lunes, 7 de febrero de 2011

1949 - Consulado de España en Buenos Aires

Una fantasía pictórica de mi tío. Ignoro la fecha. La firma Fray Bacilo.
Releyendo la correspondencia entre mi padre y su hermano mayor, mi tío Guillermo, trasplantado a Argentina, encuentro en una carta de mi tío este pasaje en el que cuenta sus gestiones en el consulado español de Buenos Aires para obtener un poder notarial con el que cobrar una pequeña herencia en España:


Buenos Aires, 10 de Enero de 1949

El Consulado español, en la calle Guido. No he encontrado
fotos de la época, pero parece que sigue estando en el mismo sitio.
...Hoy laburaban de 10 a 15. A las 12 y cuarto, previos mango y medio de taxi, llegué nuevamente a la simpática sucursal del edén ibérico en B. A. Está dicha sucursal en un barrio aristocrático (La Recoleta) que se caracteriza porque la mayoría de sus habitantes son judíos, ingleses, criollos de abolengo colonial, etc. Inmejorable sitio para servir a la colonia española, que se compone de camareros, cobradores de ómnibus, porteros y cafeteros, y que vive... en cualquier parte menos en La Recoleta. Penetro en el patrio recinto. Si entrase con los ojos vendados e ignorante del camino recorrido, diría sin titubear: Consulado Español o Centro Gallego. El olor de pies hidrófobos es inconfundible.

Dos manadas amorfas de hijos de Adán y de hijas de Eva se apelotonan ante los dos empleados que reciben las solicitudes de inscripción. No son los gallegos que acaban de llegar, sino los que vinieron hace años y hoy necesitan algún papel, o los que quieren reclamar a algún pariente para que Franco lo deje escapar antes de que su tuberculosis sea incurable. La sagrada efigie del Sumo Gallego preside el local. Han elegido una de sus “caras” más gentiles: ésa en que todavía no tiene papada abacial ni beatitud de rey, y en la que el gestecillo característico de pequeño sátrapa está reducido a un triste quiero y no puedo por su mirada turbia de furriel de intendencia.

Tras una reverente genuflexión vuelvo las espaldas a Francisco I el Elástico y empiezo a aforar a ojo las dos manadas de españoles para decidir a cuál de ambas me conviene adherirme. Y en ese justo momento surge un funcionario gritando:

—¡O se ponen ustedes de uno en uno o llamo a la policía!

Los dos pelotones ondulan, ramonean, mugen sotto voce, y después de algunas nuevas conminaciones y empujones del funcionario, se alinean en dos filas. Yo me sitúo a la cola de la más corta. El joven diplomático se marcha con aire olímpico, murmurando:

—¡Pues no faltaba más! ¡Hatajo de gañanes...! 

Es castellano, y de importación reciente. De otro modo habría dicho ¡Punta de atorrantes!

Transcurren tres cuartos de hora, también castellanos, pues durante ellos una cola argentina, peruana o guatemalteca habría corrido, lánguidamente, ocho o diez puestos. Esta cola de duros celtíberos, tiesa, rígida, con el temple de acero de la raza (que ni la niebla del Paraná puede reblandecer) no se ha movido.

¡Ah, pueblo bravo de soldados y de apóstoles, yo te reverencio! ¿Qué son para ti tres cuartos de hora en posición de firmes? Un paseo en góndola. Cuando el enérgico funcionario alineó la hueste, una señora de ascético continente entregaba un papel al hombre del mostrador. Diez minutos después el papel le fue devuelto para que lo firmase. Quince minutos más tarde el papel estaba firmado. Luego se desarrolló un diálogo vivo entre ella y el hombre del mostrador. Después otro papel. Como ya estaba firmado consumió menos tiempo: sólo veinte minutos. Y el empleado se concedió un premio. Un premio austero también: ibérico, sin voluptuosidades criollas; nada de fumar o tomar mate; el empleado, simplemente, fue a orinar. Para ganar tiempo, regresó enseguida abrochándose y reanudó su trabajo con ardor de numantino o de ingeniero de caminos, canales y puertos. Otro papel. Otro diálogo. Por la cara de placer del hombre del mostrador deduje que lo más que podía faltarle para despachar a la señora era media horita. ¿Querréis creer que en todo este tiempo no brotó más que una débil queja de la celtíbera fila? Y estoy seguro de que el miserable que la profirió era mestizo. También brotó otra cosa de la celtíbera cola: varias docenas de esputos.

De pronto, el íbero que me precede me dice, bajito, bajito:

—Esa señora que se arrimó ahora al mostrador no estaba en la cola.

Y la mujer celta que me sigue comenta:

—¡Ah, carallo, pues a eso no hay derechu, que estamos aquí dende las diés!

—¡Bah, bah, bah! —tercia un tercer nieto de Túbal—. Eso no es nada. Yo llevo viniendo toda la semana... Siempre se cuela alguien. Antiyer me se pusieron a mí endelante sinco curas, y porque protesté, con buenos modos, por supuesto, me dijo el empleao que yo era un comunista... ¡Tuve de callar, qué diantre! 

Entre tanto un coleóptero que no teme a nada ni a nadie (¡ah, bravos sobrinos del Cid!) ha ido a reclamar los buenos oficios del funcionario enérgico, porque nuestra fila, fascinada por la impunidad de la polizona, amenaza con multiplicar su cabeza y adoptar la anatomía inquietante de la hidra. El empleado riguroso accede a poner un poco de orden, pero se ve que ahora lo hace sin vocación. Algo extraño sucede en el alma de este castellano ejemplar. Para tonificarlo, le hago observar la presencia de la señora intrusa junto al altar de su colega.

—¡Ah, no, no! —dice el castellano con énfasis—. Esa señora está esperando a otro funcionario.

—¡Siendo así...! —suspiran con alivio varias voces, y el severo diplomático retorna a su sitial (“Retirar documentos”). Como allí no hay nadie (por lo visto jamás llega ningún cliente a esta dichosa fase final) el castellano despliega su periódico —”La Prensa”, campeón del antiperonismo— y, escudado tras los grandes pliegos, cambia algunas frases con la señora extracolista.

Poco después, nuestro hombre del mostrador, realizando un esfuerzo sobrehumano, termina con la señora de marras. Un suspiro gigantesco se exhala de cuarenta gargantas. Y a la una y media el íbero que tengo delante me dice con voz que es un susurro:

—¿Vio? Ahora están atendiendo a la que se coló.

