martes, 6 de mayo de 2008

Año nuevo en familia


- ¡Una mosca! ¡Una mosca a uno de Enero! ¡Qué barbaridad! -refunfuña Javier surgiendo ceñudo de entre el pan y la mantequi­lla. Evidentemente el suceso confirma de un modo definitivo las negras sospechas que el mundo en general viene suscitándole desde que ha tenido que levantarse de la cama.

- Lo mismo, lo mismo -bosteza Guillermo- no es una mosca, sino el Año Nuevo. ¿Te das cuenta, si esa mosca es el Año Nuevo? -las complejas consecuencias de esta posibilidad, sugiere su voz, aunque no al alcance de todas las comprensiones, no tienen secretos para él.

- ¡Dios mío, es verdad! -exclama Javier, deslumbrado por la hipótesis.- ¡Una mosca, a uno de Enero, no puede ser más que el Año Nuevo! Oye, entonces, si la aplasto, ¡plaf!, ¿te das cuenta?, desaparece todo. Nos aniquilamos. Sobreviene la Nada -y, a juzgar por su tono, no se diría que la perspectiva le desagrade mucho.

- No lo creo -rebate Guillermo; pero se apresura a apoderarse de la mantequilla, por si la súbita desintegración de lo creado, además de mostrarle su error, le deja sin qué untar en la rebanada.- El aplastamiento de la mosca no puede ser instantáneo. A medida que la fueras aplastando vacilaría la existencia de todo, incluida la del instrumento aplastan­te, y con un instrumento cuya existencia vacila no se puede hacer gran cosa en cuestión de aplastar moscas ¿me sigues? En realidad no puedes aplastar a la mosca, porque aplastarla provoca el aniquilamiento del Universo, y su aplastamiento requiere un Universo como escenario y causa inmediata. Es un suceso que se impide a sí mismo, no hay nada que hacer.- Si alguien creyera entender algún desánimo en estas palabras saldría de su error al ver el entusiasmo con que, entretanto, se aplica a la tarea de cubrir de mantequilla su pedazo de pan. Javier le contempla con franco desagrado.

- Venga, dale, -dice, con voz en la que vibran por igual el desprecio y el sarcasmo- sigue intentando disfrazar de metafísica tu asqueroso materialismo. Por más filosofía con que lo adornes, se ve enseguida que tu espíritu enfangado es incapaz de apreciar lo absoluto, intemporal e irreversible que hay en la muerte, y que tus bajos instintos no vacilan en profanar ni lo sagrado de una agonía. ¡Ese eres tú! ¡Complaciéndote como un sádico en espachurrar poquito a poco a la mosca, pobre animal!- Y no se sabe si el suspiro de amargura con que culmina su requisitoria se debe a la cruel conducta de su hermano para con el infeliz insecto -que sigue volando, tan ajeno- o al detalle de que, además, se haya acabado toda la mantequilla.

20 comentarios:

  1. ¡Qué bonita la foto y qué surrealista el relato!.
    Muchos besos, Carmen

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  2. ...Ah, y el suspiro de amargura de Javier estoy segura de que era por la mantequilla, ¡no faltaría más...!
    Carmen

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  3. Eso, y cuando yo me levanté ya no quedaba mantequilla, ni nada, y me tuve que tomar el café a palo seco. Que eso no lo cuentan, pero la auténtica víctima siempre era la misma, la pobrecita niña... snif.

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  4. No he comentado la foto, pero es una prefiguración de la vida misma que vino después: Guillermitín contempla el mundo feliz, agitando su palito, ajeno al hecho de que casi deja tuerto a su hermanito. Y Javierín empieza ya a practicar con fruición el gesto de mostrar un desagrado terrible por el mundo que le rodea, que según se ve palmariamente, es malo, se ensaña con él y le da motivos para refunfuñar. ¡Ay!

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  5. Javier es una personalidad compleja, y literaria. Se las arregla, por tanto, para que su suspiro deplore por igual los dos sinsabores (nunca mejor dicho): el de la mantequilla y el de la crueldad freterna. Y, por vía del suspiro, los convierte en uno solo, o más bien en la metáfora del Gran Sinsabor. Tiene que ver con eso a lo que alude Cigarra en su segundo comentario: el mundo le agrede. Es el problema de los espíritus sensibles.

    La foto ha sido elegida precisamente por eso que torpemente explicas, Cigarra. No sé si jalearte la perspicacia o afearte la obviedad.

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  6. Querido Javier, desde aquí quiero agradecerte en el alma que no hayas aplastado aquella mosca el 1 de enero, porque de haberlo hecho, yo no habría nacido apenas dos semanas después. Aunque bien pensado... Y ahora estaría yo en el limbo, recolectando moscas para los Años Nuevos venideros y acordándome de ti...
    La próxima vez que te veas en ese trance, utiliza el brazo de la justicia y verás que no te quedas sin mantequilla.

    La foto es genial, sólo le falta el sonido. Y el cuento de Navidad, precioso!

