiones diciendo que “nunca consigo ser de los míos”, y cada vez me ocurre con más frecuencia, hasta el punto de que empiezo a sospechar seriamente que “los míos” no existen, o se reducen a mi mujer y un par de amigos.

Me pasa en todos los terrenos: creí, por ejemplo, que había mucha gente que coincidía conmigo en que el siglo XXI no empezaba hasta el año 2001, hasta que me dí cuenta de que gran parte de los que conmigo afirmaban esta evidencia la argumentaban acto seguido explicando que eso era así porque al año en el que comienza la cuenta se le llamó, según ellos erróneamente, “año 1”, cuando debía habérsele llamado “año 0”. Redondeaban el disparate explicando que tal supuesto error se debía a que, cuando se estableció el cómputo, “aún no se había inventado el cero”. Llegaban, pues, a la misma conclusión acertada que yo, pero por unos caminos tan erráticos o más que los de quienes pretendían que el primer año del siglo XXI fue el 2000. Desolador. [1]

Me pasa innumerables veces con la lengua: encuentro, sí, muchos ciudadanos a los que molesta tanto como a mí el extendido uso de aberraciones como “encima mío”, o la absoluta y creciente gilipollez de “los ciudadanos y las ciudadanas”, o la barbarie injustificable de las “juezas”, las “presidentas” y demás femeninos espurios, o la flagrante estupidez de llamar Girona y Donostia, hablando en castellano, a ciudades que llevan siglos teniendo los nombres castellanos de Gerona y San Sebastián, como los tienen Londres y Florencia sin que nadie se los quiera cambiar. Pero si por azar rasco un poco en este enfado aparentemente similar al mío e investigo sus argumentos, suelo encontrarme explicaciones tales que casi prefiero la barbaridad inicial, en estado bruto, nunca mejor dicho. Mejor una burrada sin argumentar que un acierto argumentado de según qué manera. Me entran ganas de rogarles: “Por favor, así mejor no me des la razón.” Descorazonador.

Y esas ganas se me multiplican por diez cuando se trata de cuestiones morales, religiosas o políticas. Me estremece, por ejemplo, coincidir en mi confesión de fe religiosa y en muchas de sus consecuencias prácticas con una gran mayoría de católicos españoles, en la que se incluye la Conferencia Episcopal creo que íntegra. Y me estremece porque luego a quienes más se oye explicar nuestras comunes creencias es a ellos, y las explican de tal manera que mi impulso inicial es correr a alinearme con sus detractores, que suelen razonar bastante mejor –valga decir: que suelen razonar.- Mi trabajo –autoimpuesto, desde luego- se triplica después de que ellos se hagan oir con la contundencia que suelen emplear en ello. No solo tengo, entonces, que explicar por qué creo lo que creo, sino también por qué los motivos que ellos dan para creer lo mismo me parecen, a pesar de ello, erróneos e indefendibles, y cuáles son los que en mi opinión deberían dar, pero no dan. Agotador.

Y en política, para qué hablar. He renunciado hace tiempo a decir nada en contra de quien me parece el político español más dañino, estúpido e inmoral de los últimos treinta años, que preside actualmente nuestro gobierno, porque si lo hago corro peligro de ser automáticamente alineado con toda la jarcia impresentable y facha de quienes dicen de él las mismas cosas que yo, pero por motivos que no comparto y en un tono que me repugna. Simétricamente me abstengo, por lo común, de emitir mi opinión sobre el estúpido, inmoral y dañino presidente actual de Estados Unidos, porque si lo hiciera se me identificaría rápidamente con otra ralea indeseable, la de los progres autosatisfechos, virtuosa y cómodamente izquierdosos, que me dan tanto repelús como Zapatero, Bush, los obispos y los fachas juntos. Tengo, incluso, que ponderar cómo y ante quién manifiesto la aversión visceral que me despiertan los nacionalismos periféricos de este país, no vaya a ser que me explique mal o no se me quiera entender bien y acabe considerado como un nacionalista español de los de “España Una” y “Antes roja que rota”, que me dan el mismo asco, y por los mismos motivos, que los abertzales de cualquier otra tribu. La cosa ha llegado al punto de que hasta declararse republicano es peligroso y confuso, porque de este nobilísimo concepto parece haberse adueñado, para su uso particular, una Esquerra Republicana que difícilmente podría estar más en mis antípodas de lo que está, y lo esgrimen también como propio individuos que queman fotos y banderas y observan, en general, comportamientos y sostienen opiniones con los que ni tengo ni quiero tener nada que ver.

Bueno, compruebo que esta reflexión se me ha ido por las ramas, como suele pasarme. La había empezado -a pesar de mi firme propósito de no postear, ni bloguear siquiera, durante este corto interludio entre las vacaciones de tres semanas que acabé el sábado pasado y las de una semana que pienso empezar el sábado que viene- movido por la estupefacción que me ha producido esta mañana la noticia de que la Audiencia Nacional ha decidido encausar por genocidio a no sé cuántos dirigentes chinos.

