martes, 2 de febrero de 2010

4'05 ANIVERSARIO


Franz Schubert
- Quinteto en La mayor "La Trucha", D. 667 - 4 Andantino (Fragmento)
Alfred Brendel, piano - Cleveland Quartet





A Marta, Miroslav, Lansky, Cigarra, dani maggio, Julián, Alas de Algodón, Zafferano, Isabel Vera, La Uge, Ignacio, Ricardo, La Delsa, MFantasma, Emma, Invectiva, Enrique, O'Clock, Ismo, Mery, Nora Hayden, Strika, Fauve, Female, Gironina, Mostrenco, David , César, Raleigh, Harazem, Amy, Matzerah, A la Oreja Verde, Pablo, Alvaro Erices, Chrysagon, Dante Bertini, Señorita Puri, Angie, Aurora, Pablo C, Levilibegas, Teresa, Gandi, Pachicha, comentaristas anónimos y lectores silenciosos todos, con mi agradecimiento.


MANIFIESTO BLOGUERO en un momento tan adecuado como cualquier otro

Hace un par de semanas, el 16 de Enero, este blog cumplió cuatro años. Fui consciente, pero decidí dejar pasar la fecha en un discreto silencio. El contador que tengo instalado (al final del todo, debajo del primer post, para que no se vea mucho) marca un poco más de treinta mil visitas –como no tengo ni idea de cuándo lo instalé, hace unos dos años, la cifra no me dice nada– y no hace mucho, por tanto, que debió de marcar treinta mil justas. No me enteré -lo miro de ciento en viento- pero si lo hubiera hecho también habría sido un buen pretexto para celebrar un cumplealgos. Y también me habría dado pereza.


Para qué negarlo: probablemente me mostraría más partidario de los aniversarios y de los números redondos, y menos descuidado para señalarlos, si tuviera unas cifras un poco menos escuálidas que presentar. Pero la verdad es que sesenta y cinco entradas (¡hombre, mira, sesenta era un número redondo! Y la mar de sexagesimal, además... También habría podido celebrar eso ¿no?) en cuatro años no es un dato de los que impresionan. No llegan ni a una y media al mes. Y si hablamos de visitas… el StatCounter –ese solo lo puedo ver yo– registra, por ejemplo, que durante el mes de Diciembre he tenido mil ciento sesenta. Son muy pocas, una media de treinta y ocho diarias, pero son menos aún si tengo en cuenta que un único visitante que haga clic sobre el nombre de cinco posts distintos –para leer los comentarios, por ejemplo– cuenta como cinco. Y que este blog, como cualquiera, me imagino, tiene cerca de una cuarta parte de visitas casuales, a quienes Google o Yahoo han traído por los pelos, que buscan algo que nada tiene que ver con lo que encuentran, se van a los dos segundos, una vez comprobado que esto es así, y no vuelven jamás.

(Mi contador, por cierto, me informa de las claves de búsqueda de mis visitantes, y resulta francamente divertido ver las cosas que la gente puede llegar a teclear en los buscadores: algunos deben de pensar que hay en la red un enanito sabio al que dirigen sus investigaciones, y ponen, por ejemplo: "
Quiero saber cuántos versos tiene un soneto", por lo cual imagino que les saltarán centenares de miles de páginas que contengan las palabras "quiero", "saber" y "cuántos", realmente útiles en su búsqueda.

Tomen ustedes nota, ya que estamos, y no tecleen nunca cosas como "
sexo con menores" o "venenos indetectables"; la Policía puede seguirle la pista a su IP.)

Soy muy consciente de que ambas cosas, número de entradas y número de visitantes, están directamente relacionadas: hasta el lector más entusiasta y fiel acaba raleando sus visitas si, vez tras vez, encuentra el mismo post de hace diez días, y de hace quince, y de hace mes y medio. El bloguero que quiera lectores numerosos y asiduos tiene que ser, a su vez, asiduo y prolífico escribiendo. Yo no soy ninguna de las dos cosas. Escribo cuando me sale, y me sale muy de vez en cuando. La mayor parte de las veces, encima, en blogs ajenos. Si se reunieran todos los comentarios que en estos cuatro años he esparcido por los cinco o seis blogs que más frecuento, con cualquiera de mis dos seudónimos, probablemente abultarían diez o doce veces más que lo que en el mismo tiempo he publicado en el mío, y hasta es posible que tuvieran bastante más enjundia.

Y no es que sea así de generoso, no: soy simplemente desorganizado, caótico y adicto a convertir la improvisación en sistema. Escribo al impulso del momento y no tengo claro qué quiero decir y cómo exactamente voy a decirlo hasta que llevo tres o cuatro frases tecleadas. Si no hay nada inmediato -un post ajeno, por ejemplo- que me impulse a a escribir esas tres o cuatro frases, la mejor de las ideas puede quedarse durante meses tomando forma en mi cabeza, con el vago propósito de convertirse algún día en post.

