martes, 22 de febrero de 2011

Perplejidades deportivas


Inti Illimani - Alturas

Nunca he sido lo que se dice un aficionado al deporte. Mi familia es algo rarita, en este y en algunos otros aspectos, así que me crié en la ignorancia absoluta, algo teñida de desprecio, de cualquier actividad que no se realizara fundamentalmente con la cabeza, en especial de cualquiera que mereciera el nombre infame de deporte. Mi padre, para que se hagan ustedes una idea, habia adoptado, adaptándola a su manera, la máxima de Concepción Arenal sobre el delito: odio al deporte y compadezco al deportista, dictaminaba cuando le parecía que venía a cuento. (No muy a menudo: era firme en sus convicciones, pero discreto al manifestarlas.) Y uno de mis hermanos no tiene inconveniente en afirmar, cada vez que las circunstancias lo requieren, que un caballero con la conciencia tranquila no corre jamás. Esta frase podría ser un buen resumen de la actitud familiar sobre el asunto.

Sin embargo con los años y con la natural emancipación de los cánones familiares mi actitud hacia el deporte ha ido modificándose un tanto. Como actividad propia pronto me di cuenta de que tenía indudables ventajas –ejercicio físico, relajación mental, desconexión temporal de otras preocupaciones, enriquecimiento de la vida social...– y me apliqué, con moderación, a tratar de procurármelas. Jugué al frontón, nadé, trisqué por el monte. Todas ellas actividades que, mal mirado, podían considerarse deportivas. Afortunadamente mi familia también cuenta entre sus rarezas la de ser tolerante con las excentricidades de cada cual, e hizo cortésmente como si no se diera cuenta de estas disidencias mías, y de alguna que otra de algún que otro hermano, respecto del patrón familiar. Con tal de que uno no se exhibiera innecesariamente en público llevando zapatillas de deporte, chándales ni otras atrocidades vestimentarias, y de que guardara donde no se vieran mucho las botas de montaña y demás aperos vergonzosos tras cada utilización, nadie tuvo nada que decir.

Pero en cambio respecto al deporte considerado como espectáculo, esto es como actividad ajena de la que uno mismo es mero "seguidor", la intransigencia familiar debía de ser más radical y, por este o por algún otro motivo, arraigó más firmemente en mí.  El caso es que el deporte-espectáculo, el deporte ajeno, me ha sido toda la vida eso: ajeno. Jamás he padecido esa que juzgo inexplicable alienación por la cual la victoria de un equipo de fútbol, por ejemplo, al que arbitrariariamente han decidido considerar como "su" equipo, proporciona a los sujetos aquejados grandes alegrías, que no se basan en ninguna ventaja personal positiva que obtengan de ella sino, exclusivamente, en su decisión de alegrarse. (Y esto aún podría tener cierta explicación, porque indudablemente alegrarse, sea por el motivo que sea, siempre es agradable. Pero es que, correlativamente, su alienación les lleva a decidir, con igual falta de soporte real, entristecerse cuando "su" equipo pierde. ¡Y se entristecen de verdad..!) 

También en este aspecto he evolucionado un poco. He llegado a admitir que algunos deportes, como el fútbol o el baloncesto, que son movidos, variados y entretenidos de ver, puedan ser un espectáculo para los entendidos, e incluso que profanos como yo podamos pasar cierto tiempo mirándolos, y llegar a apreciar y a disfrutar la inteligencia o la oportunidad con que se concibe una jugada, o la destreza con que se ejecuta. Nunca me apasionarán, y desde luego, nunca tendré el menor interés personal en que ganen unos u otros, pero puedo llegar a divertirme un rato viéndolos jugar.


De otros en cambio: atletismo, ciclismo, fórmula 1... en los que nunca pasa nada de lo que un espectador no preparado pueda enterarse sin tediosas y normalmente ininteligibles explicaciones previas, jamás me he explicado que haya quien pueda mirarlos más de un minuto sin decidir acto seguido irse a hacer algo más interesante, es decir, prácticamente cualquier otra cosa. ¿Hay algo objetivamente más aburrido que ver a la gente correr por una pista, o nadar de un lado a otro de una piscina, o saltar vallas, o recorrer en bicicleta kilómetros y kilómetros de carretera? ¿Cabe imaginar espectáculo más plúmbeo que el de unos bólidos dando vuelta tras vuelta a un circuito? Y como sobre los resultados, una vez más, me confieso total y felizmente incapaz de hipnotizarme a mí mismo hasta el punto de creerme que verdaderamente me importa quién gane, ni ese mínimo aliciente tienen para mí.

Quizás sea necesario explicar, para la perfecta comprensión de todo esto que digo, que carezco en absoluto, por naturaleza, por educación y por elección propia, del menor impulso competitivo. Nunca he tenido ningún interés en hacer NADA mejor que los demás. Me interesa, simplemente, hacer las cosas bien –entendiendo por "bien" la manera en que me satisfacen a mí–. Si algún otro las hace también "bien", estupendo. Trato de ser altruista y empático, y deseo para los demás todo lo bueno que deseo para mí. Que ese "bien" de ese otro resulte ser, estimado con algún criterio, –no con el mío, desde luego, que es únicamente el de mi propia satisfacción– "mejor" que el mío, o el mío mejor que el suyo, me ha sido toda la vida absolutamente indiferente. Desde mi punto de vista no existe ni la necesidad ni siquiera la posibilidad de comparar. ¿O es que hay algún modo de medir las respectivas satisfacciones?