Según la escuchaba por la radio se me han ocurrido unos cuantos motivos por los que semejante ocurrencia me parece un disparate necio, típico ejemplo del modo necio y disparatado en que creo que tienden a comportarse muchas instituciones, y a su ejemplo muchos ciudadanos, de este país nuestro.

El principal de todos: la consideración de que el genocidio es algo malo puede y debe ser universal, naturalmente, pero solo como tal consideración, es decir como algo que todo lo más pertenece a lo que algunos gustan interesadamente de llamar Derecho Natural, y que según quién hable de él incluye, además de nociones evidentes como que no se debe violar a los niños ni asesinar a los ancianos ni robar a los desvalidos, cosas como las doctrinas católicas sobre el derecho a la vida de los nonatos o sobre la inmoralidad de manipular embriones; y, aunque quede mal decirlo, también cosas como la necesidad de abandonarse a la voluntad de Alá, o de sacrificar niños a Mumbo Jumbo, o cualesquiera otros juicios o preceptos morales que cualquiera decida proclamar que deben ser de vigencia universal y absoluta. Y el problema del pretendido Derecho Natural, y el motivo por el que algunos iconoclastas consideramos que de natural tiene poco y de derecho nada, es que, como nadie lo ha promulgado y en ninguna parte constan inequívocamente sus términos exactos, cualquiera puede pretender darlo por promulgado y vigente en los términos que a él le den la gana. Es, eso sí, universal, intemporal y grabado en los corazones de todos los seres humanos de buena voluntad, esto es, de todos los seres humanos que tengan a bien darse por enterados de que existe una cualquiera de sus variadísimas versiones y hacerle algo de caso. Pero a cambio no es aplicable hasta tanto no se convierta en un verdadero Derecho, esto es, en una norma positiva, enunciada por una autoridad formalmente constituida en unos términos exactos y con vigencias temporal y espacial claramente delimitadas.

Por lo que ningún jurista que pretenda serlo, ni ningún político que crea merecer seguir viviendo del erario público pueden, sin grave descrédito, confundir un consenso más o menos universal sobre lo feo que está el genocidio con su tipificación, penalmente utilizable, como delito. Ni mucho menos pretender que puede considerarse genocidio cualquier matanza que a un querellante cualquiera se lo parezca y a un garzón cualquiera le venga bien llamar así. Ni tampoco creer que puede perseguirse penalmente a nadie sin una norma jurídica positiva que lo autorice. Ni tratar de extender la vigencia de las leyes más allá del ámbito de jurisdicción de quien las promulga, ni la competencia de un tribunal de un estado más allá de las fronteras de ese estado. Todo ello son, hasta para un estudiante de primero de derecho, aberraciones jurídicas que atentan contra lo más básico del Derecho y que parece imposible que puedan defender ni por un momento jueces ni políticos serios. (Desgraciadamente solo lo parece. Hay jueces que consideran parte importante de su carrera salir en las portadas de los periódicos, aunque sea a costa de forzar o de negar el Derecho más elemental. Y en cuanto a los políticos... en fin, de la mayoría nadie, ni ellos, espera nada parecido a un razonamiento, menos aún un comportamiento, jurídico ni ético. Se apuntan a cualquier cosa que les parezca que vaya a sonar bien, y no necesitan ningún otro criterio.)

Por no hablar de que cualquier órgano jurisdiccional de este mundo tiene que tener claramente definida cuál es su jurisdicción, es decir, de qué hechos, llevados a cabo dónde, se va a ocupar exactamente. Pretender que un tribunal cualquiera sea competente para conocer de los delitos cometidos en cualquier parte del mundo es una forma eficacísima de conseguir que en la práctica no pueda conocer de ninguno, y por eso hay en el mundo leyes de planta, conflictos jurisdiccionales y otras delicadas cuestiones de las que cualquier jurista no analfabeto -los hay, los hay- puede hablarles con más conocimiento que yo.

Pero naturalmente ninguno de estos argumentos evidentes y básicos son los que, yo al menos, he tenido ocasión de escuchar en contra del dislate de la Audiencia Nacional. La oposición se ha apresurado a señalar que el asunto nos va a procurar conflictos diplomáticos con China. Y la Vicepresident(a)e se ha apresurado a negarlo. Como si fuera esa la cuestión, como si los delitos debieran perseguirse o no según su persecución guste más o menos a quien los comete y según pueda hacer más o menos para impedirla. (Aunque, a juzgar por lo deseable que nos pintaban la finalmente frustrada negociación con ETA, parece que sí, que ese es exactamente el criterio para perseguir o no los delitos que nuestros políticos tienen preferentemente en cuenta.)