Y lo cierto es que ni siquiera lo lamento demasiado. A estas alturas de mi vida no es solo que me haya acostumbrado a ser así, es que, en realidad, me he aficionado. Tiene mal remedio.

Quizás lo que digo esté sonando a disculpa. Me apresuro a negarlo. No me parece que tenga nada de que disculparme con nadie. ("Al cabo, nada os debo; debeisme cuanto he escrito...") No creo tener ninguna obligación de escribir ni de publicar, ni para con mis lectores ni para conmigo, del mismo modo que no creo que nadie tenga ninguna obligación de leerme ni de comentarme. Empecé esta historia porque me apeteció, la mantengo porque sigue divirtiéndome y perseveraré hasta que deje de disfrutar con ella, al margen de que tenga o no lectores y comentarios.

Este blog es mi patio interior, mi huerto de reposo y mi lugar de esparcimiento –o uno de ellos, al menos– es decir, un medio de cultivar la noble ocupación de la pereza, en el mejor sentido de esta estupenda palabra –y en el mejor también de la sospechosa palabra ocupación–. Abierto, desde luego, a todos los amigos y visitantes que quieran asomarse y compartir mis placenteras formas de perder el tiempo, pero ajeno y opuesto desde su misma concepción a horarios, plazos, objetivos y prisas. Si algún día empezara a sentirlo como una obligación, o a inquietarme por no publicar con la suficiente frecuencia, o a preocuparme por recibir pocos comentarios, entonces sí que sabría llegado el momento de dejarlo. La vida impone ya suficientes agobios como para que uno mismo se vaya a buscar sin necesidad ni uno solo más.

Todo lo cual no quita, naturalmente, para que me guste enormemente tener lectores, y más aún tener comentarios, que es casi la única forma de saber con certeza que se tienen lectores (casi la única, pero no del todo; descubrir en StatCounter a un lector silencioso que se ha pasado treinta o cuarenta minutos leyendo post tras post, aunque no diga nada, es casi igual de emocionante que recibir un comentario inteligente o entusiasta). De hecho, y en contra de lo que acabo de decir dos párrafos más arriba –pero no me desdigo– el hecho mismo de publicar en un blog lo que se escribe, en vez de guardarlo en un cajón, implica que, en realidad, se desea ser leído. (El hecho mismo de escribir, se haga luego con lo escrito lo que se haga, ¿no implica que se desea ser leído?)

Por añadidura, con algunos de mis lectores –de algunos de los cuales soy, a mi vez, lector– he llegado a establecer una verdadera amistad, que no por ser básicamente virtual es menos sólida y fundamentada. Y algunos de mis amigos se han convertido, por el camino inverso, en lectores de este blog. ¿Puede pedírsele más a una actividad que, encima, me divierte por sí misma?

En fin, aunque es cierto que los resultados numéricos que puedo exhibir rozan lo mísero; y aunque no lo es menos que preferiría que no fuera así, también lo es que no me importa demasiado. Este blog me ha dado, me da y espero que me dé en el futuro muchas satisfacciones más importantes que un número alto de posts, de lectores o de comentarios.

La primera, la fundamental de conseguir dejar dicho algo que se tenía ganas de decir. Yo pienso en el acto de escribir y por eso para mí escribir sobre un asunto es a la vez el medio y el resultado de aclarar mis propias ideas sobre ese asunto. Una vez que he conseguido formularlas dejan de bullirme en la cabeza y me permiten desentenderme de ellas y pasar a otra cuestión. (Podría decirse que pienso escribiendo. Visto lo poco que escribo, mejor no sacar consecuencias). La conciencia de que mi proceso mental, además, va a ser leído, quizás no por mucha gente pero sí por gente que me merece mucho respeto intelectual y personal (saluden, fieles lectores míos), me obliga a ser más riguroso a la hora de documentarme, más –solo un poco, pero bueno– ponderado de lo que naturalmente tiendo a ser y también más exacto e inequívoco en la expresión de lo que quiero decir.

Luego están las satisfacciones puntuales. Tuve una enorme, por ejemplo, con el post sobre Los Encartelados, de Gonzalo Arias. Que el propio Arias llegara a leerlo, que lo hiciera en el momento en que lo hizo y que todo ello sucediera por casualidad me impresionó de un modo muy especial. En otro orden de cosas, me satisface notablemente haber dado a conocer las que considero, aunque me esté mal el decirlo, unas buenas traducciones de Brassens, con las que he disfrutado mucho. Así como haber hecho pública la única ficción que jamás he escrito y probablemente jamás escribiré, Murderking y yo, con cuya trabajosa confección me divertí tanto. Sé que no es un buen relato y ni siquiera es del todo mío, pero es, por el momento al menos, mi único relato y, en consecuencia, le tengo un tonto e innegable cariño. En general todos mis revoloteos de mente dispersa por las cuestiones dispares y generalmente irrelevantes con las que suelo perder el tiempo desde pequeño –valgan de ejemplo mis incursiones en el terreno de la música– me resultan mucho más placenteras desde que tengo esta especie de vitrina donde ponerlas todas juntas al alcance de quien las quiera mirar (y, desde que, encima, resulta que de vez en cuando hasta hay alguien que las mira).