Comprendo, sin embargo, que hay actividades –particularmente deportes, y juegos, en general– cuya práctica aumenta en interés si se le añade el estímulo de "ganar" al otro. La victoria en sí da exactamente igual, pero el interés convencional, no personal, de los jugadores por conseguirla forma parte de las reglas y del mecanismo del juego. Un partido de tenis sería más "desestructurado" y, en consecuencia, más aburrido,  –y todavía más largo– si no fuera porque ambos jugadores se esfuerzan en hacer que el otro falle. Meter un gol no tendría ningún interés si el otro equipo no tratara de impedirlo. De modo que sí, lo admito: determinados deportes –ninguno que yo haya practicado nunca, gracias a Dios– requieren por su propia mecánica que cada uno de los jugadores se esfuerce por ganar a los otros.


Pero, claro, ese interés por la victoria es una regla más del juego, uno más entre sus muchos mecanismos y convenciones. No más importante que ninguna otra regla ni mecanismo. Un buen jugador, por tanto, no debe mostrar más interés por ganar que por que se cumpla cualquier otra de las reglas, ni mucho menos sacrificar las otras reglas al objetivo de ganar. Un buen futbolista, por ejemplo, no debería cometer una falta para obtener una ventaja, o al menos no debería tratar de evitar la sanción si la comete. Ni debería aceptar una victoria obtenida gracias a una falta no sancionada. Sé que esto que digo es una utopía irreal, en el polo opuesto de lo que realmente sucede todos los fines de semana en los estadios de fútbol, pero no obstante sigo pensando que es así como debería ser, en buena lógica deportiva. y, desde luego, es así como yo lo entiendo. ¿No es eso, precisamente, a lo que se llama deportividad?

Porque, a pesar del desdén familiar hacia los deportes concretos, sí se me educó, en cambio, en el respeto y el cultivo de la deportividad así entendida: no dar más importancia a nuestro propósito de ganar que a cualquier otra de las convenciones y reglas en que consiste el juego, empezando por los buenos modales y siguiendo por el respeto a los demás jugadores y el interés sincero en que jueguen en las mismas condiciones y con las mismas oportunidades que uno mismo. Y siempre me ha sorprendido que personas mucho más aficionadas al deporte que yo, a las que de entrada supongo interés y conocimientos muy superiores a los míos sobre todo lo relacionado con él, den en la práctica claras muestras de ignorar o despreciar estas actitudes elementales y, de hecho, las contravengan frontalmente a la menor ocasión. No son casos aislados. Son la enorme mayoría, casi diría que la totalidad, con poquísimas y honrosas excepciones, de los aficionados al deporte que conozco. En la práctica, alguien a quien le interesan los deportes es, casi invariablemente, alguien a quien le interesa primordialmente la victoria de "su" equipo, "su" corredor, "su" piloto, "su" atleta; y solo después, y en función de ese primer interés, los detalles técnicos, las jugadas y cualquier otra cuestión deportiva.

No me queda más remedio que sospechar, vehementemente, que son mi falta de interés por los deportes y mi carencia de competitividad las que me hacen ser mucho más "deportivo" que cualquiera de los forofos a los que el deporte apasiona y para los que la victoria es una cuestión poco menos que de vida o muerte. Y de ahí a concluir que, cuanto más deportista es alguien, menos deportivo se muestra...

40 comentarios:

  1. Está claro -y lo sabes perfectamente- que los que llamamos espectáculos deportivos son sobre todo espectáculos y casi nada deportivos (más convendría llamarlos eshibiciones físicas). Como tales espectáculos, estoy de acuerdo contigo en que hay unos más entretenidos que otros, incluso con un atractivo estético importante (me acuerdo ahora de la gimnasi, que a mí me parece preciosa). Ahora bien, también sabes de sobra que la principal fuente de interés no es ni siquiera el espectáculo (mucho menos el deporte en el sentido de deportividad), sino la competencia y siempre en la medida de que nos podamos identificar con alguno de los competidores (es decir, seamos de un equipo o incluso contrarios a otro). Imagino que es una manera de sublimar determinados instintos muy poco civilizados pero que ahí siguen estando.

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  2. Mientras iba leyendo el post me sorprendia encontrar reflejada en el, punto por punto, mi propia actitud hacia el deporte (con la salvedad del patinaje sobre hielo, que vi las Navidades pasadas television y me llamo mucho la atencion).
    Durante un tiempo, cuando era chaval, tenia un cierto complejo por no practicar ningun deporte de los que se llevan a esas edades(futbol, baloncesto, balonmano, piraguismo), asi que decia que practicaba la esgrima, y sorprendentemente me creian. Hasta llegue a gozar de una cierta popularidad por ello.

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  3. El deporte como forma de socialización en grupo, banda o hooliganismo me asquea.

    El deporte como espectáculo, depende de cuál: me aburre o me entusiasma (el fútbol o el atletismo en pista)

    El deporte como actividad física personal me hace sentir bien, como dormir, comer o follar, casi.