E, inevitablemente, los discrepantes con la medida han recurrido también a otro argumento luminosísimo: que la Justicia española tiene ya suficiente atasco y que hay ya suficientes asuntos pendientes de resolución en nuestros tribunales como para que ahora tengan que ocuparse también de los conflictos del resto del mundo. No les falta razón a quienes tal dicen, pero tampoco es este un motivo respetable. Que no podamos ocuparnos de todas las cuestiones de las que deberíamos hacerlo nunca puede ser motivo para que no tratemos de ocuparnos de alguna de ellas. La tarea que más tarde se acaba es la que nunca se empieza.

En fin, el asunto ya está planteado exactamente en esos términos, justo los que yo considero que no son los que deben definirlo. Y casi con total seguridad, solo algunos maniáticos marginales intentaremos hablar de él considerando las cuestiones que a mí me parece que deberían ser las decisivas y definitorias, y seremos desdeñosamente dejados a un lado por la gente seria, que conoce el "tema" y tiene en cuenta los asuntos importantes, las relaciones diplomáticas con China, la composición política de la Audiencia Nacional, los Juegos Olímpicos y cosas así.

Desconsolador, como les decía al principio. Pero cada vez un poco menos. Debe de ser que me voy acostumbrando. Y en un par de días me vuelvo a ir de vacaciones.

Actualización: compruebo con ligera consternación que, después de fustigar la "barbarie injustificable" de "femeninos espurios" como jueza y presidenta, voy y, solo un par de párrafos más abajo, yo mismo escribo "Vicepresidenta". ¿Qué puedo decir? Somos frágiles. Lisboa me espera.



[1] Si a alguien más que a mí le interesa este penoso asunto, le recomiendo, aunque esté feo autocitarse, que consulte mi esclarecedor post al respecto en este mismo blog, “Año cero”. Y el siguiente, "Qué quiere usted que le cuente", en que me pongo todavía más pesado, si posible fuera, con el mismo tema.

27 comentarios:

  1. A mí, el asunto éste, me parece un absurdo y creo que por motivos muy similares a los tuyos. Sin embargo, ya en su momento (creo recordar que con motivo de alguna querella contra dictaduras sudamericanas promovida o acogida por Garzón, perdona la imprecisión) quise saber cómo era posible que un Tribunal español se metiera a juzgar delitos que caían fuera de su jurisdicción, como me parecía evidente que era el caso. De lo que me enteré (e insisto en que no me acuerdo ya bien de los detalles) fue de que se acogían a una interpretación de la Ley Orgánica del Poder Judicial en el que se admitía que los tribunales españoles eran competentes para juzgar presuntos delitos contra la humanidad, hubiera o no víctimas nacionales. El genocidio, además, no es delito por motivos de derecho natural sino porque está expresamente recogido como tal en el Código Penal español.

    Si eso que leí es así (e imagino que lo es, porque no me cabe en la cabeza que un juez de la Audiencia Nacional admita a trámite algo sobre lo que no es competente), no puedo sino pensar, como en su momento pensé, lo que dices en tu post: que al pretender tanta universilidad lo único que vamos a conseguir es la absoluta ineficacia. Pero, así parecen estar las cosas.

    En otro orden de cosas, aprovecho para darte la bienvenida por tu regreso y afearte públicamente que nos restriegues, a los pringados como yo, que te vuelves a escapar otra semana más.

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  2. Has vuelto de vacaciones en plena forma. Es estupendo lo que consigues hacerme reir hablando de cosas tan serias. No quiero ni imaginar lo arrolladora que puede ser tu vitalidad a la vuelta de una semana más de "dolce vita".
    No me atrevo a decir que estoy casi totalmente de acuerdo contigo en casi todo lo que dices, porque inmediatamente vas a empezar a poner de manifiesto los matices en que difieren nuestras maneras de estar de acuerdo en lo mismo, y a estas horas y con estos pelos, no me siento capaz de resistirlo. Pero, mal que te pese, estoy "bastante" de acuerdo contigo en la mayor parte de lo que dices (incluída, aunque no lo creas, tu opinión sobre Zapatero)
    De lo de la Audiencia Nacional y China no me había enterado, pero me deja totalmente perpleja.
    Bueno, me pasa como a ti, que empiezo mis vacaciones pasado mañana, y ya no tengo cabeza más que para pensar que mi niña llega mañana, hacer los equipajes y salir corriendo en cuanto den las tres de la tarde del viernes.
    Me ha encantado tu post, y que ya estés en activo otra vez. Te echábamos de menos.

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  3. Querido Vanbrugh, no podías dejar de postear ni bloguear ni tres semanitas, perillán (el casticismo en desuso perillán es para compensar los innesarios neologismos verbales del post y el blog).

    Estoy bastante de acuerdo, con matices, contigo, pero sobre todo considero una virtud en su sentido más etimológico y pristino la afirmación de "nunca consigo ser de los míos"; creo que es una definición inmejorable de independencia y honestidad intelectual que yo a veces llevo más allá al grito de "¡Socorro, que vienen los míos!".