    Un beso muy grande

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  7. La foto es deliciosa, aunque javierín no está sacándole un ojo a guillermín, sino colocándole un acento circunflejo: de aquellos polvos...

    Por otro lado el relato, estupendo, no es subrrealista, como dice carmen, sino metafísico, que es bien distinto: jainismo puro

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  8. Zafferano, resistí virtuosamente la tentación de aplastar a la mosca. Volaba muy deprisa. Ahora me alegro yo también, me ha gustado en general lo que la vida me deparó desde entonces. Ese mismo 2 de Enero mi madre compró más mantequilla...

    Lansky, la verdad es que mi padre era un fotógrafo estupendo. Esa foto es una de las que más me gustan de mi infancia y además, como dice Cigarra, resume muy emblemáticamente un aspecto importante -no el único, felizmente, pero sí uno significativo- de mis relaciones con mi querido hermano pequeño.

    La has entendido mal, por cierto: Guillermo, el pequeño, es el que enarbola el palito mientras parece proclamar su regocijo vital. Javier, el mayor, es el que trata de evitar que las expansiones de su hermanito tengan consecuencias directas sobre su forma de ver la vida. A mis pulsiones ortográficas hay que buscarles otro origen.

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  9. vale confundí los hermanos, pero:

    a) tienes un olivar detrás y ya han escardado a mano, luego sí, es invierno.
    b) se te está metiendo una hormiga por la pernera del pantalón: de ahí tu temprana costumbre de tocarte justo "ahí"
    y c) y más importante: tu no estás evitando que tu hermanito te deje tuerto, sino rechazando hastiado su prosodia: "nene tacogido un gurriato" (Manía de corregir con Nebrija en la diestra)

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  10. Es una foto estupenda, es realmente difícil fotografiar a personas al natural, sin que estén posando o al menos sin que lo parezca. El efecto posado se suprime cuando los modelos son niños pequeños, pero ¡ay! se mueven mucho. Por tanto, estoy de acuerdo, el papá de Javierín y Guillermín debía ser muy buen fotógrafo.

    Sobre lo de aplastar o no la mosca, no sé, lo único que se me ocurre al respecto es que entonces también hacía calor a veces en enero, o bien estábais en otras latitudes donde también hay olivos.

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  11. En la foto estábamos, según según consta en nota manuscrita de mi padre sobre el paquete de negativos, en la Alameda de Osuna, ignoro en qué momento del año. Si Lansky dice que era invierno, invierno sería.

    En el relato estamos en la cocina de la casa materna entre quince y veinte años después, y ahí sí se conoce el momento exacto del año: el 1 de Enero, pongamos que a eso de las doce de la mañana.

    Precisión que he creído necesario introducir porque, a juzgar por los últimos comentarios, parece que alguno de ustedes, queridos lectores, ha entendido mal la historia y se imagina a Javierín y a Guillermito haciendo metafísica barata en pleno olivar, entre cambio de pañal y sacada de ojos. No es así, la pedantería nos entró pasados los años.

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  12. Una lástima tu última aclaración. Yo también había pensado en dos tiernos infantes metafisiqueando (por más que quedaba claro que era a la hora del desayuno y bajo techo). El guiño ficticio le daba (creo yo) mucha poesía al relato.

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  13. De Wifredo el Velloso a Paul Naschy. Muy bonito pero no heentendido ni papa.

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  14. En justa correspondencia, Clavadista, tampoco yo entiendo qué vienen a hacer aquí ni Guifré el Pilós ni Paul Naschy. Explícamelo, anda, y reléete el post; verás cómo lo acabas entendiendo.

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  15. ¡buenooooooooo!

    ¡qué fotito! ¡qué de moscas! ¡qué poco me gusta la mantequilla!

    es raro verte pequeño, protestón no, pero pequeño es raro.

    besos, rubio

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  16. Gracias, d. m., y besos para ti. No sabes lo que me gusta verte por aquí.

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  17. La verdad es que si te hubiera metido bien el palito por el ojo, a fondo, no habrías podido ver la mosca unos añitos después y nos habríamos ahorrado todo ésto. Es lo que tiene el no hacer las cosas bien.....

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  18. Ese instrumento aplastante que va desapareciendo al mismo tiempo que realiza su función es la antítesis de la mano de Escher, que va apareciendo según se va dibujando a sí misma.

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  19. Ricardo, es que el pobre Guillermo era pequeñito y no sabía... De todos modos, siempre habría podido ver la mosca con el otro ojo. O imaginármela. Lo mío no tiene remedio.

    Anónimo, me gusta mucho tu comentario. Es el primero que se fija en la interesante idea del universo que al desintegrarse hace desaparecer al agente desintegrador, por lo que deja de desintegrarse, por lo que el agente desintegrador puede seguir su tarea, por lo que comienza de nuevo a desintegrarse, por lo que el desintegrador se detiene de nuevo... Y la comparación con la mano de Escher me parece francamente luminosa.

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