    El rechazo indiscriminado al deporte me parece una secuela o continuación fuera de contexto histórico -comprensible pero anómala- de la actitud del progre en el franquismo, rechazando 'el opio del puieblo' (que en realidad es la religión, pero es verdad que para muchos el deporte es una religión)

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  4. Es posible que eso que dices esté claro, Miroslav, y que yo sepa perfectamente algo que podría enunciarse de modo parecido. Pero en el idioma, en las instituciones y en el imaginario popular, esos "espectáculos deportivos", que no tienen prácticamente nada de deportivos, son exactamente a lo que se llama Deporte. Sigue chocándome que una actividad noble, el deporte, cuyo nombre ha dado origen al de una actitud igualmente noble, la deportividad, se identifique a todos los efectos con unos espectáculos que no son ni nobles ni deportivos; y que la enorme mayoría de sus seguidores y practicantes llamen, sin que nadie los contradiga, "deportividad" a su propia actitud, que es todo lo contrario de la deportividad.

    Claro, que desde que me enteré de que la A de FIFA corresponde a Amateur, ya no me sorprendo de nada. Si estos tíos son amateurs ¿quiénes coño son los profesionales?

    Al final lo que me importa es siempre lo mismo: el idioma. ¿Cómo es posible que se usen las palabras para referirse a cosas que son, abiertamente, todo lo contrario de lo que, sin embargo, se sigue manteniendo que quieren decir, y que esta contradicción flagrante no parezca sorprender ni molestar a nadie más que a mí?

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  5. Hola, Antonio. Yo conseguí eludir el lógico complejo -a esa edad, en el fondo, nuestro mayor deseo es ser iguales que nuestros iguales- adelantando en unos años el deseo que viene a continuación de ese: el de diferenciarnos de nuestros iguales. Me negué a admitir que no hacer deporte fuera ninguna clase de inferioridad y debí de hacerlo con la suficiente convicción como para que los demás se lo creyeran, pero el caso es que no tuve problemas de socialización, afortunadamente. Al contrario, gocé de una cierta popularidad, sin decir que hacía esgrima ni nada.

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  6. El rechazo de mi padre al deporte no era una postura progre ni antifranquista, Lansky. Mi padre nunca fue particularmente progre ni antifranquista, y su actitud, además, venía de mucho antes de Franco. Creo que se debía a alguna clase de complejo personal -era introvertido, tímido y asténico- derivada hacia o combinada con alguna clase de elitismo intelectual. No era una actitud sana, en suma, y pudo haber tenido peores consecuencias: afortunadamente los hijos no le salimos tan raritos como hubiéramos podido. Solo esto que ustedes ven. Es llevadero.

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  7. Querido Júbilo, absolutamente de acuerdo contigo. Pero teniendo en cuenta que la palabra "deporte" viene del latín "deportare" (divertirse, descansar) y que para esta gente divertirse y descansar consistía en sentarse en el Colosseo a mirar cómo se busacaban la vida dos gladiadores al grito de "...morituri te salutant", ¿qué le vamos a pedir hoy en día...?

    De todas formas a mí sólo me gusta el deporte de hélice...


    Un besote guapetón!

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  8. Puf, no sé por dónde empezar...
    Arbitrariamente uno elige en la vida casi todo: su ropa, su libros, sus amigos, su pareja...y porque no, su ¡deporte y su equipo!. El sentimiento posterior a cualquier elección, sea o no una ventaja personal, existe, y si es de alegría, mucho mejor...
    ¿ Consideras alienación a la cara de felicidad que se le pone a millones de personas delante de los cuadros de Sorolla?...
    En atletismo...¿qué nunca pasa nada?... ¡¡¡ qué nunca pasa nada..., pero si los atletas son "El Discóbolo" en directo !!!...
    Que en toda tu vida haya sido absolutamente indiferente ser "mejor que", ¡ me quito el sombrero!. Pero reconocerás que es difícil enfrentarse a situaciones en las que se debe manifestar auto superación, si no existe una motivación. Y normalmente la motivación está, en aquello mejor hecho, y no por el hecho de ser mejor que nadie.
    El deporte es mucho más que el deporte profesional, (al que creo que tú te refieres) y, por supuesto, ¡¡¡mucho más que el fútbol y mucho más que lo que transmiten los medios de comunicación !!!. La práctica deportiva es un hábito que brinda al ser humano una herramienta de desarrollo integral tanto en el aspecto físico, mental, social, afectivo y emocional. La actividad mental en la realización deportiva implica imaginación y fantasía, creación y exploración. Facilita la integración y fomenta el respeto. Exige la integración en un proyecto común y la aceptación de las diferencias y las limitaciones de los participantes. El cumplimiento de las normas y reglamentos que rigen las actividades deportivas colaboran en la aceptación de los códigos de conducta propios de una sociedad...Y podría seguir enumerando sus múltiples ventajas.
    Pero fundamentalmente, el deporte es una experiencia vivida, para mi comparable con la música, o el arte, o el teatro...¡¡¡Y una gran posibilidad de diversión!!!.