    Bienvenido

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  4. Sí, Miroslav, el ínclito Garzón fué, cómo no, pionero en este género de mamarrachadas, cuando decidió salir en la prensa internacional con la eficaz, aunque involuntaria, colaboración de Pinochet. Naturalmente no lo metió en la cárcel -ni lo pretendía de veras- pero consiguió el brillo mediático que necesita como las plantas el agua y -eso que le tenemos que agradecer- metió un poco de miedo y de cabreo en el cuerpo del repugnante ancianete antes de que se fuera con Pateta. Muy satisfactorio esto último, desde luego, pero ¿jurídico?. Sé que decidieron interpretar que los tribunales españoles eran competentes para juzgar delitos contra la humanidad cometidos en cualquier parte del mundo, pero me pareció, ya entonces, una decisión tan legítima y eficaz como si yo resuelvo mañana que todos los españoles tienen que pagarme un euro al día y tratarme de Usía. En cuanto a la tipificación penal del delito de genocidio, léela si tienes un rato. Se encuentra en Google muy facilmente. No he leído nada más torpe, impreciso, voluntarista y antijurídico en toda mi vida. Si pegas a un señor, es un delito de lesiones. Pero si el señor pertenece a un "grupo nacional, étnico, racial o religioso" (es decir, si no es alienígena, ni apátrida, ni arcángel) y tu golpe tiene el "propósito" de "destruir total o parcialmente a ese grupo", (¿qué otro propósito que el de destruir puede tener una agresión? ¿Cuánto es "parcialmente"?) conceptos todos ellos nítidos, meridianos y fácilmente apreciables, entonces estamos ante un delito de genocidio. Juzgue usted mismo. Para un Derecho Positivo de esta calidad, casi prefiero el Natural, aunque lo dicten a pachas Ratzinger y Ahmadineyad.

    (No trataba de restregarte nada, solo de justificar mi largo y desacostumbrado silencio en este y otros blogs. Pero se nota que tienes pocas vacaciones y respiras por la herida. Ea, a trabajar.)

    Vale, Cigarra. Te dejo que estés de acuerdo conmigo, pero solo un ratito, no nos acostumbremos mal. Felices vacaciones, guapa.

    Me gusta mucho el término "perillán", Lansky, como casi todos los caídos en desuso: bribón, majadero, mentecato... Antes se insultaba mucho mejor. Lo de "no conseguir ser de los míos" se puede considerar una virtud si no es el fin perseguido, sino el resultado colateral y sobrevenido de pensar, costumbre poco extendida. En ese entendimiento acepto y agradezco tu elogio, doblemente valioso viniendo de quien viene.

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  5. Bienvenido al grupo de los que ya hemos disfrutado las vacaciones anuales pero aún nos quedan unos diítas que serán el perfecto estrambote.
    Sin embargo veo que tu merecido descanso no te ha servido para corregirte de esa terrible costumbre tuya consistente en querer que las cosas sean como tendrían que ser. El día en que adoptes la postura a la que otros más viejos que tú ya hemos llegado, consistente en disfrutar más cuanto peor está todo porque eso te permite ejercer más ampliamente la crítica global, tarea tan gratificante como inútil, serás mucho más feliz o, al menos te resignarás a vivir tranquilo sin serlo.
    Que lo pases bien en los días que te quedan. (Me refiero a los de vacaciones, naturalmente)

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  6. Y esa tarea a que dices tú entregarte, Ricardo, de ejercer la crítica global, ¿qué otra cosa crees que manifiesta sino la manía terrible de querer que las cosas sean como tendrían que ser? Disfrutar ejerciendo la tarea gratificante e inútil de criticar... es más o menos para lo que abrí el blog. Conclusión: adopté ya hace años esa postura que me recomiendas, y a ti solo te falta el blog -resucítalo uno de estos días- para que quede evidente que lo que haces es lo mismo que lo que hago yo.

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  7. Para mí, el buen crítico -al menos en literatura- es el que tiene más entusiasmos que desprecios; y podría citar muchos casos inisignes, pero basta con los clásicos marcianos del margen de la Línea Recta, el blog de Recaredo Veredas, o mis post sobre lecturas.

    En el caso de la crítica de costumbres, política y cívica, que es a la que más os referís, es en cambio más dificil encontrar que alabar y más fácil que criticar, pero nuevamente el buen crítico se manifiesta por dos aspectos: 1) su insatisfacción: ese no ser de los suyos aunque lo desee, que decía Vanbrugh, y 2) y más importante: propone soluciones.

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  8. Sobre tu actualización final:
    Si Zapatero hubiese decidido nombrar para el cargo de, por ejemplo "Purlindanga del Gobierno" o "Contafrusa del Gobierno" a la Sra. Fdz. de la Vega, y se hubiese publicado el correspondiente decreto de nombramiento en el BOE, todos vendríamos obligados a utilizar tales términos para referirnos a ella y acabaríamos acostumbrándonos . Pues házte la cuenta de que "Vicepresidenta del Gobierno" es otra denominación igualmente absurda y disparatada que ha inventado el Presidente para referirse al cargo ejercido por esa señora, utilízala sin reparo, acostúmbrate a ella y no sufras.
    Puedes considerar, además, que esto tiene la ventaja de que el término "Vicepresidente del Gobierno", que todo el mundo entiende y cuyas funciones conoce, no queda contaminado por las actividades de esta señora que en nada se parecen a las que debiera tener si hubiera sido designada como tal, en vez de como Vicepresidenta.

