jueves, 28 de junio de 2012

Orgullo gay

A mí nunca se me ha ocurrido mirar a un homosexual con sonrisilla pícara, ni tratarle como si creyera que en realidad es hetero y le gustan las tías, pero disimula porque le avergüenza reconocerlo. Jamás he tratado de convencer a ninguno para que haga un intento con el otro sexo, que seguro que si lo prueba, repite. No deja de sorprenderme, por tanto, que haya homosexuales –y alguno que otro hay– que en su trato con los varones heterosexuales no pierdan ocasión de dar a entender que si no somos como ellos es porque no nos atrevemos o porque no lo hemos probado, y que solo nos falta un poco de decisión, un pequeño empujoncito –que ellos mismos pueden darnos, si hace falta– para unirnos a su feliz tribu. El proselitismo de los homosexuales me molesta tanto, la verdad, como el de los vegetarianos, los católicos, los comunistas o los aficionados a las centrifugadoras humanas de los parques de atracciones; como cualquier otro proselitismo, vaya –sin contar con que me parece el menos fundado y el más absurdo de todos, porque mientras que es posible cambiar los hábitos alimentarios, la religión y la ideología política, y hasta vencer la aversión por las acrobacias mecánicas, no lo es, en cambio, cambiar las inclinaciones eróticas–. Creo que cada cual debe cultivar los gustos, practicar las actividades y profesar las creencias que le parezcan bien, y dejar que los demás cultiven, practiquen y profesen en paz las que se lo parezcan a ellos.

Estimo, por otra parte, que la vida sexual de cada uno es privada y debe seguir siéndolo siempre. Me molesta y me parece de pésima educación no ya que se alardee, sino que se hable siquiera de con quién y cómo se va cada uno a la cama –o a donde más le pete– o se deja de ir, sea con su cónyuge, con los de sus amigos, con Sara Carbonero, con Iker Casillas o con Monseñor Escrivá de Balaguer. (A este respecto me resultan tan inoportunos y de tan mal gusto los donjuanes y las mujeres de bandera que exhiben y pormenorizan sus conquistas como los jovencitos cristianos de los 'clubs de castidad' que patrimonializan y proclaman sus abstinencias). Mis actividades venéreas no deben interesarle a nadie más que a mi pareja, creo, y desde luego a mí no me interesan las de nadie salvo las suyas –y, de las suyas, estrictamente las que me incluyan–. No es que no tenga interés en conocer las de los demás, es que tengo especial interés en no conocerlas. Todos tenemos una vida sexual, igual que todos tenemos un culo, y creo que ni uno ni otra deben ser exhibidos más que en la más estricta intimidad, y siempre con buenos motivos. (Pero si forzosamente tuviera que airear una de las dos cosas, creo que me sentiría más cómodo enseñando el culo que dando noticias de mi vida sexual).

Item más, tiendo a ser sobrio y discreto en mi comportamiento y vestimenta, y los gritos, las afectaciones, las excentricidades, los disfraces, las extravagancias indumentarias y las estridencias en general, tanto las propias como las ajenas, me desagradan y me incomodan. Trato de no sobresaltar a nadie con mi conducta y mis modales, ni siquiera visualmente con mi atuendo y mi aspecto general, y no creo que la vida en sociedad sea tolerable con quienes no se comportan así. Hay gente, sin embargo, que no parece feliz si en un lugar público no consigue, solo con el volumen y la entonación de su voz, concitar la atención general; y otros, o con frecuencia los mismos, que se aseguran de obtenerla ya antes de abrir la boca simplemente con su manera de vestir. La conducta y apariencia públicas de algunas personas me parecen, directamente, una agresión al entorno que sobrepasa lo estético para incidir directamente en lo ético.