En efecto: la señora que esperaba a otro funcionario ocupa tranquilamente el puesto número uno de nuestra fila, y es nuestro hombre del mostrador, y no otro, quien se dispone a servir a España durante otros tres cuartos de hora, en la persona de esta grandísima hija del gran Khan...

Lo que sigue lo podéis imaginar. Avanzo hasta el letrerito de “Retirar documentos”. El hediondo joven que una hora antes amenazaba con llamar a la policía siente un imperioso deseo de estirar las piernas y se aleja rápidamente por el foro. Pero lo espero. Si alguna vez he estado seguro de que no me iban a llamar comunista ha sido al ver regresar al intrépido castellano, doblando y desdoblando su “Prensa” y estudiando un semblante ad hoc para el diálogo que se le avecina.

—Esta señora —le digo procurando dominarme— es la que esperaba a otro funcionario, ¿no es cierto?

—Sí, señor, pero ya estuvo antes, a las diez, y...

—No importa a qué hora estuvo, señor mío. Yo estuve el sábado, antes que ella, y en esa cola hay gentes que llevan aquí una semana. Usted ha justificado la presencia de esa señora aquí, sin guardar cola, afirmando que la atendería otro empleado, y no el que atiende a la fila.

—Sí, señor, pero es que antes, a las diez...

—Es que nada, joven. Es que el tiempo que este señor gasta con ella nos lo están robando ustedes a los que hacemos cola, porque tenemos vergüenza. A los que usted llamó antes hatajo de gañanes. Y sepa usted...

—No se excite, señor...

—¡Me da la gana de excitarme! ¡Mangantes! ¡Títeres!...

No transcribo el resto de mi monólogo (os juro que mi voz, al rojo blanco, se ha quedado más sola que un hongo en medio de la manada estupefacta) porque ni me acuerdo de lo que dije. El badulaque de los “gañanes” estaba como un papel, y cuando le anuncié que contaría al Cónsul sus arbitrariedades, le faltaba poco para llorar. Sus colegas, con la nariz metida entre papeles, fingían no enterarse de nada, y el rebaño, tan atónito como si viera una aurora boreal. Salí dando bufidos e invitando a la gallegada a no aguantar semejante vergüenza; y al Sumo le dije a gritos:

—¡A tu imagen y semejanza, hijo mío! ¡Puedes estar orgulloso!

* * * *

—Vengo sin comer —les he dicho a los compañeros.

—¿Cómo? Pues, ¿qué pasó?

—Nada. Que estuve un ratito en España.


* * * *

El día 13 realicé mi tercera visita al palacete consular de la calle Guido. Tuve esta vez la suerte de encontrar poca clientela, y en breve tiempo hice la solicitud y pagué las cédulas, encargando además el poder. Me ordenaron volver, para firmarlo, el día 27, y salí con la conciencia tranquila, con $25 menos en el bolsillo y con la satisfacción de no haber tenido que chillarle a nadie. El pasado jueves 27 gocé nuevamente el placer de contemplar el retrato de Francisco I (a gran tamaño y a todo color) colgado entre dos pequeños crucifijos, bajo los cuales trabajan los dos pasantes del notario consular. Cito este detalle porque me pareció curiosa esa alteración del tríptico tradicional: en vez de Cristo entre dos ladrones, que es lo clásico, un solo Ladrón entre dos cristos. Renovarse o morir.

Al saber uno de los pasantes que yo pretendía firmar un poder encargado catorce días antes, se extrañó un poco. “¿Tan pronto?”, dijo, y yo repuse: 

—Sí, a mí también me parece algo prematuro. Me doy cuenta de que este trabajo de ustedes es arduo. Hacer poderes no es como hacer croquetas. Sin embargo, ese señor —señalo al otro pasante— me citó para hoy.

—¡Ah, muy bien! En tal caso, es seguro que deben estar haciendo su documento ahí, al lado. ¿Quiere molestarse y preguntar? Es ahí, detrás de la cortina.

Franqueé la cortina esperando encontrar unos hombres febriles que escribiesen a máquina, pero lo que hallé fue una señorita que retocaba su maquillaje ante un espejito de mano, un imbécil que miraba por una ventana mientras su índice derecho exploraba la fosa nasal del mismo lado, y un anciano de gesto avinagrado que daba puñetazos en una mesa porque tenía un grave problema. Se trataba de lo siguiente: Si ponía el ventilador enfilando a la pared, el espantoso calor le impedía trabajar, y si ponía el ventilador enfilando a su cuerpo sudoroso, el viento le hacía volar los papeles y no podía trabajar tampoco. Le aconsejé que clavase los papeles con chinches, o que se desnudara, pero no me hizo caso y continuó ensayando ángulos intermedios para el ventilador y arreando trastazos a la mesa.

—Don Cosme —dijo la señorita—, yo creo que lo mejor es que haga usted lo que dice este señor.

—¿Cuál? ¿Lo de las chinches?

—No, por Dios. Eso es poco práctico...

Entonces el imbécil sacó su dedo de la nariz y me dijo:

—Y usted, ¿qué quiere?

Le expliqué el objeto de mi visita.

—No, señor. No está todavía —gruñó don Cosme, y agregó—: ¿Cómo se llama usted?

Opiné que si su dictamen era fundado, la pregunta resultaba ociosa. El hombre me miró con extrañeza:

—Usted no es español, ¿verdad?

—¡Psché! Nací allá, en España. 

—¡Ah! Pues discurre usted bastante bien. Y ¿cómo dice que se llama?

Satisfice su morbosa curiosidad. Él agarró una gaveta llena de papelotes. Sus dos zarpas rebuscaron largo rato, y por fin:

—Aquí está. No está. Ya le dije que no estaba.

—Y ¿cuándo estará?

—No sé. Es imposible saberlo. Tenemos mucho trabajo. Hay que seguir un turno...

Y volviéndome la espalda, tornó a buscar la posición más conveniente para el ventilador.

—Y ¿cómo es —me atreví a objetar— que ese señor de ahí me dijo que viniese hoy a firmar?

El anciano se volvió como si le pisaran un cuerno.

—¡Ah, sí! Ellos dan fechas al buen tun-tún... Como ellos no lo hacen...

—¡Qué miserables! —suspiré— No sé cómo usted los aguanta. ¡En fin...! Conste que si me he atrevido a molestarle es porque el caballero ese, el de la izquierda, —recalqué con un gesto de repugnancia— me ha dicho que usted estaba ahora mismo haciendo mi poder...