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  9. El tipo está descrito, mal que bien, en el 607, la jurisdicción la tiene. Será un problema del legislador, no de Garzón. Quizá no sea muy eficaz (si eso contase) pero a mí no me parece mal invertir algún esfuerzo para hacer saber a un genocida que, si las cosas se le complican en su país, no podrá venir a éste a pasar sus vacaciones, ni a otro de la UE.

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  10. Qudándome en el preámbulo, creo que es bueno eso de no tener "unos suyos" a los que parecerse. Le hace abrigar a uno la esperanza, probablemente ilusoria, de que puede pensar por su cuenta.

    Saludos.

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  11. Anónimo, me ha gustado mucho lo de Purlindanga y Contafrusa. A partir de ahora utilizaré ambos títulos, indistintamente, para referirme a cualquier alto cargo de nombramiento político. "Me han hecho Purlindanga en la Dirección General del Catastro", por ejemplo, queda muy bien, y nadie necesita preguntar para darse cuenta de que el Contafruso en cuestión es de los que tiene un despacho de cien metros cuadrados que pisan un rato a la semana para leer gratis El País.

    Ismo, al 607 me refería cuando contestaba a Miroslav. No he leído muchas cosas más torpes ni estúpidas que este artículo, probablemente porque trato de no leer más legislación que la imprescindible para mi trabajo. Efectivamente, es problema del legislador, no del juez. Lo que, en cambio, es problema nuestro es la creciente connivencia entre jueces, legisladores y gobernantes, de manera que se hacen leyes absurdas que jueces oportunistas se apresuran a invocar para salir en la tele. Lo de la separación de poderes suena muy antiguo, pero a mí sigue pareciéndome bastante conveniente. Y amargarle la vida a los dictadores me parece estupendo, pero no al precio de convertir nuestra legislación y nuestra administración de Justicia en una especie de Festival de las Buenas Intenciones espectaculares e inoperantes.

    Te digo lo mismo que a Lansky, Sombras chinescas: Lo de no tener "unos míos" a los que parecerme es bueno si sobreviene sin buscarlo y no se convierte en una pose previa. Intento que sea así. En cuanto a pensar por cuenta propia... se puede emplear la herramienta con mayor o menor originalidad e independencia, pero a fin de cuentas la herramienta misma: el idioma, las ideas fundamentales, los mecanismos mentales... siempre te viene dada. Una cosa es conducir más o menos bien y otra ser capaz de inventar y fabricar tu propio coche. Yo me conformo con buscarme itinerarios lo más divertidos que puedo.

    Bienvenido al blog.

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  12. Seguramente habría que perfeccionar nuestro sistema, legislar para impedir esa connivencia de la que hablas (o actuar con los instrumentos que ya están a nuestro alcance).
    Mi trabajo me obliga a leer muchas leyes, y diría que la inmensa mayoría son bastante absurdas.

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  13. Felices vacaciones! Espero que aproveches y compres un par de colchas.

    Un beso muy grande!

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  14. Las únicas leyes que no contienen, entre otras cosas, la semilla de algún absurdo son las de la física (gravitación, rozamiento, densidad...etc.); las demás, las que "nos" damos, basta con que no sean ni superfluas ni imbéciles.

    Hola, vambri

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  15. "(...)o la flagrante estupidez de llamar Girona y Donostia, hablando en castellano, a ciudades que llevan siglos teniendo los nombres castellanos de Gerona y San Sebastián, como los tienen Londres y Florencia sin que nadie se los quiera cambiar.(...)"

    Con todos mis respetos, la que subscribe este comentario de su texto aquí arriba citado, no acaba de entender -y le ruego ilumine mi ignorancia si puede ser sin insultar o ofender- por qué razones que no sean de rancios "Derechos de conquista" considera Ud. que Girona o Donosti (que no Donostia) no puedan ser llamados dentro del estado español con sus propias lenguas constitucionales sin que ello sea qualificado de estúpidez.
    Yo, inocente de mi, pensaba que los progresistas de este país habíamos acordado de manera respetuosa y pacífica que las lenguas del estado español eran una riqueza cultural para españa y por ello dignas de ser divulgadas y honradas.
    ¿O es que debemos ser considerados siempre colonias, y como tal, ciudadanos de segunda que debemos someternos al que en su dia nos conquistó tanto lingüisticamente, como económicamente, como culturalmente? Porqué si es así no se extrañen los de las castillas que "los conquistados territorios periféricos" seamos reacios a considerarnos españoles; tengamos de vez en quando tentaciones de separarnos de este estado que tanto nos menosprecia; o que suban cada vez más los que defienden el independentismo en ellos o se quemen banderas rojigualdas.
    Y por favor no me salga con el argumento simplón que entonces porqué no decimos London, o Firenze o München...porqué es obvia la razón.