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  9. Hola, Zaffe. Los romanos eran tan bestias como nosotros, sí, o más, para ser exactos, pero tenían el buen gusto de no mezclar. Creo que no usaban la misma palabra para referirse a lo que hacían en el gimnasium, con los amiguetes, que para lo que los gladiadores hacían en el circo. Es de agradecer.

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  10. Hola, Susana, sé muy bienvenida. No tienes que convencerme de las bondades del deporte, a pesar de la deletérea influencia familiar ya estoy convertido. Me parece estupendo. Comparto en todo tu loa al deporte y recomiendo calurosamente su práctica a todo el que se deje.

    Solo un par de cosillas: entiendo el placer de ver un cuadro de Sorolla, y entiendo el placer de ver una hazaña atlética o una buena jugada de fútbol. Disfrutar de las cosas buenas no me parece una alienación. Pero alegrarse porque es uno de los equipos el que ha ganado y no el otro, sí. Es como ver un cuadro estupendo y no poner cara de felicidad porque no es de Sorolla, y "tu" pintor es Sorolla. Alguien que ve una jugada cojonuda del Barça y, en vez de disfrutar con ella, sufre porque él es del Madrid, no es un aficionado al fútbol, cosa sanísima. Es, en mi opinión, un pobre alienadito, cosa que me parece mucho menos sana. Y los hay ha millones, de todos los equipos, y se creen aficionados al fútbol. Yo creo que son aficionados a otra cosa, pero no al fútbol, ni a nada que tenga que ver con el deporte.

    La autosuperación... ¡puf! Debe de ser también una cosa estupenda, sí. (Sobre todo si no se la llama así.) Creo que es buenísimo esforzarse para hacer las cosas cada vez mejor, y si a eso le quieres llamar autosuperación, pues es buenísima la autosuperación. Tan buena y tan deseable en sí misma que sigo sin entender que para hacer ese esfuerzo sea necesario el estímulo de "ganar" a otro, de hacerlo "mejor" que los demás. Qué voy a hacerle, raro que soy.

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  11. A mi me encanta ser rarita, tan rarita que, cuando nadie me ve, me calzo las zapatillas y me voy a correr al parque. Pero no me gusta que la gente lo sepa. Ni siquiera me gusta pensar de mi misma que soy deportista.

    Antonio, lo del "esgrima imaginario" me parece genial.

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  12. Sí,Van. Pero yo me refería estictamente al origen de la palabra deporte y a la evolución de su significado. Como hablabas de contadicciones en el significado de las palabras...

    Un beso grande.

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  13. Yo soy una negada para los deportes, así que ni siquiera me tengo que plantear este dilema. Y el único espectáculo que me gusta ver es el patinaje artístico, y no es muy habitual que lo pongan por televisión.

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  14. Creo que no se ha hecho suficiente hincapié en el hecho de que el deporte es ante todo un juego. Un juego en el que interviene predominantemente el físico, aunque hay deportes casi completamente intelectuales como el ajedrez, o casi completamente “habilidosos” como los del motor. Quizás el motivo por el que muchas personas rechazan el deporte en general, provenga de un acomplejamiento sobre el propio cuerpo, como que está feo adoptar ciertas poses, vernos en pantalón corto, sudando y pegando brincos sin recato. Hay otro rechazo que no tiene nada que ver con el físico, y que se aplica a todos los juegos por igual y que consiste en negar la esencia misma del juego, es decir la competitividad y el objetivo de ganar (conozco muchas personas que sienten así). Y existe la parte más trascendental de los juegos en general, que consiste en la búsqueda de la perfección, por lo que también se les puede considerar como una actividad sacra.

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  15. Bip... Actividad sacra? Y qué me dices de la caza deportiva y de la pesca deportiva?

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  16. Zafferano, dentro de lo sacro, como todo el mundo sabe, entra también lo demoníaco.

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  17. Pero a mí me da que no te estabas refiriendo precisamente a una actividad demoniaca cuando hablaste de sacra...
    O sea, que la parte más trascendental de los juegos es la búsqueda de la perfección en qué sentido? Estilo Belcebú? Pues vamos bien. Me paso al punto de cruz.

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  18. La primera reacción, generalmente, ante tus posts, es la de reirme a carcajadas. Qué feliz me ha hecho eso de que un caballero con la conciencia tranquila no corre nunca. Te ha faltado esa otra frase que tan bien nos describe: "Cuando me vienen ganas de hacer deporte, me tumbo hasta que se me pasan". Y eso que tu y yo somos los más "deportistas" del clan, andando por los montes (por lo menos cuando éramos jóvenes).
    En lo que disiento ligeramente contigo es en lo de meter al atletismo en el mismo saco que la natación o el ciclismo. Estas dos me aburren soberanamente, pero sin embargo me gusta ver las carreras, en todas las distancias, los saltos, la gimnasia deportiva, que en general me parece que tienen tanto de entrenamiento y planificación mental como física. Hay que tener muy buena cabeza, una capacidad de concentracion enorme y muy buena planificación, para hacer una buena carrera de fondo o medio fondo. Y puede ser un espectáculo interesante. De hecho yo me he aficionado y ya veo esas competiciones por mi cuenta, no sólo por seguir la corriente a mi santo.
    Pero ya sabemos que yo soy demasiado aquiescente.