Resumiendo: quizás precisamente porque publico tan pocos, cada post tiene algo de especial para mí, va cargado de trabajo, de cuidado, de elección de músicas y de fotos, de mí mismo. En este blog hay, esa es la cuestión, algo de mí que no está en ningún otro sitio. Mientras siga siendo así, seguirá mereciéndome la pena.

Post scriptum: Aprovecho que me ha dado por el desahogo narcisista para referirme al asunto de mis nicks. Escogí, para firmar mis comentarios por esos blogs de Dios, el nombre de Vanbrughun personaje de una novela de mi infancia(1) que siempre me cayó muy bien, no el arquitecto y autor teatral inglés del S. XVII– un poco al azar, porque fue el primero que se me ocurrió, y mucho antes de pensar en tener un blog propio. Lo conservé porque, una vez elegida una personalidad virtual, más vale atenerse a ella y no sembrar por la blogosfera más confusión que la imprescindible. Luego abrí un blog con mi propio nombre, y durante mucho tiempo mantuve escrupulosamente separadas mis dos actividades internéticas, la de bloguero y la de comentarista. Llegó un momento, sin embargo, en que empezaron a converger, y entonces surgió un nuevo problema: no deseaba que cualquiera pudiera identificar el nombre y el apellido con los que me paseo por el mundo ni con el nick Vanbrugh ni con el autor de lo que aparece en mi blog. No es que tenga nada que ocultar, ni ningún inconveniente en que ustedes, queridos lectores habituales, sepan cómo me llamo en el siglo, como muchos de ustedes lo saben ya. Pero hay, en cambio, alguna gente a la que conozco y trato porque no tengo más remediopienso fundamentalmente en algunos individuos a los que mi trabajo me constriñe a tratar con una inmerecida cortesía; y si alguno de ellos por casualidad lee esto espero que se dé por aludido– y a la cual me desagrada visceralmente imaginar siquiera leyendo estas páginas personales –del mismo modo que no quiero tampoco pensar en verlos en mi casa, o tratando con mi familia o con mis amigos: pura higiene vital–. Que esa gente pueda caer por aquí sin más que teclear en Google mi nombre civil me molesta extraordinariamente. Para evitarlo, o al menos dificultarlo en lo posible, cambié el nombre al blog, lo mudé de dominio y así surgió Júbilo Matinal como nuevo nick. Al principio traté de mantener la ficción de que Vanbrugh y Júbilo fueran dos personas distintas, pero nunca con demasiada convicción; y gradualmente fueron confundiéndose en una satisfactoria amalgama. Ahora mismo sigo siendo dos, a efectos internéticos, y aunque sería incapaz de establecer claramente cuándo soy uno y cuándo soy otro, sigue habiendo cosas que me apetece más firmar de un modo y cosas que me pide más el cuerpo firmar del otro. Algún escape hay que darle a la propia esquizofrenia y ¿por qué ibamos a dejar el monopolio de los conflictos identitarios a los nacionalistas y a la Santísima Trinidad?


___________________________________________________
(1)
¿Alguien sabe decirme de cuál?– (No, Cigarra, tú no. Baja el dedo.)

46 comentarios:

  1. ¡Enhorabuena por estos cuatro años tan estupendos!.

    Da gusto leerte, aunque, como te comenté en alguna ocasión, soy tan "cortita" y tengo una formación tan justa que jamás he podido estar a la altura. A veces me han resultado demasiado profundas algunas cosas... Pero siempre se aprende muchísimo contigo.

    Un beso,
    Carmen

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  2. Estimado Vanbrugh, gracias a este post he encargado el libro de los caminos de la Hispania Romana, soy asi de caprichosa... voy a leer también tu único relato como celebración de tu bautismo en la ficción, tienes razon cuando dices que aqui tambien se pueden hacer amigos, y es muy divertido!

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  3. Te convertiste en un elemento de mi pasaje cotidiano, porque yo veo esto de internet más como paseos que como navegaciones. Y en mi deambular me tropecé con vos, ilustrísimo, primero, recuerdo, para insultarte un poco en blogs ajenos, luego para seguirte asiduo en el tuyo y comprobar si aparecias por el propio.