    Una Gironina dolida, que hasta poco se consideraba española, pero está a punto de cambiar de opinión gracias a comentarios hirientes como el suyo.

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  16. Mi querida gironina, cuando yo llamo mesa a una mesa, aunque esté en Gerona, en vez de llamarla taula, no estoy ejerciendo derecho de conquista alguno. La mesa no me pertenece, pero mi idioma sí, y el derecho a usarlo para nombrar a las cosas que en él tienen nombre, también. Tampoco he conquistado nunca Florencia ni Londres ni Munich, y al llamarlos con estos nombres no pretendo ni reivindicar ningún derecho sobre estas ciudades ni enemistarme con sus ciudadanos, sino simplemente usar mi idioma con la misma libertad y el mismo derecho con que ellos usan los suyos y usted la hermosísima lengua catalana, de toda mi consideración. Estoy seguro de que cuando habla usted en catalán de Zaragoza, la llama Saragossa, y hace muy bien. Hablando en catalán hay que usar los nombres catalanes, y hablando en castellano, los castellanos. Lamento que este argumento sea simplón. Los mejores que conozco lo son también. Soy yo quien le ruego ahora que socorra mi simpleza y me explique la para mí en absoluto obvia razón por la que lo que es evidente en el caso de Londres y de Florencia, no deba serlo en el de Gerona y de San Sebastián.

    Ignoro qué cosa hayan podido acordar los progresistas de este país porque, felizmente, no soy progresista. Ni tampoco reaccionario, ni ninguna otra cosa susceptible de ser clasificada con una de esas etiquetas que, al parecer, tan satisfactorias resultan para sus usuarios. Aún así estoy totalmente de acuerdo en que las distintas lenguas que se hablan en España son una riqueza. Y también en que deben ser divulgadas y honradas. Canto a Serrat y a Llach en el mejor catalán de que soy capaz, duermo a mi hijo con el Aurtxo Polita cantado en vasco. Pero no veo la menor relación entre mi respeto y hasta mi entusiasmo por todas las lenguas que se hablen en este planeta, y más aún por las que hablan mis compatriotas, y la pretendida obligación de dejar de usar la mía, que también, creo, merece respeto, divulgación y honra.

    Gracias por su visita a mi blog. Si finalmente decide dejar de considerarse española, no deje de avisarme; me encanta tener visitantes extranjeros.

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  17. Pues mi admirado Señor:

    Antes que nada debo de confersarle que mi formación intelectual no está, sin duda, a la altura de la suya así que ya perdonará si mis argumentos le puedan parecer un tanto vulgares. También, aprovecho para pedir disculpas de antemano por los errores ortográficos, gramaticales y sintácticos que sin duda perpetraré sin querer al admirado Castellano.

    Según mi parecer, la diferencia está en que quando Ud. llama "mesa" a una "taula" quando está Ud. hablando en castellano no ofende ni humilla ni hiere a nadie, esté Ud. donde esté; tampoco quando Ud. dice Florencia, o Munich o yo misma pueda decir Saragossa hablando en catalán por la sencilla razón que ninguno de estos nombres fueron jamás traducidos con intención de humillar un vencido, y en cambio sí la hay o la hubo -imagino que Ud. no aceptará el argumento por querer desligar la lengua de la política- en usar Gerona en vez de Girona o San Sebastian en vez de Donosti.

    Pues bién, seguramente si los catalanes o vascos nos sintiéramos dentro de España más respetados y valorados como Ud. hace, cosa que le honra, no hubiéramos entablado este debate. Pero la triste realidad es que alguna parte de España parece interesada en encender fuegos de viejos rencores para rendimientos electorales. Y que desde conocidos púlpitos públicos se nos ofende y menosprecia continuamente y con intención (Estoy segura de que no es su caso) y han llegado a tales extremos de abuso que han logrado exacerbar nuestra sensibilidad en el tema, incluso de aquellos que siendo catalanes nos sentimos españoles.

    Por otra parte yo misma defiendo a la lengua castellana -que admiro, como tantas otras lenguas- de ataques viscerales de quienes confunden seguramente por ignorancia lengua con política, pero en el tema de castellanizar los topónimos catalanes o vascos yo encuentro una excepción que honra a esta regla.
    Entonces, digamos que de manera temporal, evitar estas pequeñas cosas -aunque esto pudiera en otros tiempos ofender la inteligencia, el sentido común y la cultura- ahora pueda ser considerado un gesto amable para fomentar la paz y el buen entendimiento que otros estan intentando minar, e incluso, fomentar la simpatia mutua entre los pueblos de españa. No le parece este un buen argumento? Solo espero que con mis comentarios le haga qüestionarse el hacerlo y evidentemente tendrá mi absoluto respeto si decido no hacerlo.