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  19. Sí señor, mi papito me transmitió la misma altiva displicencia por los deportes.

    Cuando niño descubrí que el fútbol no me salía fácil (que era un tronco)así que me sumé a la cruzada paterna.

    Hoy soy del club a los que no les gusta el fútbol, (un club pequeño pero no selecto)

    En general la paso bien, pero los mundiales son un calvario. malditas vuvuzelas

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  20. La sigla FIFA, corresponde a "International Federation of Association Football", o para nosotros "Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol". Mucho que ver, efectivamente con el fútbol profesional, nada que ver con amateur...
    El estímulo de ganar a otro en el terreno deportivo es parte del juego. El objetivo del juego es ser mejor que el contrario . Si yo misma juego en uno de los dos equipos, es evidente que quiero que mi equipo gane. Si en un equipo juega un amigo, o mi hijo, o alguien que merece mi afecto o mi admiración, me convierto en animadora de ese equipo, una mera animadora, no en una persona alienada...Disfruto y siento el partido como algo , en parte, mío...y entiendo el resultado final como una anécdota efímera. Quizá es difícil entender ese sentimiento si nunca se formado parte de un equipo...
    Creo entenderte cuando se trata de hinchas que carecen de espíritu crítico, que no razonan, y demuestran actitudes intolerantes y situaciones que llegan en casos a ser dramáticas...No creo que esta sea la actitud de la mayoría de espectadores aficionados.

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  21. Se me olvidaba: los gladiadores eran soldados, no deportistas...

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  22. El deporte debería ser ante todo un juego, sí, Atman. Pero no lo es para los que ganan con él fortunas -es una profesión, un negocio, todo lo contrario del noble ocio que es el juego- y, lo que es más grave, porque son muchos más: no lo es tampoco para los millones de seguidores incondicionales de su equipo de futbol, de su tenista o de su piloto de carreras. Para estos es un escape y un pretexto para la estupidez, la irracionalidad y, en casos extremos, el fanatismo y la barbarie.

    Como en tantos otros fenómenos, la "frontera" entre la actitud "correcta" y la que no, está mal colocada. De igual modo que todos denostamos virtuosamente al terrorista que pone bombas, o el imperialista que sojuzga gente, pero nos parece muy bien el patriota que considera que su nación es un principio sagrado que justifica cualquier cosa que la tome por pretexto; sin querer admitir que esta segunda actitud "correcta" es el caldo de cultivo natural de la primera "incorrecta", y que en ella están ya, en germen, todas las maldades de la segunda, de igual modo todos celebramos como muy deportiva la actitud del hincha que desea la victoria de su equipo, y deploramos, en cambio, la violencia en los estadios y la barbarie de los hooligans. Pero, como en el otro caso, y en tantos otros, no queremos ver la relación directa que hay entre los dos fenómenos. La violencia de los ultras no se daría sin el entusiasmo de los hinchas, es su resultado natural- no en todos los casos, naturalmente, porque no todos los ciudadanos son vándalos, pero sí en una proporción inevitablemente invariable, porque, aunque no todos seamos vándalos, sí es cierto que la cerrilidad de quien apuñala al seguidor del equipo rival está ya contenida en la cerrilidad de quien celebra un penalty cometido por el propio equipo con la misma vehemencia con que censura el que comete elequipo contrario-. Las consecuencias, naturalmente, no son igualmente graves en ambos casos, pero la actitud de base sí es igualmente indeseable y cerril. No hay modo razonable ni útil de luchar contra la violencia de los hooligans que no pase por transformar la actitud de los "hinchas" normales, igual que no hay modo razonable de acabar con el terrorismo nacionalista que no pase por combatir el nacionalismo, por pacíficamente que se manifieste. Otra cosa es como lamentar las infecciones, pero asegurar que las heridas son inocuas y hasta desables.

    En cuanto a la "sacralidad" del deporte y la búsqueda de la perfección... no sé si la invocas en defensa o en detrimento del deporte. A mí me parece, sin comparación, su peor aspecto, al que espero referirme en algún otro post. Lo que, definitivamente, convierte el deporte, a mis ojos, en un inevitable factor de alienación, si no se le trata con las debidas precauciones -que son, en general, todo lo contrario de lo que en general se exalta en él-.

    Tienes razón, Zaffe. La cosa venía ya mal encaminada desde los romanos. Es interesante observar que no hay actividad humana, por noble que pueda ser, que no haya sido también, desde sus mismos orígenes, su propio y dañino reverso.

    Pues sigo metiéndo al atletismo en el mismo saco, Cigarra, o en otro peor. No solo el atletismo es un muermo de ver, -con el ciclismo, al menos, ves paisajes- sino que es especialmente alienante y deformante también para sus practicantes, en los que fomenta una mística de la "autosuperación" que condiciona toda su vida muy para mal y que me da escalofríos. Siempre en mi modesta y ponderada opinión, claro.

    Hola, Manuel, bienvenido. Al blog y al club de los antifutboleros. Será un placer seguir viéndote por aquí.

    Susana ¿de verdad no crees que "sea esa la actitud de la mayoría de espectadores aficionados"? Dios te conserve la inocencia, aunque sea a costa de mantenerte la ceguera...