Creo una estupidez el reduccionismo de quienes se definen a sí mismos en relación con un aspecto parcial de su personalidad total: los escritores, por ejemplo, que van de escritores todo el rato y a los que no parece interesar de sí mismos más que su actividad de escribir, ni muestran nunca otra faceta que la de escritor, y parecen ser escritores las veinticuatro horas del día, en toda circunstancia y a todos los efectos. Los ingenieros, los abogados o los médicos que solo saben hablar de ingeniería, leyes u hospitales y que te están recordando su profesión con cada gesto y cada palabra. Y, desde luego, también los homosexuales, y hay unos cuantos, que consideran su homosexualidad como el eje vertebrador de su existencia, y leen literatura homosexual, y ven películas homosexuales, y solo van a locales de ambiente, y militan en movimientos de liberación gay, y no dejan ni un minuto de recordarte que son homosexuales y que todo lo que hacen lo hacen por ser homosexuales y de una manera especial que tienen los homosexuales para hacer... lo que sea, cualquier cosa que hagan. Dan ganas de decirles que aunque dejasen un ratito solo de recordarnos su condición (ese es el problema, que para ellos no se trata de una inclinación, ni de una preferencia, sino de una condición) no iban a traicionar sus principios, ni a perder su identidad ni a decaer en sus derechos y, en cambio, todos podríamos descansar un poco. Empezando por ellos, que deben de acabar agotados.

De la palabra "desfile", por último, nunca había conseguido establecer cuál de los dos significados más usuales me resultaba más ajeno y poco apetecible, si el desfile militar o el desfile de moda, hasta que los desfiles de homosexuales disfrazados de sus fantasías sobre sí mismos, que, centrados a la vez en la militancia y en el aspecto, parecen reunir lo que de más ajeno y poco apetecible encuentro en cada una de las otras dos modalidades, vinieron a resolverme la duda por la vía del eclecticismo, siempre tan útil y enriquecedor.

Las celebraciones del Orgullo Gay son, creo, un buen compendio de todas estas cosas a que acabo de referirme: proselitismo, exhibicionismo, agresividad indumentaria, reduccionismo, desfiles... Manifestadas, además, en forma de festejos populares callejeros –detesto cordialmente todas las formas conocidas de festejo popular callejero– y provocando aglomeraciones ruidosas de gente –me horrorizan las multitudes y asesinaría con gusto a los que hacen ruidos innecesarios, y a veces hasta a los que los hacen necesarios–.

De modo que lo han adivinado, sí: no me agrada especialmente la bendita celebración esta. Disfrútela, con mi resignada bendición, todo aquel a quien no suceda lo mismo.

44 comentarios:

  1. Pues de acuerdo en todo, salvo con una excepción: ¿de qué te sirve, por ejemplo, llevarte al catre a la Scarlett Johansson si luego no puedes contarlo?

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  2. Hombre, yo creo que algún provecho le sacaría, aparte del de contarlo.

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  3. Estoy básicamente de acuerdo en todo lo que dices. El proselitismo me molesta y me parece una presunción gilipollas además, que no te guste una cosa que les gusta a otros porque…etcétera. En la homosexualidad y en cualquier otra cosa. Y el desfile me parece una solemne horterada, pero debo hacerte una simple precisión o matiz.

    Y es este: si hay algo que me moleste más que el proselitismo gay o de los gay, es la homofobia de algunos supuestamente heteros, y digo supuesta porque esa vesania contra ellos solo la concibo desde una mente perturbada por la posibilidad de serlo y no querer reconocerlo, porque sino…no lo entiendo, menos competencia con las tías (aunque claro, eso explicaría el odio, quizás aún mayor a las lesbianas…’estas tías no saben lo que es un buen…etc.”)

    La otra precisión o matiz es la de que entiendo tantas alharacas después de tanto tiempo de persecuciones, de ahí lo del orgullo, como el orgullo galleguista o el lituano.

    Pero en lo que estoy más de acuerdo con vos es en el reduccionismo que supone definirse por una sola característica, aunque sea tan relevante como la preferencia sexual, y en lo de la privacidad de esas preferencias.

    Yo estoy convencido, desde mi deformación profesional biologcista, que el gay nace y luego se hace si quiere y le dejan. Hay una correlación estadísticamente relevante a que son los segundos hijos varones (o terceros o más) frente a los primogénitos, los más propensos.

    En relación a lo que dice números sobre Scarlette y yo (él habla por boca de ganso, qué sabrá él), la verdad es que la chica lo merece tanto como para privarse uno del placer de contarlo si esa es la condición exigida

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  4. Ah, sin duda. La homofobia machista, eso sí que es una verdadera enfermedad psicológica. Solo que, igual que algunas enfermedades necesitan un sistema inmunológico bajo para manifestarse, esta necesita un nivel de hijoputez particularmente alto.