—Bueno. Venga usted el sábado por la mañana.

—¿Me promete usted que estará?

—No, no se lo prometo, porque si se lo prometo, no va a estar.

—¡Bravo, don Cosme! ¡Viva España! Hasta el sábado, pues.

En efecto: el sábado —ayer— el papelucho estaba listo. Me lo dieron. Y lo firmé.

—Pague usted en caja 49 pesos.

—¿Cuándo vuelvo?

—El 25 de febrero. Le daremos una copia para que la mande a España.

—¿Y un poquito antes no puede ser? La cosa urge.

—Sí, me doy cuenta. Pero no podemos ir más aprisa. Por lo pronto, tome.

Y me dieron las cédulas, adornaditas con unos sellos de derechos consulares montando un total de ¡dieciocho pesetas-oro! ¿Qué moneda será esa, Santo Dios?

Hasta primeros de marzo, por lo tanto, no podré enviaros el poder. Ignoro si debéis echarle la culpa al gran número de personas que fallecen en España dejando un sobrino en la República Argentina, o al hecho de que los veinte o treinta millones de pesos que recauda anualmente, por cédulas, nuestro consulado, no alcanzan para pagar a empleados diligentes, sino sólo a ese pobre quelonio de don Cosme...

44 comentarios:

  1. Tenía un gran sentido del idioma -oido- tu tío Guillermo. Realmente fascinante. También podría ahberse ganado la vida como caricaturista o hoy por hoy como pintor serio. Enhorabuena, algún gen suyo tendrás tú.

    ('Esta gente son forajidos' me dijo un alto funcionario de la embajada de España en Bolivia: se refería al común de sus compatriotas en el país, pero también al común de los bolivianos. Yo le contesté que sí, pero que desgraciadamente no venían como deberían: armados))

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  2. No se ganó la vida, pero sí se sacó algunos pesos colaborando con sus Problemas exactos al margen de la Matemáticas, con pequeños "chistes gráficos" y con columnillas de "opinión" humorístico-furibundas en diversas publicaciones porteñas. La única de la que conozco el nombre, y en la que empezó, es "Vea y Lea".

    Me temo, por lo que cuentas y por lo que oigo por ahí, que el personal de las embajadas españolas, y su actitud hacia los compatriotas a los que se supone sirve, no ha cambiado mucho desde los tiempos del Sumo Gallego.

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  3. Tu tío Guillermo debía ser un hombre creativo y muy sui géneris. Tanto por el texto y la descripción como por la fantasía pictórica (y el 'nick' de la firma): un cuadro dificilísimo de interpretar por la composición y los elementos narrativos.

    ¿Lo conservas? ¿Hay alguna parte de collage (el lápiz, p. ej.) ? ¿Es gouache? A riesgo de quedar de 'listorro' me atrevo a pensar que data de muy principios del XX.

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  4. Tengo el original en casa, Grillo, guardado en una carpeta junto con algunos otros dibujos de mi tío y de mi padre, en su mayoría ejercicios de Dibujo Técnico para el ingreso en la Escuela de Ingenieros. Con seguridad es de antes de su marcha a la Argentina (1940 y...) y, muy probablemente, también de antes de la Guerra Civil. Finales de los veinte o principios de los treinta, me imagino. (Mi tío debió de nacer en 1910 o 1911). Quizás cuando lo examine pueda darte más detalles. En principio, creo que es todo gouache.

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  5. Genial, tu tío.Tremendo momento de risa, acabo de pasar con el tríptico.

    El problema no es, por desgracia, español. Yo misma he vivido muchas situaciones parecidas tanto en Francia como en Alemania. El problema es universal siempre que tratamos con funcionarios de por vida.

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  6. La tela de araña será símbolo de " la bohême" ?

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  7. Hombre, C.C., a mi no me parece indispensable ser mala gente ni hacer mal tu trabajo solo por ser funcionario "de por vida". (Como mucho hasta la jubilación, además. Van acercando ambas cosas, pero aún no coinciden.)

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  8. ¡Cómo me gustan estas cosas! Yo quiero que publiques más. Tenía que ser genial el tío Guillermo, por las cosas que voy sabiendo de él. Me he dejado en Madrid un pergamino inacabable con nombres propuestos para Pablo, en verso, que un día que pase por allí cogeré y transcribiré yo también, porque es magnífico.

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  9. Sencillamente espléndido; tu tío era genial, me tiene admirado, de verdad. Por cierto, he de decirte que en tu forma de escribir se aprecia un aire de familia y, por supuesto, es un elogio sincero.

    La descripción del funcionariado consular, de la fauna española, de la cutrería del franquismo ... Maravilloso, de verdad, maravilloso. Me ha recordado una película que vi hace muy poco de Fernán Gómez (me he pirateado casi todas las dirigidas por él) que se llama "Sólo para hombres"; el Ministerio de Fomento que aparece en la peli (de finales del XIX) no desmerece en nada al Consulado bonaerense del año 49.

    En fin, que me ha encantado el post. Si es que te tienes que prodigar más ...

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  10. ¡Qué tópicazo el de CC sobre los funcionarios! Y en una persona habitualmente fuera de los tópicos típicos, pero el mensaje cala, cala...los chivos expiatorios, buena señora los polis, los bomberos, los médicos los urbanistas, los...

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  11. Hola, María. Me alegro mucho de verte por aquí, precisamente ahora que ya no estás por aquí. (¿Qué tal tu trasplante, por cierto?). Guillermo era un tipo genial, efectivamente. Algo suyo llevas en los genes: esperamos impacientes tus crónicas alemanas.

    Gracias, Miroslav. Me siento doblemente halagado, por tus alabanzas a mi tío y por tu comparación de mi pobre estilo con el suyo, mucho más ágil y eficaz, en mi opinión.

    (Es un filón, me lleva hechos los tres últimos posts... Así cualquiera se prodiga.)

    Cierto, Lansky, la caza del funcionario tiene abierta la veda hace tiempo, y el terreno está bien preparado. Hasta en personas inteligentes, como C.C., ha calado el mensaje. Los empresarios deben de estar frotándose las manos al ver que, en vez de reclamar que la relativa seguridad en el puesto de trabajo de que gozan los funcionarios se extienda a todos los trabajadores, lo que la gente parece apetecer es precariedad para todos. Sorprendente de veras.