    Un elemento de mi paisaje cotidiano (y afectivo, hay qué joderse, aunque no conviene divulgar mucho estas blanduras en un personaje de mi calaña), ya digo, pero no como una farola, sino como un balcón con flores al que siempre alzo la vista al pasar.Y siempre me gusta lo que veo, digo, lo que leo.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Pues esta semana es de magníficos aniversarios, sí señor. Enhorabuena por disfrutar así de tu blog, y de paso: enhorabuena para nosotros, los que te leemos. Todo lo que hay aquí (siempre imagino a Jeeves en algo así como una mandorla mística, asintiendo tus posts)es interesante, y gratísimo de leer.

    No has podido acertar más con la música: canturrear la trucha cuando estoy contenta es uno de mis vicios. Melodía más festiva no la hay.

    Besos, felicidades, sigue.

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  6. Nueva en tu blog y totalmente de acuerdo con tu enfoque bloggero. De mi propio blog suelo decir que el hecho de que no me lea nadie (metafóricamnte hablando), me da más libertad para escribir lo que quiero.
    Besos

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  7. Enhorabuena Vanbrugh, éste es uno de los pocos blogs al que acudo diariamente. Me interesa lo que cuentas y como lo cuentas, me lo paso bien. Eres una persona inteligente, divertida, interesante y con otras cualidades que no voy a enumerar porque no quiero que te sonrojes.Ojala te sigas divirtiendo con esto para que los demás podamos seguir disfrutándote.
    Saludos.
    Nora

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  8. Para mí es un honor estar en tu listado de agradecimientos. Yo soy un recién llegado a la blogosfera, que poco a poco va puliendo la necesaria torpeza del principiante, y que no tiene más que su nick y muchas ganas (como tú) de leer y ser leído. Me ha gustado mucho este post: revelador, emotivo y auténtico.

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  9. Me sumo a las felicitaciones que te llueven para celebrar este venturoso aniversario que, para mayor esplendor, coincide con la presidencia española de la UE. Creo que somos bastantes los que te tenemos que estar agradecidos por los ratitos de placer, de reflexión y de enriquecimiento que la lectura de tu Blog nos ha proporcionado. No importa cuántos ni durante cuántos minutos: eso de la estadística déjalo para contar parados y abortos y miles de millones de euros y cosas de esas que nos están pasando. Que tengamos otros cuatro años y otros cuatro y luego más..

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  10. Estoy de acuerdo con Ricardo en la limitación de la estadística para reflejar la riqueza de tu blog y la satisfacción de los que nos asomamos a él. Te daré no obstante un dato revelador: el cincuenta por ciento de tus lectores son la mitad....

    Feliz aniversario, Vanjubilo: sigue defendiendo con tu habitual vehemenecia y extremismo tus razonables y bonachonas opiniones.

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  11. Oye, 'aniversañero', no se si viene al caso, pero que sepas que me he visto obligado a propinarle una leccióon de economía a tu Cigarra. Ella se lo buscó.

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  12. Carmen, ni eres cortita, ni “justa” tu formación, ni hay altura alguna a la que estar, ni esto es la Crítica de la Razón Pura, sino una modesta coleción de chorradas. O sea, que no has dado una. Pero muchas gracias.

    Emma, mi pobre relato no puede compararse con los tuyos, pero me encanta que lo leas. Y que conozcas las Calzadas Romanas de Gonzalo Arias gracias a este blog. Te gustarán.

    Me gusta la idea de pasear por Internet, Lansky. Y me enorgullece formar parte de tus paisajes. Es absolutamente mutuo, como creo que sabes.

    Qué buena la imagen de Jeeves presidiendo mis divagaciones como un pantocrator benevolente, Oclock. La Trucha es, creo, la primera música clásica que aprendí a identificar, a eso de los cuatro años, y este pasaje me parece uno de los momentos cumbres de la historia de la música. La primera vez que oí un ragtime de Scott Joplin pensé que lo había tomado directamente de aquí.

    Bienvenida, Alicia. Qué alegría, tener una lectora argentina. Con tu permiso, me adueño de tu magnífica frase para mi uso particular. Paso por tu blog y me río mucho.

    Nora, pues me he sonrojado lo mismo. (Soy como una flor). No merezco tus elogios, pero te los agradezco mucho.

    Chrysagon, como bien sabes nada agradece más un bloguero, después de un comentarista con el que está de acuerdo, que un comentarista con el que no está de acuerdo. De modo que muy agradecido.

    Te corresponde buena parte de las felicitaciones, Ricardo. Fue tu ejemplo el que me llevó a abrir el blog, oh Precursor.

    Raleigh, cómo me ha gustado lo de la vehemencia y el extremismo de mis opiniones razonables y bonachonas. Qué bien me conoces.
    Y qué sagaz observación de economista, esa del cincuenta por ciento. Te la completo con otra, igualmente profunda: cualquiera tiempo pasado fue anterior…

    Mucísimas gracias a todos por vuestras felicitaciones, por vuestros comentarios y, sobre todo, por estar aquí.