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  23. Creo que esa “relación directa que hay entre los dos fenómenos” (exaltación nacionalista o deportista, igual a violencia) se podría aplicar no sólo a la política y los deportes. Pero creo que ni el deporte, ni la política, tienen la culpa de la demencia (de igual manera que un cuchillo es un elemento neutro que puede ser muy útil para cortar objetos, aunque haya quienes lo empleen para cortar yugulares). Por otro lado, decirte, que lo sacro es “sagrado”, quiero decir, que aquí no hay posibilidad de que estemos hablando de otra cosa que no sea algo altamente positivo, y eso ocurre porque cuando algo nos apasiona y nos volcamos intensamente en ello, el resultado es un cierto encuentro con nuestra verdad, y por extensión con una verdad universal. Creo que en la elite deportiva, ningún jugador puede ser egoísta, acomplejado o despistado (eso se reflejaría en su juego y por tanto no podría ser un número uno).

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  24. Buen ejemplo el del cuchillo, Atman. Precisamente todas las sociedades civilizadas regulan la tenencia de armas, blancas y no digamos de fuego, y la someten a estrictas limitaciones, porque, aunque puedan ser usadas sensatamente, también pueden usarse devastadoramente mal. Tú paséate con un cuchillo en la mano por la calle, o con una pistola, y ya verás cuánto tarda la policía en interesarse por el detalle de tus próximos movimientos previstos. Ese género de precauciones es lo que yo considero colocar bien la frontera. Y llamo colocarla mal, precisamente, a dejar el uso correcto de armas peligrosas -cuchillos, pistolas, seguidismos deportivos o nacionalismos- al arbitrio de la buena voluntad o de la sensatez de los usuarios. Sistema que, inevitablemente, acaba produciendo cierto número de crímenes, casos de hooliganismo o violencias nacionalistas.

    No comparto, en absoluto, esa equiparación que haces de "sagrado" con "altamente positivo". En mi opinión es altamente positivo considerar sagradas muy pocas cosas. (En realidad, solo una: por eso soy monoteista). Sacralizar alegremente lo que nos va pareciendo bien es, en cambio, sumamente peligroso. Justo a esa sacralización de lo que nos apasiona y en lo que nos volcamos intensamente es a lo que llamo alienación, y la juzgo sumamente dañina. En el caso del deporte no menos que en el de cualquier otra cosa de las muchas que sacraliza nuestra sociedad: dinero, éxito, poder, sexo.

    No he tratado, no sé si tú sí, en persona a ningún deportista de élite. Pero lo que he visto de la imagen pública de muchos de ellos me basta para afirmar sin problemas que pertenecer a la élite deportiva no solo NO impide ser egoista, acomplejado o despistado, sino que a veces da la impresión de que propicia ser esas cosas... y hasta otras peores.

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  25. No conozco ningún deportista de elite, pero los he visto perder los nervios y el aplomo, lo que ineludiblemente se refleja en la efectividad de su juego. Comparto tu idea de lo necesario de vigilar la exaltación al igual que los objetos peligrosos. Disentimos, ya lo veo, en la posibilidad de sacralizar ciertas actividades aparentemente intrascendentes, porque en mi opinión, si la dicha es buena: Todos los caminos conducen a Roma.

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  26. Vanbrugh, aunque son estadísticas del 2008 (no encuentro datos más recientes y supongo que habrán aumentado un poco estas cifras), te comento que las 68 Federaciones Deportivas Españolas más sus Clubes, tenían ese año un total de de 3.489.345 licencias federativas.
    Eso quiere decir que en España hay casi tres millones y medio de personas que practican deporte asiduamente, de exigencia media o alta, en sus respectivas categorías.
    Ni mucho menos son todos profesionales, y me atrevería a decir que un número de personas mucho más elevado que esa cifra, practican deporte sin estar federados...Pero ese es otro tema.
    La tristeza es, que al hablar de deporte en España solo hablamos de fútbol...
    ¿Cuántas veces has visto actitudes cerriles entre los espectadores que disfrutan de un partido de tenis, de balonmano, de voleibol, o en una competición de gimnasia, de natación, de judo, o en la mayoría de las disciplinas deportivas que me quedan por nombrar, 62 en total?...
    PD. De cualquier forma, llamarme inocente es un grato piropo...

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  27. Susana ¿cuántos estadios con capacidad para diez mil, treinta mil o sesenta mil personas has visto llenos hasta la bandera, fin de semana tras fin de semana, con aficionados al tenis, al balonmano, al voleibol o las competiciones de gimnasia, de natación, de judo o de cualquiera de las otras disciplinas deportivas hasta las sesenta y dos de que hablas? ¿Cuántos seguidores crees que suman entre todas ellas: cien veces menos que el fútbol? ¿Mil? No es por capricho por lo que, cuando hablamos de deporte en España, solo hablamos de futbol. Por mera estadística, también yo, cuando hablo de actitudes generalizadas entre los seguidores del deporte, hablo fundamentalmente de los seguidores del fútbol, que serán, a ojo de buen cubero, no menos del noventa por ciento del total.