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  12. ¡ Vaya, hombre, la que he armado ! ¡ Calmaos todos, por favor !

    De entrada, quiero presentar mis más sinceras disculpas a todos los funcionarios que no son vagos, ni arrogantes, ni arbitrarios en su trato al público ( clientes, en la economía privada ), ni corruptos. A todos los demás, NO.

    En mi comentario, que yo sepa, no escribí TODOS los funcionarios ( quizás hubiera sido mejor la palabra CIERTOS ). Al igual que no puse que todos los empleados del sector privado son maravillosos. Solamente, y sigo creyéndolo, el hecho de ocupar un empleo "de por vida" (insisto en la expresión, pensando en las jugosas pensiones que cobran los empleados estatales, por lo menos, en Francia y en Alemania donde ni siquiera cotizan a las cajas sociales )presta a este tipo de comportamiento como lo describe el TÍO GUILLERMO. Ya hemos podido comprobar, después de la caída del muro de Berlín, en qué estado material y social se encontraba Alemania del Este. Pero éste es otro tema.

    No necesito lecciones en punto contratos de trabajo seguros. A mi marido le echaron, después de 25 años en la misma empresa, y un año de horroroso "mobbing", con un solo argumento : "Es usted muy caro". Claro que era muy caro un ejecutivo de 58 años, con diploma de economista, 60 horas de trabajo semanales, sábados y muchos domingos inclusivos. Sí, pero nunca, nunca, se hubiera permitido tratar a sus clientes como lo hacen demasiados funcionarios con nosotros. Ah, por cierto, todo esto gracias a una ley del gobierno Schroeder (social-demócratas y verdes). Este mismo gobierno redució las pensiones del sector privado ( no las de los funcionarios ) de tal manera que mi marido, apesar de haber cotizado lo que corresponde a 53 años de cotizacíon media, cobra 25 % de su sueldo neto.

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  13. El ayuntamiento de mi pueblo adoptivo se niega a bajar los sueldos, los de los ediles tampoco. Con 40 millones de deudas, estamos, de facto, en quiebra. ¿ Creéis que una empresa en quiebra puede permitirse el lujo de guardar a sus empleados sin bajarles los sueldos ?

    Lansky, señor, me parece legítimo que me critiques, pero, por favor, hazlo dirigiéndote a mí directamente, con el amistoso TÚ de siempre, y no a la tercera persona del singular, tan despectiva. Sobre todo tú que metes a todos los políticos en el mismo saco, y a todos los curas en otro. Tú que permites comentarios de tus lectores contra los curas y las monjas asquerosamente insultantes.
    Para no abusar del blog de Vanbrugh, voy a escribir un post titulado " Argumentos empíricos " que te dedicaré. Puede que tarde un par de días. No dispongo de tanto tiempo libre como ciertos otros. Un beso.

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  14. C.C., no te enfades. Nadie pretende darte lecciones sobre nada. Pasa solo que, aunque no haya sido tu intención –pero yo tengo la impresión, discúlpame, de que sí lo era- tu observación sobre los funcionarios es insultante. Y es lógico que haya molestado a los que somos funcionarios y a los que, sin serlo, consideran fundamental para la existencia de un estado merecedor de tal nombre que haya funcionarios y que sean, como tú dices, “de por vida”.

    El único modo de que los funcionarios puedan cumplir sus fines –que son hacer cumplir la ley y servir a los ciudadanos- es que sean inamovibles, salvo expediente disciplinario por causa grave. De otro modo estarían al arbitrio de los gobernantes de turno y serían sus servidores, no los de los ciudadanos . La profesionalización y la inamovibilidad de los funcionarios son conquistas fundamentales, no tanto para ellos como para la existencia y funcionamiento del estado y de los servicios públicos que gestiona. Sin funcionarios “de por vida” volveríamos a los tiempos de Galdós, cuando cada cambio de gobierno acarreaba el cese de todos los funcionarios, desde el Ministro hasta el último ordenanza, con el consiguiente caos de la cosa pública y provecho de quienes “pescan” en ella. Yo mismo soy funcionario, y mi trabajo consiste en decirle a mi superior inmediato, un político elegido, cuánto dinero público puede gastar, en qué y cómo. ¿Te imaginas cuánto tiempo duraría en el cargo si no fuera “de por vida”, y cuánto tardaría mi jefe, la primera vez que me opusiera a una arbitrariedad, un error o una corruptela suya, en sustituirme por otro más dócil a sus deseos y menos fiel a la legalidad?

    Y, lo siento, sí has hablado de TODOS los funcionarios. Todos los funcionarios somos “de por vida”, porque todos, felizmente, seguimos cobrando una pensión cuando nos jubilamos. Como el resto de los trabajadores, por otra parte, en los países civilizados al menos. ¿Preferirías que no fuera así? De modo que cuando dices “El problema es universal siempre que tratamos con funcionarios de por vida” estás incluyendo –“siempre”- a TODOS los funcionarios. Que en un comentario posterior pidas disculpas “a todos los funcionarios que no son vagos, ni arrogantes, ni arbitrarios en su trato al público, ni corruptos” pero “a todos los demás, NO”, lejos de arreglar la descalificación inicial, la agrava, porque deja claro que se trata de una regla general, a la que admites que puedan darse excepciones particulares.

    Si yo dijera: “La rigidez mental, el conformismo, el autoritarismo y la brutalidad son un problema siempre que se trata con naturales de Alemania”, cualquier alemán tendría motivos para sentirse insultado, y no los perdería aunque luego pidiera disculpas “a los alemanes que no sean rígidos, conformistas, autoritarios y brutales, pero a los demás no.”

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  15. Y lo que has dicho de TODOS los funcionarios es que se corresponden, necesariamente, (te recuerdo: “el problema es universal siempre…”) con la descripción que hace mi tío de unos empleados consulares franquistas concretos: negligentes, perezosos, arbitrarios, injustos, prepotentes y groseros.

    ¿Realmente crees que es inevitable volverse así solo por tener un trabajo "de por vida"? ¿No es precisamente eso, la seguridad en el trabajo, lo que deseamos para todos los trabajadores? ¿Todo el que tenga un trabajo seguro se vuelve, automáticamente, vago, negligente, arbitrario y arrogante?