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  13. Bueeno, vaaaale, bajo el dedo. Siempre me ha parecido precioso ese nick tuyo y estoy orgullosísima de que lo luzcas, por la parte que me toca. Y si además de ese y del de Júbilo Matinal, tuvieras elgún otro nick tal como Pío Pis, Emporio Pitació, Septiembre Nort o Albertino, entonces representarías mi triada literaria mas entrañable (ya se que no son los mejores, pero no siempre los que más nos gustan son los mejores; no hay más que ver que yo a mi misma me gusto bastante)
    En cualquier caso que es estupendo que hayas llegado hasta aquí, que pienses perseverar, que te lo pases tan bien escribiendo como nosotros leyéndote y que este blog sea el lugar de encuentro de gente tan interesante. Me parece sanísimo que pases de estadísticas, y deseo que sigas amenizándonos la vida con tus reflexiones, tus traducciones de Brassens y tus polémicas jugosas con los visitantes peleones (Corro a ver la lección de economía que me ha dejado Lansky. Estoy tan echada a perder que no la he visto todavía)
    Mil enhorabuenas, ¡y que cumplas muuuchos maaaaaas!

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  14. Hace un par de semanas, el 16 de enero, yo también cumplí años! Cuatro no... Y también lo dejé pasar. Total ya...
    Me alegro de que incluyas, aunque sea al final, tu famosa sección de acertijos que me han hecho pasar horas y horas de insólita actividad cerebral, y aunque no haya acertado ni uno, he estado a punto.
    En cuanto a éste, seguro que adivino la novela, pero antes me voy a acercar al blog de Cigarra a ver si canta...

    Un beso muy grande Van, y que cumplas muchos más. Y yo que los lea!

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  15. Dedicándole un ratillo y ayudado por el google he encontrado los siguientes y escasísimos datos sobre los Vanbrugh de ficción:

    En la novela denominada Un fin de semana en Blenheim, de JP Morrisey el protagonista es un joven arquitecto americano, John Vanbrugh, a quien, en 1905, la duquesa de Marlborough, Consuelo Vanderbilt, invita a remodelar las habitaciones de su palacio de Blenheim debido a que se llama igual que el famoso arquitecto que originalmente había diseñado el inmueble. Pero parece que esta novela es de 2001, así que queda descartada como fuente de tu seudónimo.

    Una escritora inglesa del siglo XIX, Dina M. Mulock Craik, escribió una novela llamada Olivia (Olive) en la cual uno de los personajes secundarios se llama Micahel Vanbrugh, un hombre muy feo que, "torturado porque la Providencia le había negado la bendición de la belleza", se había hecho artista para crearla con su propia mano. Pero no me pega que sea este el personaje al que homenajeas con tu seudónimo, si bien puedo imaginarte leyendo en tu niñez literatura victoriana.

    Seguiré buscando en los ratos tontos, a ver si descubro que leías de niño. De momento no he recurrido a las pistas que aporta Cigarra.

    Pero a lo importante: que muchas felicidades por tu 4,05 cumpleaños (4,04931506849... en realidad). Me recuerdas que el 4º mío cae dentro de unos días (somos casi de la misma edad bloguera). Y aunque sé que no me harás ni caso (ni falta que hace), decirte que aplaudo todo tu manifiesto sin que ello obste para que me gustara que escribieses más a menudo. Un abrazo.

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  16. Francisco de Borja Vanbrugh, el pederasta de 'La cruzada de los niños', en parte novela, en parte crónica de hechos realmente acaecidos en la Alta Edad Media donde se relata como, con la complicidad del Papa de la época -a su vez desalmado padre de varias docenas de esos pobres infantes-, se envía a Palestina a ese ejército de minúsculos hombrecillos y aspirantes a mujerzuelillas que acaban en manos de traficantes de esclavos, prostituidos o masacrados. Vanbrgh, creo, era, por así decir, el responsable principal de todo ese tour operator bélico religioso.

    ¿A qué he acertado?

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  17. Tu tríada se me antoja un tanto heterogénea, Cigarra. Así vas a despistar más todavía al pobre Miroslav. Y sí, lo mejor de este blog sois, sin duda, sus visitantes. Intentaré seguir dandoos motivos para venir por aquí.

    ¡Hola, Zaffe, cuánto tiempo sin verte, qué alegría! Felicidades a ti también, pues. Venga, este acertijo me lo tienes que adivinar. Ponte a ello, al alimón con Miroslav, y no te dejes confundir por las falsas pistas de Cigarra. O bueno, casi mejor sí, déjate. Un beso.