    Te concedo gustoso que en el diez por ciento restante, el que sigue otros deportes, las actitudes cerriles sean menos llamativas y menos frecuentes. Pero vamos, también he visto a devotos de Fernando Alonso celebrar con un deportivo júbilo las averías o los accidentes de sus rivales, y a fervorosos fans de Induráin hablar pestes de Armstrong solo porque se había atrevido a ganar más Tours que su ídolo -y, de paso, a ser bastante más simpático y más "deportivo", en el buen sentido de la palabra- y a impecables tenistas que desean que Nadal gane aunque sea a costa de que sus rivales se rompan piernas o cojan la gripe. Todo muy racional y, sobre todo, muy deportivo. Mira, dos principios incompatibles pueden encontrar un cierto punto de equilibrio en la práctica, pero seguirán siempre siendo incompatibles en la teoría. Si deseas que "gane el mejor", no puedes al tiempo desear que gane "el tuyo", y viceversa. Uno de los problemas del deporte como espectáculo es que trata de presentar como conciliables y confluyentes dos actitudes inconciliables y opuestas, y llamar "deportividad" a ambas, cuando solo una de ellas merece tal nombre, precisamente la que con menos frecuencia se da.

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  28. Si os apetece aquí podéis leer por qué pienso que el ciclismo no tiene que ser necesariamante ni aburrido ni competitivo
    http://pakefte.blogspot.com/2011/02/mi-primer-200-ya-soy-randonneur.html
    He descubierto la práctica deportiva hace relativamente poco y en mi caso está siendo muy, muy beneficiosa.
    Sobre el borreguismo de los seguidores de equipos, corredores o selecciones nacionales no te corrijo ni una coma.

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  29. Hola, Pablo, me alegro de verte por aquí. Nunca he pensado que el ciclismo sea aburrido de practicar, ni que deba ser competitivo. Cuando no tenía las lumbares tan trabajadas como ahora disfrutaba mucho andando en bici, desde luego sin importarme jamás batir ninguna marca ni llegar antes que nadie. Lo insoportablemente coñazo, en ni opinión, son las carreras ciclistas como espectáculo, aparte del esfuerzo físico y anímico, creo que repugnantemente alienante, que suponen para los corredores.

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  30. En vista de esto me voy a apuntar a hacer halterofilia.

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  31. Ah, ¿la halterofilia es un deporte? Yo creía que era una perversión sexual...

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  32. Hablando de fútbol en Madrid: el aforo del estadio Vicente Calderón es de 54.851 espectadores y el del Santiago Bernabéu es de 80.354.
    La capacidad del mayor estadio del mundo, el Rungrado May Day de Pyongyang, Corea del Norte, es de 12.442 espectadores.
    Sin hablar de fútbol, y volviendo a Madrid: en el Palacio de los Deportes el aforo es variable según la configuración que se adopte; atletismo 10.000 espectadores, balonmano, 14.000, baloncesto 15.000 espectadores. Edificio "Caja Mágica", complejo deportivo donde entrena y juega el Real Madrid de baloncesto, capacidad de 12.442 espectadores, aforo máximo en todos sus espacios para tenis 23.171 .
    Y ahora estamos en el Santiago Bernabeu, en un partido de liga lleno hasta la bandera... Y allí estoy yo, animando a mi equipo, y elevando poco a poco mis recursos energéticos, (epinefrina, adrenalina, noradrenalina)...Alegre, animosa, divirtiéndome...Incluso haciendo la ola,( esa absurda elevación en cadena de cuerpo y brazos que de repente fluye en un estadio y que siempre me hace pensar, que la persona cuya iniciativa ha conseguido que miles de persona hagamos ese gesto, podría llegar a ser presidente del gobierno)...Y tras una jugada de una inteligencia pasmosa y una fuerza física casi sobrenatural, me encuentro saltando del asiento, en medio de una multitud que vibra (aquí tenían que estar los maestros de reiki, ¡esto es energía!)...Y me abrazo a mi compañero sentado a mi izquierda, y me abraza el extraño sentado a mi derecha, y segundos más tarde un uf...Y después me cago un poquito en la leche...(pero esto solo ocasionalmente y en bajito)...Y se acaba el partido y me marcho a casa tan contenta. Si siempre ganara mi equipo, sería aburridísimo...
    Y en este mismo estadio en el que miles de personas disfrutamos, yo también te concedo gustosa el 10 por ciento de animadores cerriles, ( la friolera de 8.000, ¡creo que soy muy generosa! ). En este partido, hemos tenido suerte y han sido discretos. En otras ocasiones, y solo unos cuantos afortunadamente, han salido en las noticias insultando, avasallando, golpeando, lanzando objetos, desprestigiando a los jugadores y al árbitro...Vemos en TV repetición tras repetición el acto vandálico correspondiente, lo vemos a color en las portada de todos los periódicos y revistas, y no se habla más que de ellos durante semanas...Pero insisto, ¡son minoría!.
    Ser espectador no es nada fácil, ya que divulgamos una faceta específica de nuestra cultura de nuestra conducta y de nuestra educación. No me gustaría tener que vigilar el comportamiento de esos hinchas anormales fuera del estadio...
    Ya ves, tan bien yo soy rarita,y según lo que os he contado, creo que no voy a poder volver a meter mano en este blog...Eso sí, las vuvuzelas ¡un espanto!.