    Te aseguro que no solo yo trabajo mucho, agobiado por un volumen de trabajo muy superior al que razonablemente puede esperarse de mí y que, sin embargo, voy sacando como mejor puedo; y procurando, con razonable éxito, ser eficaz, imaginativo, diligente, legal y cortés con superiores, iguales, subordinados y público en general; sino que no soy, en absoluto, una excepción. Conozco, en mi propia oficina y en muchas otras dependencias administrativas, a centenares de funcionarios iguales o mejores que yo. De hecho creo que las excepciones, de todos conocidas y muy mal vistas, son los que no se comportan así.

    Por no hablarte del trabajo de muchos otros funcionarios cuya tarea es aún más vital e ingrata que la mía: médicos, sanitarios, bomberos, policías, limpiadores, trabajadores de obras públicas y mantenimiento, trabajadores sociales, profesores… sin los cuales no habría servicios públicos y todos los ciudadanos, especialmente los más desvalidos, que no suponen negocio para nadie, no tendrían quien les suministrara servicios esenciales ni quien les resolviera problemas básicos.

    A cambio de este trabajo, fundamental e indispensable para la vida civilizada en sociedad, los funcionarios gozamos de un sueldo “decente” –cuando lo es- y del desdén o la abierta hostilidad del resto de ciudadanos, que da por hecho que somos vagos, parásitos arrogantes “de por vida”. Ya se han encargado de hacer que así sea quienes no ven en el sector público más que un costoso obstáculo para sus negocios particulares, y en los funcionarios más que un molesto –desagradablemente inamovible e independiente- estorbo para sus arbitrariedades o sus corruptelas.

    Porque, claro, gozamos del inadmisible “chollo” de no poder ser despedidos. Puteados, insultados, ninguneados, rebajados de sueldo y objeto de burla general, sí. Despedidos, gracias a Dios, todavía no. Mientras no les hagáis los coros con la suficiente energía quienes más perderíais con nuestra desaparición, todavía somos “de por vida”. Eso nos –y os- queda.

    De modo, querida C.C., que, en mi opinión, no deberías extrañarte mucho de que tu frase sobre el problema universal que suponemos los funcionarios de por vida haya despertado cierta hostilidad. Bastante moderada, me parece, sinceramente. Lansky, de hecho, se ha limitado a hacerme a mí, dueño del blog a quien es lógico dirigir los comentarios, una observación, no excesivamente dura, sobre un comentario que había hecho, efectivamente, una tercera persona: tú. Y ha tenido, como yo, la amabilidad de sorprenderse de que alguien “habitualmente ajeno a los tópicos” cayera en uno que a ambos, con buenos motivos, nos parece falso y estúpido y por el que tendríamos, nosotros sí, buenos motivos para sentirnos personal e injustamente insultados.

    Pero no pasa nada, para eso están los blogs, o al menos este: para que cada cual diga lo que quiera, tratando de no ofender ni de darse por ofendido sin necesidad.

    Un saludo muy cordial y hasta cuando quieras.

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  16. ¿"asquerosamente"?, CC.

    vale y adios

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  17. Muchas gracias, Vanbrugh, por tus explicaciones y tu paciencia conmigo. Estoy de acuerdo con todo lo que expones, sin embargo no me dices nada sobre una cosa primordial, la que quise expresar en un principio, y para la que yo tampoco tengo solución, pero que sólo sé explicar como lo hice : el comportamiento de CIERTOS funcionarios, como lo describe tu tío, que además no es sólo propio del franquismo sino que se puede observar todavía en el mundo entero (universel, reconozco que la palabra tiene dos sentidos y que en este contexto puede dar a confusión. Mea culpa), se debe a que a esta gente no se la puede echar, y a la que, como tú tan bien dices, necesitamos todos.

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  18. Fantástico tanto en estilo, vocabulario y carácter! He disfrutado mucho leyendo a Tío Guillermo, entiendo ahora de quién has heredado tu adorable forma de escribir. Me falta la tercera parte, que no me da tiempo de leer ahora porque tengo que volver al trabajo. Desde que pueda me daré un saltito para completar la lectura.

    Un beso grande y gracias por compartir algo tan valioso.

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  19. Qué bochinche !
    Digo yo que habrá gente pa tó: funcionarios probos y otros más o menos prevaricadores.

    No creo que este sea el caso. Entiendo que ha sido un malentendido por el que C.C. ya se ha excusado.

    No intervine ayer porque he tenido goteras en el PC.

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  20. Ya está bien de mntener el blog sin esfuerzo gracias al trabajo literario y pictórico de nuestro difunto tío. ¡Debería darte verguenza! Aparte de que estás entrando de lleno en un campo recientemente regulado por la Dura-Lex Sinde, y te puede caer encima todo su peso. Tú verás lo que haces...

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  21. Entiendo que est e último com entarista, Ricardo, conoce bien al propietario del blog y le tiene absolutamente calado: sí hombre, ya está bien de vivir d elas rentas de tu difunto tío, un poco de respto y deja de exprimir a los difuntos, aunque tu dirás que son homenajes

    Grillo: yo no entiendo que se haya disculpado la interfecta, en absoluto, pero es su problema, no el mío

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  22. El punto de vista correcto es el de Zafferano, que aprecia y agradece mi sacrificio al dejar de publicar mis propios textos para dar a conocer los de mi tío. Gracias, guapa.

    Con este esfuerzo pongo al alcance de mis lectores valiosas propiedades intelectuales de mi titularidad -nada que decir, por tanto, la señora Sinde ni sus patronos de la SGAE- a la vez que doy lustre a los blasones familiares. Vean, sin embargo, qué mal lo agradecen sendos conspicuos representantes de los dos colectivos así favorecidos, familia y lectores. Pero yo ya estoy acostumbrado. Conozco a ambos desde hace años -más años a uno que a otro, evidentemente- y creanme si les digo que, por desfavorablemente que les retraten sus torpes comentarios, los dos son en realidad más dignos de compasión que de censura.

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  23. 'puaffffff!!!!

    (huancaima en quéchua: ladrón de tumbas, en español)

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  24. Totalmente de acuerdo con la opinión de C.C. por lo que no tengo más que añadir salvo, que no se trata de ninguna veda abierta contra la caza del funcionario, - eso sí que lo considero un topicazo- sino, más bien basada en mi experiencia diaria con la administración pública, sencillamente bastante descorazonadora.
    Los tertulianos que te atacan, están defendiendo con toda legitimidad sus propios intereses, pero la realidad es tozuda por muy idílicamente que nos la presente Vanbrugh,,,,, saludos

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  25. Hola, anónimo. Bienvenido.