    Qué tío, Miroslav. No has acertado, pero no será porque no te lo hayas currado. ¡Cuánto Vanbrugh de que yo no tenía ni noticia hay por la literatura universal! Te mereces una pista: en un comentario a un post de este mismo blog, hace casi dos años (28 de Febrero de 2008) me preguntaste si mi seudónimo era homenaje a Sir John Vanbrugh. Te respondí dándote un dato interesante que debería bastar para averiguar en no mucho tiempo de qué novela estamos hablando.

    Lansky: ¡Animal!
    (¿Cómo se va a llamar Francisco de Borja un tipo del siglo XIII, vamos a ver? Menudo falsificador estás tú hecho…)

    Muchas gracias a los cuatro, y de nuevo a todos los demás, por ser esa gente interesante que, según dice Cigarra, se reúne en este blog.

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  18. Enhorabuena, y gracias por la dedicatoria.

    No te agobies por las visitas ni por el número de posts... que puedes acabar trastornado. Al fin y al cabo ésto lo hacemos tan sólo para divertirnos.

    Un saludo; nos leemos.

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  19. Bienvenido, Mostrenco, y gracias a ti. No sabes cuánto me alegro de verte por este blog.

    No sé si doy esa impresión, pero te aseguro que el número de visistas y de posts no puen agobiarme menos de lo que lo hacen. Gracias por el consejo, de todos modos, y un saludo para ti.

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  20. La solución a tu acertijo, querido Vanbrugh, es Beau Geste (1924), "una de las novelas que me iluminó más vigorosamente la infancia", tal como comentaste en el blog de Lansky (esa pista no me la diste, que conste). El autor, PC Wren, es efectivamente descendiente del archirreconocido Cristopher Wren a quien Vanbrugh sucedió en 1703 como supervisor de las obras del Hospital de Greenvich (wiki dixit). Así que ciertamente ambos arquitectos eran coetáneos, aunque no me consta que amigos.

    El personaje de tu nick se llama Otis (feo nombre, pardiez) y no es el protagonista de la novela pero, en cambio, pasará a serlo en las secuelas de la novela (Beau Sabreur, Beau Ideal y Spanish Maine).

    Sé que, seguro que no tan niño como tú pero desde luego que en la infancia, leí esa novela, probablemente en la edición de Juventud (tenía varios libros de esa editorial), pero la verdad que no me acuerdo del argumento. Algo vagamente me viene a la cabeza la versión cinematográfica en la que actuaba, creo, Gary Cooper.

    Bueno, ¿qué he ganado?

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  21. ¡Bravo, Miroslav! Te habrías ganado mi admiración profunda si no contaras ya con ella. Como la tienes desde hace tiempo y no se puede, por tanto, considerarla premio, te has ganado además un ejemplar de la trilogía (Beau Geste, Beau Sabreur y Beau Ideal, en este orden; de la cuarta, Spanish Maine, que mencionas, te confieso que jamás he oído hablar), de segunda mano pero en no mal estado. Editorial Juventud, Barcelona, 1ª Edición, 1961. Ya quedaremos para que lo recojas.

    Efectivamente, recordaba haber hecho esa otra alusión en un comentario en el blog de Lansky, pero no sé en qué post ni fecha, y además mencionarlo habría sido ya dar demasiadas pistas, innecesarias, como se ha visto, para un lector atento y perspicaz como tú.

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  22. Hmmm, me pregunto cómo afectan a tus estadísticas que tengas 16 subscriptores en el Google Reader, que ni tenemos que pasarnos por aquí para leerte (las dos veces por lustro que te da por escribir).

    Bla bla blá, mu bonito todo, ¡escribe más! Que eso de que si la improvisación y tal me resulta una excusa demasiado familiar como para que cuele, Van.

    (Sobre tus nombres, ¿te conté que la Muchacha, en realidad, te pronuncia "Frankfurt"?)

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  23. Oye, pues eso de los suscriptores me parece un argumento estupendo, David. Claro, tengo tan pocas visitas porque todo el mundo me lee en alguna suscripción de esas que dices. Eso mismo. Y, por cierto, ¿cómo sabes que son dieciseis mis suscriptores de Google Reader? ¿No podríamos decir que son más? ¿Ciento sesenta, por ejemplo? ¿O mil seiscientos?

    Todo el mundo había sido muy cortés y había fingido creerse mis motivos para escribir poco. Hasta Miroslav, que suele darme la lata con eso de que escriba más, se había limitado a volvérmelo a decir con gran amabilidad. Hasta que has llegado tú a decir esa grosería de que son excusas, bla, bla, bla. Desde luego...

    La verdad es que como yo no me pronuncio nunca a mí mismo, aún no me he pronunciado sobre cómo se me debe pronunciar. Me parece estupendo, pues, que la Muchacha me pronuncie Frankfurt. Dale un beso de mi parte.