    En quanto a lo de las etiquetas yo misma soy reacia a usarlas y normalmente me provocan alergia, pero a veces ciertos calificativos ayudan a resumir, ahora que si Ud. lo prefiere, se lo cambio por "persona de mentalidad abierta, crítica y independiente". Por lo de "acuerdo" me refería a un pensar común, no pensaba que tuviera que explicárselo aunque reconozco que la expresion sí era simple.

    Y si decido pasarme al extrangero -a veces me tratan como tal en mi propia casa- no se preocupe que le aviso para que pueda Ud. disfrutar de mis comentarios. Y ya puestos, si lo desea le escribo en catalán que escribo bastante mejor que el castellano ya que veo que Ud. lo entiende perfectamente.(Sonrisa) Aprovecho para felicitarle por su blog. Cordialmente,

    Una Gironina (de Girona).

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  18. Vaya, Júbilo, yo que me pasaba para afearte que te muestres últimamente tan premioso en lo que a actualizar el blog se refiere (y en comentar a los amigos, ya de paso), y voy y me encuentro con que ahora mantienes los debates en la parte de atrás de la casa. ¿Qué tal un post sobre el victimismo nacionalista?

    Por cierto, le diría yo a la tan elegante escribidora girondina que, efectivamente, flaco favor hacemos con esa manía políticamente correcta de llamar a las ciudades catalanas, vascas o gallegas con sus topónimos vernáculos cuando hablamos en castellano. En cambio, sí soy sensible (y mucho) al argumento de hacer "gestos amables para fomentar la paz y el buen entendimiento que otros estan intentando minar, e incluso, fomentar la simpatia mutua entre los pueblos de España". Y en tal sentido, creo que todos deberíamos esforzarnos por conocer la lengua y demás expresiones de las culturas españolas no castellanas. Y en ese aspecto, sí que vemos con frecuencia a descerebrados a los que parece que les salieran sarpullidos cuando alguien habla en catalán. Saludos

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  19. Tienes toda la razón, Miroslav. Soy un desastre para postear (eso es crónico) y, últimamente, también para comentar, aunque os sigo leyendo con gran interés. Tengo poca inspiración y poco tiempo.

    (¿Y qué íba a decir sobre el nacionalismo victimista, más allá de que es una redundancia, porque no hay nación sin agravio fundacional, ni nacionalismo sin queja pemanente sobre el dolor de la patria, y al final ser nacionalista y ser víctima es todo uno y lo mismo, motivo por el que yo detesto con igual cordialidad a víctimas y nacionalistas? ¿Ves? Ya está dicho todo. No da para un post.)

    Estoy de acuerdo contigo en que deberíamos hacer un esfuerzo, todos, por conocer las lenguas y culturas españolas distintas de la nuestra. Pero no parece que sea ahora la tónica, por desgracia. Gallegos, catalanes, valencianos, baleares y vascos, que siempre le han llevado al resto castellanohablante la enorme ventaja del bilingüismo, dan últimamente muestras de querer renunciar a él, refugiándose en sus idiomas e imponiéndolos como únicos, al menos en la enseñanza. Y esas políticas de inmersión lingüística, que tienen malas consecuencias dentro de sus propias comunidades, porque proscriben y limitan al castellano, no las tienen mejores fuera de ellas, porque azuzan los peores demonios del nacionalismo español, tan estúpido y dañino como cualquier otro nacionalismo, y dan alas a esos descerebrados de que hablas. Todo lo contrario de esos gestos amables de que hablaba nuestra Gironina, vaya, por uno y otro lado. Las personas normales debemos, desde luego, hacer algo para contrarrestarlo. Pero no creo que dentro de ese algo esté empezar a decir “A Coruña” ni “Lleida”. Siempre he pensado que es inútil y peligroso tratar de compensar una estupidez con otra de signo opuesto.

    Gracias por tu visita.

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  20. No tinc ara temps per contestar en la vostra llengua vernàcula perquè me n'he d'anar a dinar. Però tinc unes quantes coses a objectar-vos tant a l'amable amfitrió, com al seu comentarista que s'afegeix al tema. Fins aviat! Una Gironina.

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  21. Miroslav, corrígeme si me equivoco, ¿los Girondinos no eran otra cosa?

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  22. Cigarra: me has "pillao"; se nota que no hablo el catalán y que me traicionó el nombre conocido antes que fijarme bien en el gentilicio de la debatiente gerundense/gironina. Y eso que, durante el bachillerato, mis simpatías iban más hacia los jacobinos (con los años, uno se modera, no obstante).

    Y en cuanto a la gironina, pues que espero que haya almorzado bien y nos exponga esas cosas que tiene para objetarnos, en cualquiera de nuestras lenguas vernáculas.