    Nadie ha atacado aquí a nadie, creo. Tampoco nadie, por tanto, necesita defenderse. Mis intereses están perfectamente a salvo, y si no lo estuvieran no sería lo que aquí escribiera nadie lo que los iba a defender.

    Nos limitamos, todos, a exponer nuestras opiniones, preferiblemente argumentándolas. Las "experiencias personales" nunca han sustituido a los razonamientos ni a los principios teóricos, pero son especialmente inútiles cuando ni siquiera se especifica de qué experiencias se trata.

    Por último, te confieso que a mí al menos me parece conveniente, cuando se quita la razón a alguien que ha escrito un para de largos comentarios argumentando lo mejor que ha podido su postura, señalar al menos cuál de sus argumentos nos parece erróneo, en qué falla y cuál es el argumento propio, correcto, que lo invalida. Lo que habitualmente se llama discutir, vaya.

    Pero insisto, cada uno escribe en los blogs, al menos en este, lo que le parece bien. De modo que te repito labienvenida, y hasta cuando quieras.

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  26. Todos hemos sido testigos de la mansedumbre cetltibérica en alguna fila o situación en la se nos pisotea y nadie dice ni mu. Por ejemplo, en el tren, camino a Barcelona, se anuncia por el altavoz que hay ladrones en los vagones, que los pasajeros tengan cuidado. La reacción lógica sería, no sé, hablar con el vecino de al lado, comentar algo sobre los ladrones, organizarse, hacer algo! Nadie dice o hace nada, todos continuan impertérritos mirando por la ventanilla, hablando por el móvil, como si no pasara nada.O, por ejemplo, el vecino de enfrente que pone la música a tope y todos los vecinos se quejan pero nadie le dice nada, cuando una toca el timbre de su puerta para hablarle los demás se esconden, temerosos, sin osar unirse a la que habla. Durante los años que trabajé en España todos los trabajadores se quejaban de una jefa claramente desiquilibrada, pero nadie se enfrentaba a ella, ni la denunciaba. Yo lo hice y, claro, me despidieron. Lo mejor que pudo pasarme en la vida.

    No es una cuestión de funcionarios, es una cuestión de "panolis", por eso el dictador vivía tan bien en España y los extranjeros nos miraban como ahora miramos a los italianos " por qué permitís a semejante tipo regir vuestros destinos".

    A mí sólo me gustan los hombres y mujeres como el tio de Vanbrugh. Los que no se dejan atropellar facilmente.

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  27. Y también quería añadir que los funcionarios aquí presentes ( yo no soy funcionaria pero trabajo rodeada de altos funcionarios cuyos sueldos harían vomitar a muchos) han de comprender que parte de su función es la de ejercer de "cabeza de turco" o chivo expiatorio. Creo que eso ha sido siempre así y no va a cambiar, por lo tanto, mi consejo es que os lo tomeis con otra filosofía.

    ( No soy quien para dar consejos, lo sé)

    Por otro lado, y debido a que trabajo en una brutal organización burocratica de alrededor 20 mil funcionarios, puedo afirmar que hay cientos de funcionarios que no hacen su trabajo, cobran un pastón y ni siquiera se pasan por la oficina.

    Es muy triste, pero es verdad. Y es casi mejor que la gente no lo sepa.

    Saludos

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  28. Hola, Emma. Yo no soy especialmente amigo de las generalizaciones, y menos por nacionalidades, de las que solo el mero enunciado de su nombre ya me pone en guardia, porque casi nunca he oído decir sobre ellas más que cosas que me parecen inanidades, en el mejor de los casos, y estupideces peligrosas en el peor -y, desgraciadamente, más frecuente-. Qué decir cuando las nacionalidades invocadas para la generalización son tan míticas como las que aquí utiliza mi tío: iberos, celtas y similares. Lo disculpo en mi tío porque el resultado es retóricamente brillante y porque de algún modo tenía que satisfacer su lógico resentimiento de exilado. Recién trasplantado a un pais nuevo, es normal que tratara de fomentar en sí mismo sentimientos que siguieran afianzándole en su decisión de exiliarse.

    En resumen, no creo que las reacciones de un grupo humano formado más o menos al azar sean sustancialmente distintas si está integrado por españoles que si lo está por ingleses o por lituanos.

    Lo que sí sucede es que pocos grupos humanos están formados de veras al azar. Una cola en un consulado, desde luego, no. Todos sus integrantes tienen en común muchas cosas importantes, que sí influyen en su comportamiento colectivo. Un grupo de emigrantes no reacciona igual que un grupo de turistas ricos. Un grupo de gentes humildes, acostumbradas toda su vida a soportar con resignación arbitrariedades e injusticias, no reacciona igual que un grupo de sindicalistas reivindicativos. Esas generalizaciones sí que pueden hacerse con cierto fundamento y alguna utilidad, y no las basadas en ser nietos de Túbal o hijos de Atahualpa.

    Los españoles llevamos a nuestras espaldas cuarenta años de aguantar estado franquista y treinta y cinco más de esperarlo todo de sus sucesores. Si tenemos, y es posible que sí que la tengamos, cierta tendencia al conformismo, creo que se debe a estas circunstancias, y no a ninguna problemática herencia racial.

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  29. En cuanto a tu segundo comentario, mi sueldo no es como para hacer vomitar a nadie, pero me da para vivir con bastante comodidad. Incluso si así no fuera, asumo que parte de lo que retribuye es aguantar que los administrados me consideren el culpable personal de todo lo que no les guste de la administración. Lo acepto y lo llevo bien.

    Imagino que la organización monstruosa a cuyos funcionarios te refieres es algún tipo de organismo internacional. Sinceramente, no me parece que puedan equipararse con ninguna administración de verdad. Ni sus funciones, ni sus criterios para elegir y nombrar funcionarios, ni el trabajo que estos tienen que hacer me parecen comparables con los de las administraciones estatales. Son entes perfectamente artificiales y huecos, a mi juicio, sin nada real que hacer. Claro que me temo que otro tanto puede decirse de gran número de consejerías autonómicas, y qué decir de esos organismos autónomos que últimamente proliferan tanto: "observatorios" de tal o cual fenómeno, por ejemplo, y cosas así.

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  30. De acuerdo en todo Vanbrugh.

    Y, sin embargo, creo que es imposible no generalizar al hablar de situaciones como las que nos ocupan.