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  33. Qué cosas dices, Susana. Tú siempre podrás meter mano, y cualquier otra cosa que desees, en este blog, y seguirías pudiendo aunque confesaras ser miembro de los ultra sur -o, peor aún, de los boixos nois- y haber empezado personalmente todas las "olas" del Bernabeu. Fíjate lo que te digo: incluso aunque por ello hubieras llegado a ser Presidente del Gobierno. Este es un blog deportivo y lleno de fair play, y en él todo el mundo, y tú con más motivo, puede decir lo que le plazca, sin otro temor que el de que yo le conteste, que comprendo que no es poco temor.

    (Es posible que en alguna de esas visitas tuyas al Bernabeu puedas encontrarme a mí en un palco VIP, siguiendo con cierta atención las monaditas más vistosas de los jugadores, aplaudiendo cortésmente las que juzgue mejores jugadas, sea su autor de uno u otro equipo, elevando condescendientemente los brazos cuando le toque hacer la ola a mi sector y degustando, en el entreacto (¿o no se llama así?) las delicias del catering que la Dirección hace servir a los seguidores verdaderamente deportivos, que apreciamos el fútbol como realmente debe ser apreciado.)

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  34. Gracias. En ese caso, te visitaré con frecuencia. ¡Me gusta tu blog!

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  35. Hola de nuevo Van! Pues sí, los gladiadores eran...gladiadores.

    "Los gladiadores tenían una dieta vegetariana alta en proteínas, ya que se alimentaban básicamente de cebada y otras legumbres. De esta forma conseguían engordar y tener una gran masa muscular, escudo natural que les protegía contra heridas profundas producidas durante los combates.
    Solían tener numerosas fracturas y heridas en los combates pero según los restos óseos que se han estudiado, presentaban buenas recuperaciones, ya que al conseguirse mucho dinero con su comercio, los mejores médicos les trataban sus lesiones. También recibían masajes y baños, como parte de su cuidado."

    Vaya...

    "Cuentan las crónicas que los gladiadores eran muy deseados, al ser hombres muy grandes y musculosos, además de tratarse de héroes locales, similares en la actualidad a los jugadores de fútbol."

    Vaya.

    Un beso grande.

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  36. Vaya ...También sería bueno recordar que los gladiadores fueron además de soldados, esclavos, prisioneros de guerra o condenados a muerte por delitos graves,¡ privados de libertad y entrenados para matar!.

    Yo pensé que hablábamos de deporte, si no es así me retiro...

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  37. También los había libres y cobrando un sueldo.
    En cualquier caso, Susana, estoy jugando. No te lo tomes tan en serio. Esto no es una competición. Cada uno escribe lo que cree y no hay más.

    Besos

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  38. Zafferano, solo es una forma "deportiva " de hablar...No dudes que yo también me divierto con esta competición dialéctica, ( y en este caso me refiero a contraponer opiniones, no me malinterpretes, debe ser degeneración profesional...)
    Por cierto, los gladiadores "libres", debían renunciar a todos sus derechos de ciudadanos, una libertad que para mí no la quisiera.

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  39. Mi experiencia con el deporte es mucho más extensa e intensa. En mi familia se fomentó la práctica del deporte y se nos dieron todas las facilidades para practicarlo, pero pienso exactamente igual que tú respecto al valor de la deportividad bien entendida. No tiene nada que ver con la experiencia deportiva sino con la educación en valores. Me dan náuseas los forofos.

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  40. Zaffe y Susana, si me permitís terciar un momentín en vuestra interesante polémica -que no competición; aquí no gana nadie- diré que, en mi opinión, los gladiadores en la antigua Roma eran francamente parecidos a nuestros deportistas profesionales. Hay, como dice Susana, evidentes diferencias, derivadas de las evidentes diferencias entre nuestra sociedad y la romana, pero hay un parecido fundamental: los gladiadores satisfacían, de modo perfectamente similar a como lo hacen nuestros deportistas/showmen, la necesidad que parece tener mucha gente de identificarse emocionalmente con competiciones en las que no participa de verdad -y de considerar "competición" casi cualquier relación en la que participe o a la que asista, dicho sea de paso-, y también la de contemplar, cómoda y seguramente sentada, cómo son otros los que ejercitan y arriesgan su físico. (Necesidades que, personalmente, juzgo patológicas y bastante dañinas). Pero sigan, sigan ustedes, que no quería interrumpir.

    Hola, Juan M. A., sé muy bienvenido. Tienes toda la razón. Y hay un serio problema: educación en valores no es solo lo que se da -o se deja de dar- en el ratito de Ética, de Religión o de Educación para la Ciudadanía. Mucho más importante es lo que se ve y se vive todo los días. Si Papá insulta al árbitro desde el sofá o desea a voces que le partan las piernas al delantero contrario; si el entrenador de tu equipo te alecciona para que pierdas tiempo si vas ganando, o te tires al suelo cuando te roza un jugador contrario; si el espectáculo de las manadas de hinchas insultando a coro y con banderitas y bombos a la afición rival se entiende como algo "normal"... todo eso es también, y mucho más eficazmente, educación en valores. Lo malo no es que eduquemos poco en buenos valores, sino que lo hacemos abundantemente en los peores.

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