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  24. Vanbrugh, me apabullas con tu generosidad. ¡Cómo voy a aceptar unas reliquias como las que me ofreces que, además, estarán cargadas de tantísimo valor sentimental para ti! Más que suficiente premio ha sido que me hayas dado una buena excusa para perder un poco el tiempo en este primer semana desde hace muchos en que no he estado trabajando.

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  25. Desgraciadamente, Miroslav, los ejemplares en que leí por primera vez Beau Geste y secuelas desaparecieron hace tiempo. Eran libros de bolsillo leídos y releídos cientos de veces por mi y mis hermanos y no sobrevivieron a ese fructífero desgaste, aunque han sido convenientemente sustituídos en mi biblioteca particular, donde no puede faltar esta novela. El ejemplar que te ofrezco ha llegado a mis manos recientemente, por curiosos caminos que ya te contaré, y no tengo para él mejor destino que hacerle servir de premio a tu sagacidad. Cuenta con él.

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  26. Tú tienes la culpa de que me acueste a las tantas, tú y tus amigos, esos a los que citas al principio, entes desconocidos que pueblan mi vida internáutica, que me provocan adicciones insospechadas sólo hace unos años, que me causan curiosidades que se multiplian a diario, que me aportan datos interesantes sobre cosas diversas y a veces totalmente inútiles y que me conducen a la incomprensión conyugal y a la disminución del rendimiento laboral pero que, a la vez, me ofrecen la sensación de tener amigos nuevos, de disfrutar de palabras, músicas e imágenes y, claro, de aprender continuamente no sólo sobre "cosas" sino sobre todo sobre artes tan difíciles como la honradez, la alegría de vivir, la integridad moral, la generosidad y, por supuesto, la gracia de la escritura.
    Por cierto, tu nombre, "Vanbrough", siempre me recordó a ese de "Vambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena, Vambrú se fue a la guerra y nunca volverá, do, re, mi, do, re, fa y nunca volverá" porque cuando mis hermanos y yo eramos niños lo cantábamos así, tal y como nos lo enseñaba la abuela. Ya ves.
    Pues eso, que no te vayas a la guerra pero que sigas siempre al pie del cañón en el que te reencontré.
    Como nadie te lo ha dicho todavía, voy a ser la primera:
    ¡Te quiero, Fray Júbilo!

    PD.(cuando me echen del trabajo por estar escribiendo en tu blog en horario laboral actualizaré el mío, que lo tengo abandonado)

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  27. ¡Hola, Alas de Algodón! Yo también te quiero, Magistrada querida, y me encanta que me lo digas. Como dicen Lansky y García Márquez -por orden de importancia, ya que no de originalidad- escribimos para que nos quieran. Me dices tantas cosas bonitas que no me siento capaz de contestarte adecuadamente a ninguna. Me limitaré, pues, a ponerme colorado y decirte "gracias".

    (El de nuestra copla infantil, en realidad, era "Mambrú", con M. Era el Duque de Marlborough, que se pegó con los franceses allá por los principios del XVIII por quién tenía que reinar en España. Ganaron los gabachos y pusieron al Borbón -no al de ahora, a otro del estilo- pero antes les pegó unas cuantas palizas y ellos se vengaron sacándole la copla, que aquí copiamos enseguida, afrancesados que somos.)

    No soy quién para decírtelo, pero ya que lo dices tú, corroboro: escribe algo en tu blog, sí.

    Un beso.

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  28. Por eso te aclaraba que era la versión de mi abuela, pequeño saltamontes; yo supe pronto que era Mambrú, o sea Marlborough, pero nunca pude convencerla de cambiar su versión (¡vaya niña sabihonda! -debía pensar-, ¿qué sabra ella?)
    Vambrú siguió siendo Vambrú incluso para sus bisnietos,
    Seguiré cantando la copla en su versión adúltera y, de paso, te hago un homenaje a tí y otro a ella.
    Intentaré escribir para que algien me quiera (¡snif!).

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  29. ¡Toma! Me lo tengo bien merecido, por pedante.

    Te queremos aunque no escribas. Solo que nos das menos ocasiones de decírtelo.

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  30. Conocí a este entrañable cartesiano hace ya casi cuatro años ¡cómo pasa el tiempo! leyendo los blogs de “lector ileso” y “lector mal-herido” y desde entonces no he dejado de sorprenderme de la elegancia y la sangre fría de la que el tío hace gala para poner cada cosa en su lugar. Y a cada quien en su sitio. Valga, como ejemplo, a mi mismo y mis comeduras de tarro sobre las que a veces -muchísmas veces- tiene el detalle de formular las puntualizaciones que considera adecuadas al caso. Y que habitualmente suelen serlo.

    Bendito español ¡este Vanbrugh! que a la provocación responde con sutileza, a los malos modos con espontánea urbanidad y a la estulticia con finura y sentido del humor.