    Yo no entiendo las alharacas ni después de tanto tiempo de persecuciones. Las reacciones contra las injusticias siempre me parecen participar, en cierta medida, del planteamiento injusto; ser, en cierto modo, una prolongación y un homenaje a la injusticia que presuntamente combaten. Viene a ser como celebrar y afianzar el papel de víctima que te asignó el verdugo y, por ello, coincidir con él siquiera un poco, darle en cierto modo la razón. Es el mismo razonamiento por el que las discriminaciones positivas me parecen perjudiciales e insultantes para los colectivos a los que se supone que favorecen.

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  5. Precisamente hace poco un amigo bloguero informaba en su blog sobre un festival de cine gay y lésbico además de la difusión en la televisión por cable de dos documentales sobre el mismo tema. “Ojalá proliferen festivales, documentales y todo tipo de productos culturales con capacidad para educarnos en la tolerancia, la comprensión y el disfrute de los no tan diferentes pero sí (aún hoy, incluso aquí) tan marginados. 2010, una odisea de la confraternización.” Le contesté.

    A todos los que se sientan molestos por las manifestaciones del orgullo gay les pediría que hagan un esfuerzo y no las estigmaticen, pues precisamente de eso se trata, de que cada uno sea como quiera sin por ello tener que ser señalado. En todo caso son manifestaciones mucho más vistosas, graciosas y creativas que muchas otras, como por ejemplo la que espero podamos ver, futbolera, si es que gana España la Eurocopa. A mí no me gusta el fútbol, ni soy homosexual y considero que ambas entrañan pequeñas molestias perfectamente admisibles y comprensibles por la euforia del momento. La una es un ritual de unidad patrio-deportivo, oe, oe, oe, la otra una reivindicación mucho más seria a pesar de que parezca todo lo contrario, oe, oe, oe.

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  6. No sé a qué te refieres exactamente con 'estigmatizar', Atman, pero, sea lo que fuere, no creo hacerlo con las manifestaciones del orgullo gay. Me he limitado a explicar por qué me molestan, personalmente, y por qué me parecen objetivamente desagradables y contraproducentes. Ni siquiera estoy pidiendo que se prohiban, ni nada por el estilo. Manifestarse es un derecho que nunca he pretendido condicionar a mis gustos particulares. Pero que reconozca el derecho de los gays a manifestar su orgullo, y hasta esté dispuesto a defenderlo si alguien lo cuestionara, no implica que renuncie a mi derecho de considerar, y decirlo así, que esas manifestaciones son una gilipollez.

    (Si te voy a ser sincero, en este momento no se me ocurre ninguna otra clase de manifestación que no me parezca igualmente una gilipollez. Pero es que hoy toca hablar de la del orgullo gay.)

    Prácticamente todas las razones que enumerado por las que abomino de ella me sirven para explicar por qué detesto tanto o más las futboleras. Falta en estas el exhibicionismo, pero a cambio sobra una muchísimo mayor agresividad. Si te tranquiliza, puedes tomar nota de que, puestos a elegir entre unas y otras, prefiero las gays a las futboleras.

    Ahora, nunca entenderé, ni consideraré razonable, ni conveniente, que se reivindique el derecho a no ser señalado... señalándose uno mismo. Cuando uno pretende ser tratado como todo el mundo, el modo lógico de hacerlo me parece comportarse como todo el mundo.

    Cada uno tiene sus preferencias y sus puntos de vista. Imagino que no tengo menos derecho a exponer los míos en mi blog que los homosexuales a exponer los suyos en la Gran Vía madrileña...

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  7. Creo que tenemos un déficit todavía importante en cuanto a las cuestiones sexuales en general. Desde las épocas del oscurantismo católico-franquista hasta hoy, los avances han sido enormes. La intimidad ni debe ni tiene por qué perderse, pero sí la mojigatería y la intolerancia. Para que España empezara a cambiar sus hábitos tuvieron que venir las europeas del norte mucho más liberadas a enseñarnos los pechos en las playas públicas, ahora creo que sería bueno que los homosexuales o los como yo comprometidos con la causa, nos dedicáramos a procurar que se viera como algo habitual el comportamiento amoroso entre dos personas del mismo sexo, con el único objetivo de conseguir la normalización de esa forma de ver, sentir y practicar la sexualidad.