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  23. Gironina nos ilustrará, pero para mi que dinar es más cenar que almorzar, Miroslav.

    (Y, bien mirado, ¿qué comida es el "almuerzo"? Me suena a fósil léxico, a algo que se hace con el jubón y las calzas.)

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  24. Está clarísimo, el almuerzo es lo que yo voy a hacer de aquí a media hora, porque es viernes y me piro, que no pienso estar aquí ni un minuto mas de lo necesario (Lo que está por ver es si es necesario que esté ningún minuto, en absoluto, pero ¡mientras sea condición para cobrar!)

    Me gustaría, en serio, que nuestra amiga Gironina te comentase algo más, aunque sea en catalán, que te juro que lo entiendo, aunque no me atreva a escribirlo por el aquel del respeto a la ortografía. ¿Te acuerdas de aquel verso de Espriu que yo tenía en la pared: "Ah, que cansat estic...". Aún lo podría recitar de memoria.

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  25. Júbilo: de mis escasos conocimientos del catalán guardaba el recuerdo de que dinar era almorzar y sopar era cenar. De otra parte, nuestra amiga gironina dejó su comentario a las 15:21, hora algo tardía para el almuerzo (de ahí su falta de tiempo) pero excesivamente temprana para otra comida. No obstante, ante tus dudas he recurrido a la inefable wikipedia catalana de la cual copio y pego:

    El dinar és la menjada que es pren al migdia i després de l'esmorzar. Es denomina d'aquesta manera al menjar principal servit generalment al migdia o a les primeres hores de la tarda. Els plats servits en el dinar solen ser variats. En alguns llocs, els plats servits en el dinar són també servits en la sopar, generalment plats calents.

    En cuanto a almorzar, entiendo que te parezca un término anacrónico. No es mi caso porque esta palabra se usa donde vivo así como en la mayoría de los países americanos. Naturalmente, el almuerzo es la comida principal del día (aunque el DRAE le da tambiénla minoritaria acepción de comida de media mañana). En Madrid se suele llamar "comida" y cuando se queda a comer se entiende que es a almorzar. Pero, estarás conmigo que es una opción poco precisa pues confunde un uso específico con el genérico. De hecho en Perú cometen un error parecido pero para ellos comer es cenar. En fin, espero haberte convencido y que, de ahora en adelante, uses el para nada anacrónico término de almorzar ;)

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  26. magistrada a mi pesar29 de septiembre de 2008, 11:42

    Estoy de acuerdo con todo lo que dices sobre la justicia universal y también en lo que se refiere al uso de los topónimos. Mi gerundense y culto marido también lo está. No tenemos tiempo ninguno de los dos para extendernos sobre esto temas así que sólo te enviamos aplausos y admiración (nos sentimos "de los tuyos", o sea, de los nuestros, si nos lo permites). Y, sin ánimo de ofender a nuestra amiga gerundense, que parece muy suseptible, no me resisto a decir que debería aprender a escribir un poco mejor la lengua castellana, que da pena, hombre.

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  27. Es curioso, Miroslav, lo que pasa con los nombres de las comidas en todos los idiomas: yo tenía la idea de que en catalán “dinar” era “cenar” porque en francés actual “dîner” se usa para la cena. Pero, consultado un diccionario de francés, las tres primeras acepciones que da para “dîner” son: 1: Prendre le premier repas de la journée. 2 Prendre le repas de la mi-journée.- 3: Prendre le repas du soir. Es decir: Tomar la primera comida del día - tomar la comida del medio día - tomar la comida de la tarde. Da la impresión de que la comida a que se refiere un nombre cualquiera tiende a irse retrasando en el tiempo, de modo que la palabra que comienza denominando el desayuno acaba, antes o después, por referirse a la cena. Al almuerzo le ha pasado algo parecido, aunque con un rango un poco más estrecho: cuando en mi infancia pregunté qué quería decir –lo encontraría en algún libro, porque en Madrid nunca he conocido a nadie que usara normalmente esta palabra- me dijeron que el almuerzo era el tentempié de media mañana; luego la he leído usada, como haces tú, para referirse a la comida del mediodía y en Castilla he llegado a oir llamar almuerzo a una comilona a base de cordero asado hecha a media tarde. A mí me sigue sonando a antigüedad –lo cual no es nada malo: me encantan las antigüedades, sobre todo las léxicas- y, sobre todo, me resulta absolutamente imprecisa: si alguien me dice que va a almorzar, sé que va a comer algo, pero ya no me atrevo a conjeturar a qué hora lo va a hacer, ni si tomará un bocadillo o hará una comida de tres platos y postre.

    Magistrada y magistrado consorte, muchas gracias por vuestro apoyo, doblemente valioso viniendo de acreditados juristas como ambos sois, y aún triplemente, visto que uno de vosotros es catalán. No seais demasiado duros con el castellano de Gironina la gerundense. Yo me daría con un canto en los dientes si escribiera el catalán la mitad de bien que ella escribe el castellano.

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