    Yo trabajo en la Comisión Europea, que emplea entre veinte y treinta mil funcionarios. El concurso y oposición son los medios para acceder al trabajo de funcionario al servicio de europa. La responsabilidad de muchos es muy alta, pues han de dar forma a reglamentos y directivas que influiran en la vida de millones de ciudadanos en europa. Su trabajo, repito, no es baladí y, sin embargo, son muchos los que no lo realizan. Lo veo todos los días, lo sufro, todo el mundo lo sabe, es "vox populi".

    Lo que quiero decir es que creo que teneis que comprender que se generalice en este asunto, creo que deberíais ser más benevolentes, porque muchos ciudadanos han sufrido a funcionarios incompetentes. De ahí que insista en que compréndais la tarea de "chivo expiatorio" que conlleva vuestra función.

    No quiere decir que no haya funcionarios que no trabajen. Los hay, y trabajan muchísimo. Yo defiendo la función pública, es necesaria su independencia para que un estado funcione correctamente. Pero, admítamoslo, hay muchos seres humanos que no encuentran placer en su trabajo o que sólo quieren los privilegios y no lo otro.

    Negarlo es tan absurdo como generalizar y dar por cierta toda generalización.

    Por otro lado coincido en que no se ha de generalizar todo el rato. Pero si no se hiciera nadie diría nada, ni tu tío Guillermo hubiera escrito sus cartas.

    De hecho, tú, como yo, lo haces de una manera moderada.

    Como todo el mundo.

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  31. Y no tengo ninguna intención de alimentar más el debate, que ya veo que Miroslav le ha dedicado un post al tema y que, todos más o menos, estamos de acuerdo.

    He llegado tarde.

    Además, yo no creo en la unión europea, ni en la paz mundial ni en una hermandad internacional, ni nada parecido.

    Me quedo con lo superfluo.

    Un abrazo

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  32. Ay madre del amor hermoso!! leo a Vanbru y me quedo sumido en un estado de estupor y asombro.
    Con su modesta pero "significativa" sacar punta donde no hay más leña que la que arde,, vá y suprime de un plumazo al colectivo de funcionarios europeos y autonómicos (entes artificiales y huecos, sin nada real que hacer) según sus palabras,, glup, glup
    Sin ánimos de faltar, pero solo te ha quedado añadir: "oiga, que la administración soy YO y mi divino departamento.
    Cachis!! con los Egos que mala baba tienen y yo escribiendo desde la quinta chimbamba tan lejos de la Capital del Reino,,,
    al parecer la única opción gozosa para que el ciudadano de a pie se reconcilie con la administración pública for ever and ever,,,,

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  33. Qué sagaz todo tu comentario, Anónimo. Teniendo cosas tan importantes que decir, no me extraña que hayas arrostrado valerosamente el pequeño inconveniente de no saber escribir. Al fin y al cabo, te habrás dicho, como no pienso firmar ¿qué importa que se den cuenta de que soy analfabeto?

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  34. En tus respuestas a lo que no te gusta que te digan, te sale la vena déspota y despreciativa que en ocasiones utilizan ALGUNOS servidores públicos, tan dificil te resulta evitarlo??? un poco de "Vea y Lea" please

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  35. Y eso no es nada, Anónimo. Tendrías que verme en la ventanilla, avasallando ciudadanos. Ahí sí que me explayo a mis anchas.

    Por eso, nada de "lo que no me gusta que me digan". Al contrario, si con algo disfruto de veras es dando salida a mi vena despreciativa y despótica con un buen imbécil. Impagable.

    De modo que vuelva usted mañana.

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  36. Me reconforta saber que, cuando las circunstancias lo requieren, hasta puedes ser "graciosillo" y todo,,,,,

    sonrisas amplias...

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  37. Menuda polémica con el funcionariado se ha liado. Yo creo que que hay una diferencia de "ritmo de trabajo" entre la empresa privada y la administración pública. Y lo creo porque a lo largo de mi vida profesional he trabajado en ambos bandos. Ya no se trata tanto de experiencias que todos hayamos podido tener un ciudadano de a pie al otro lado del mostrador, porque funcionarios o no, todos hemos pasamos por ese lado del mostrador donde un funcionario nos atiende. La cuestión peliaguda es que cuando nos atiende "un amigo" todo es mucho más rápido (que se lo digan a tu tío y a la mujer que se cuela). Y quizás por eso siendo funcionario no parece tan perezoso el trabajo de otros funcionarios porque te atienden antes. Ahí tenemos los ejemplos del rey a quien operaron en la seguridad social y las noticias proclamaban el servicio tan espléndido que daba nuestros hospitales públicos. O ahora con Esperanza Aguirre ocurrirá otro tanto.

    Pero lo que no se puede negar es que hay un ritmo de trabajo diferente, un ritmo que se impone por diversas circunstancias que separan a los funcionarios de los empleados por cuenta ajena. Podemos negar la evidencia tanto como queramos, pero podría también contarnos Miros si ahora que trabaja para la empresa privada no es su vida laboral un poco más ajetreada (lo del ritmo que yo decía) que cuando ejercía sus días de funcionario.

    Y esto no menoscaba para nada el hecho de que dentro de cualquier funcionario pueda haber una persona honesta y trabajadora, pero como me decía "mi jefe funcionario" al final te adaptas al ritmo de trabajo de la mayoría, no puedes nadar contracorriente.

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  38. Hola, Amaranta, me alegro de verte por aquí. Yo no 'niego la evidencia', porque no es en ese terreno en el que me estoy moviendo. La realidad es concreta, variopinta y multiforme, es decir, presenta mil 'evidencias' contradictorias y oponibles las unas a las otras, y ninguno tenemos ni los datos ni los medios para sacar de ella conclusiones generales. De modo que ni quiero negar que haya funcionarios negligentes, ni afirmar que hay trabajadores negligentes en la privada, ni nada que se base en las 'evidencias', que lo son solo de nombre y para el que, por tenerlas delante de las narices, no ve ni quiere ver ninguna otra cosa. No trabajo 'por inducción'. Hablo de principios generales, de ideas y de normas generales, cuya validez teórica es perfectamente independiente de cuál sea su reflejo real en lo concreto. Y lo hago así porque en ese terreno, en el de las ideas y los principios, es en el que se planteó inicialmente el debate, cuando CC afirmó que "el problema se presenta siempre que se trata de funcionarios de por vida", lo cual, lejos de ser ninguna 'evidencia' práctica, es un atrevidísimo, y a mi juicio erróneo, principio general. El único que he tratado en todo momento de discutir.