    Y que, sin embargo, cuando pone punto y final al cruce dialéctico, a su interlocutor (¡el jamás lo llamara adversario y, menos, enemigo) lo ha dejado hecho mistos.

    Un abrazo muy grande, amigo.

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  31. Siempre he dicho que lo bueno de tener amigos leídos es lo bonito que queda cuando hablan bien de ti, como es su obligación. Háganse ustedes amigos de buena gente que escriba así de bien y, llegado el caso de un aniversario apócrifo como este, tendrán un panegírico tan chulo como el que me acaba de escribir Julián. Que encima hacía años que no venía por esta su casa, así que me ha dado doble alegría.

    Ahora ya, con que vuelvas a escribir en tu Clavadista Solitario y podamos volver a montarnos aquellas tertulias tan sabrosas al amor de tus hirsutos posts, todo perfecto.

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  32. ¡Felicidades, Júbilo! Eso es lo que he sentido yo ¡auténtico júbilo matinal al ver que habías actualizado!Un beso muy fuerte y, por favor, no dejes de escribir.

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  33. Muchas gracias, Angie, y un beso para ti. Me alegro de jubilarte la mañana (ahora que otras jubilaciones parece que nos pillan cada vez más lejos).

    No te preocupes; despacito, ya sabes, a mi aire, pero no creo que deje de escribir, por el momento.

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  34. Me jubilas muchísimo. Gracias.
    La Uge

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  35. Gracias a ti, LaUge. Qué bien que me escribas algo. Un beso.

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  36. Espero que te guste mi regalo de cumpleaños:

    http://universitasuniversitatis.blogspot.com/2010/02/por-que-el-1-dejo-de-ser-un-numero.html

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  37. Gracias por la mención y felicidades para ti también.

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  38. Números, no te lo había dicho, pero espero que quedara claro en tu blog: me encantó tu regalo de cumpleaños. Gracias otra vez.

    Amaranta, qué bien verte por aquí. Gracias a ti.

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  39. ¡Felicidades, Van! Muchas gracias por la dedicatoria. No sé qué decirte, lo que te han dicho por aquí ya es suficientemente bestial. Me ha ENCANTADO el comentario de Bluff, lo suscribo enterito. Estoy enormemente agradecida a Lector Malherido por conectarme contigo y con otros blogueros a quienes admiro. Me gustaría explayarme (¿se escribe así?), pero me están presionando, "la cena, la niña tiene sueño", y siempre es así. Una pena.

    Isabel Vera

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  40. Gracias, Isabel. Por tu comentario y por seguir asomándote por este blog en el que siempre eres esperada. Y por suscribir las cosas estupendas que me dijo Bluff.

    Sigue viniendo de vez en cuando, entre cena y cena de la niña...

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  41. ¿Esa Pachicha soy yo? ¡Dime que sí! ¡Qué ilusión, nunca había visto mi nombre así, tan publicado y redondito!
    Aunque algunos de tus post me parecen un poco rollo (cuando te flipas con las matemáticas o con cosas raras), en general es un placer leerte.
    Dice Landero que la literatura no se enseña, se contagia. Pues eso, que no pierdas ese don que tienes de contagiar.
    Un beso enorme, Irene.

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  42. Pues claro, Pachicha, quién iba a ser.

    Un beso enorme, guapa.

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  43. Qué comentario más bonito el de Alas de Algodón. A mi me pasa lo mismo, me acuesto a las mil y gallo, pero me lo paso estupendamente. Muchos besos, guapa

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  44. ¡ Una delicia !

    No podría estar más de acuerdo con tu concepto de cómo puede o debe ser un blog.
    Me reprocho que no se me haya ocurrido entrar aquí antes.

    Tu alegre y rápido modo de discursar, los temas que eliges o te eligen los pensamientos cuando te pones en marcha; la variedad y calidad de los comentaristas; ese humor.

    Todo, todo, en fin.

    Ahora revisaré lo anterior.

    No sabes - no sabéis - la rabieta que me produce ser tan inexperto y tan torpe para estos menesteres técnicos y depender, por eso, de un ayudante (mi hijo, lo he pregonado demasiadas veces), que me visita semanalmente y dependo de él para lo que publico en mi 'Grillo de O'.

    Por mi mismo no sé más que escribir (sin demasiada facilidad - eso es lo de menos...) y comentar en dos o tres blogs. No ENRIENDO cómo es posible adjuntar música; me parece muy complicado compner textos con fotos y dibujos; recuadrar, cambiar tipografías y/o colores...

    Uf!!

    Os felicito y doy mi cálida enhurabuena al Júbilo de Vanbrugh y a él mismo, a quien mando un saludo muy cordial.

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  45. Gracias, Grillo. No sabes lo derechos al corazón que me llegan tus elogios a este pobre blog, últimamente tan abandonado de su desastroso dueño. Sé muy bienvenido.

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