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  39. Gracias Vanbrugh por alegrarte por mi paso por tu blog. Estoy de acuerdo contigo de que no se pueden sacar estadísticas de nuestra experincia cotidiana y mucho menos interpretarlas. Pero entre esas circustancias que separan estos mundos laborales, el de la administración pública y la empresa privada, está el hecho de la dificultad para extinguir la relación laboral que presenta el primer caso.

    No obstante no olvidemos que "el ritmo de trabajo" marca nada más y nada menos que la productividad de un trabajador y no es moco de pavo porque es un índice importantísimo que incide directamente en la cuenta de resultados de una empresa. Con lo cual si bien CC con su forma bastante característica de expresarse ha ido más allá de lo educadamente permisible dentro de un grupo donde hay un número elevado de funcionarios, creo que lo que ha querido decir es algo que tu tío ha expresado extraordinariamente bien en su carta, si bien de "otras personas" y de "otro tiempo", con lo cual la posibilidad de que las palabras de tu tío escocieran a un ancianísimo Dos Cosme son nulas, pero con una intención igual de sangrante, creo yo.

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  40. No, Amaranta, nunca igual de sangrante. Mi tío fue todo lo insultante que sabía y podía, que era mucho, con unos funcionarios concretos y específicos, y no pretendió sacar de su caso ninguna consecuencia general. Lo que dijo de Don Cosme y compañeros podía escocer muchísimo, pero exclusivamente a Don Cosme y a sus compañeros.

    Lo sangrante es agarrar una historia concreta: Don Cosme, los bomberos de no sé dónde o el tío de la ventanilla de la Dirección Genaral de no sé qué... (o diez mil historias concretas, me da igual) y pretender convertirlas en 'evidencias' de que "el problema es universal siempre que se trata con funcionarios de por vida".

    Con lo que solo se demuestra lo poquito que alcanza la 'evidencia' de quien tal cosa defiende y lo pequeñito que resulta ser su 'universo'.

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  41. Mi universo no se si es pequeño, grande o mediano, lo que si sé bién es el tiempo (años) que he tenido que esperar por resolucciones de la administración pública muy alejadas de la idea de "servidores públicos" y con una dosis elevada de pasividad y despotismo.
    Pero lo triste, (y el fondo de este debate) es que siendo así, no pasa nada. Te sientes impotente, incluso ante denuncias por "silencio administrativo" porque el corporativismo protector (entre otros muchos aspectos) hace que finalmente te veas fuera de toda justicia y bastante enfurecido a consecuencia de trabajadores incompetentes, porque para ellos, como decia antes, aqui no pasa nada.

    Por supuesto que en la empresa privada hay trabajadores incompetentes, pero he sido testigo de muchos de sus despidos, que por cierto, en algunos de los casos con un desembolso elevado de dinero por parte del empresario.

    Esa es la diferencia y no otra Vanbru, en la privada, un incompetente nunca puede pensar eso de "aqui no pasa nada".

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  42. Pues precisamente esta semana tuve que ir a un Notario (¿Cómo se les considera, funcionarios porque tienen que pasar un examen de órdago para serlo, o empresa privada porque se montan unos bufetes de escándalo, cobran sumas escalofriantes y contratan personal subalterno? Creo que es más bien esto último ¿no?) y para la sencilla gestión de conseguir una copia de un testamento (ir al archivo, sacarlo, fotocopiarlo, firmarlo, entregármelo) me dijeron que tenían que pasar al menos 20 días ¿¿¿???
    Yo soy funcionaria, trabajo en una biblioteca que proporciona documentos a un montón de gente. Si yo digo que voy a tardar más de una o dos horas, (generalmente es cuestión de minutos) en buscar, escanear o fotocopiar y hacer llegar el documento a quien me lo pide, mi jefa, (que trabaja como una mula y se gana con creces el sueldo bastante ridículo que cobra) me saca la piel a tiras.
    Pero reconozco que muchas veces, como usuaria, he estado ante ventanillas en donde el personal tabajaba de pena. Y siempre pienso ¡si yo trabajara así, me tirarían de las orejas constantemente!

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  43. Cigarra un notario tiene "exclusividad" una vez aprobada la oposición para un determinado número de habitantes de un lugar, con lo cual esta exclusividad da lugar a ese marcado de ritmo del que hablas. Supongo que dependerá de la minuta que el "cliente" se deja en la notaría para la celeridad en las actuaciones.

    En cuanto al ritmo del trabajo hay que tener en cuenta que es algo que siempre marca "el jefe", con lo cual la dejadez o no del trabajador en su trabajo no es exactamente culpa de éste, sino de quien depende. "Cualquier" trabajador fijo o no, funcionario o no, se adapta al mínimo que "esperan" de él para el mantenimiento del puesto que ocupa.

    El problema del ritmo de trabajo del funcionariado es más bien un problema "administrativo" en sí, y de la capacidad organizativa de la Administración y sus "dirigentes". Está claro que cuadno tú gestionas algo que no es tuyo le pones "un interés diferente" que cuando el empresario privado gestiona su empresa.

    Intento utilizar términos que no hiera la sensibilidad del funcionario. Pero deberían darse cuenta también los funcionarios que aquí escriben que echar por tierra los argumentos de los que aquí critican ese ritmo de trabajo por ser tan limitado el acceso individual del funcionariado total, es tan subjetivo como considerar que como uno mismo (el funcionario de que se trate) trabaja mucho y sus compañeros o jefes de alrededor también, lo que ruge en toda España entera debe ser "falso". Porque no debemos olvidar que la percepción en la lentitud de cómo trabajan los funcionarios no es algo puntual comentado aquí, sino algo generalizado de una sociedad.

    Pero como decía no es tanto culpa del que trabaja como del responsable de ese trabajador.

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  44. Notengoningunprimo quesellamejavier5 de marzo de 2011, 1:18

    ¡Estupenda polémica acerca de los funcionarios! Gracias por la parte que como funcionaria me toca, tanto a partidarios como a detractores. No olvidemos nunca a Goethe: si los perros ladran, es señal de que cabalgamos (y lo de perros no es aquí metáfora de nada). En cuanto a la utilización del material tioguillermístico, nada que objetar: si lo que hay en España es de los españoles (¿¿¿¿de verdad????), usemos alegremente lo que encontremos en el baúl; todo antes que darlo al olvido, verdadera muerte, ¡y adelante con "Júbilo matinal"!

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