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  8. Me parece absolutamente deseable qu el comportamiento amoroso entre dos personas del mismo sexo se vea como algo habitual y normal.

    Habitual y normal.

    Me parece absolutamente evidente que nada de lo que se ve por las calles durante las celebraciones del orgullo gay tiene nada de habitual ni de normal.

    Sigo sin entender que se pretenda alcanzar una situación por el sistema de fomentar todo lo contrario de esa situación.

    No encuentro mejor modo de expresarlo que como ya lo he hecho en anterior comentario: cuando uno pretende ser tratado como todo el mundo, el modo lógico de conseguirlo me parece comportarse como todo el mundo.

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  9. Lo normal y habitual, en las calles, en las películas, en nuestras cabezas, es que no se vea un beso, una caricia u otro comportamiento homosexual sin un cierto rechazo, y pienso que eso no es homofobia sino falta de costumbre. ¿Cómo convertir la percepción de que algo es anormal en algo que sea normal? Creo que a base de insistir y dar por sentado que eso es así y que somos nosotros los que tenemos que bajar nuestras prevenciones pues la realidad de esa otra sexualidad no va a cambiar por mucho que la escondamos y peor, escondamos a los que la practican.

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  10. No estoy seguro de que estemos hablando de lo mismo. Pareces muy interesado en convencerme de la necesidad de que la homosexualidad se vea como algo normal, y te aseguro que hace años que estoy más que convencido.

    Lo que me pregunto es ¿qué cuernos tiene eso que ver con inundar las calles de música estruendosa y de tíos vestidos -o dejados de vestir- de vaya usted a saber qué?

    Porque a mí me parece que, si tiene algo que ver con algo, es con todo lo contrario: con que lo veamos como algo anormal y extravagante.

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  11. ¿Qué es exactamente lo que dudas y por lo que me felicitas?

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  12. Perdón me había equivocado. Rectifico: No se trata de de ver intelectualmente la homosexualidad como algo normal sino de sentirlo. La manifestación del orgullo gay no es más que una dosis de realismo, de que esa sexualidad existe, aunque a algunos como a ti os parezca más bien una sobredosis, y lo comprendo, pero en su disculpa hay que decir que solo se celebra una vez al año en contra del silencio casi total que vendrá después.

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  13. Vaya, no me has dado tiempo a corregirme y te he dejado hablando con nadie. Hubiera sido mejor no borrar el comentario y corregirme después, lo siento.

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  14. Si algo no es la manifestación del orgullo gay es, precisamente, realista. No tiene absolutamente nada que ver con la vida real de miles y miles de homosexuales que no necesitan disfrazarse de reinonas, ni hablar como si fueran Dª Concha Piquer, ni exhibirla como si fuera una curiosidad de escaparate, para vivir su sexualidad sincera, profunda y libremente.

    No me parece una sobredosis de homosexualidad: me parece su frivolización , su reducción a espectáculo y su banalización y frivolización. Enúltimo término, una estúpida y contraproducente falta de respeto. Quien pide, con razón, el respeto de los demás, debería empezar por respetarse a sí mismo.

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  15. Hola, iba asintiendo a medida el post. Imaginate que la que suscribe va al gimnasio con tapones de silicona en los oídos porque detesta el volumen de la música que ponen en las clases.

    Decididamente es rara la gente que se define por un solo rasgo. Nunca dejan de llamarme la atención mis colegas médicos que se hacen llamar doctor fuera del campo profesional. Aunque por supuesto, se ve en muchas otras profesiones e inclinaciones.

    Sinceramente, no tenía ninguna opinión formada acerca de las marchas del Orgullo Gay. Hay muy pocas en Buenos Aires y nunca me acerqué a ver alguna. Pero coincido con tu último comentario de que corren el peligro de asimilar lo homosexual a algo extravagante y anormal. Sin ser ninguna entendida en el tema, por los homosexuales que conozco (genre que hace su vida como cualquiera y que solo difiere en su objeto de deseo), no creo que los que desfilan así disfrazados representen a la mayoría.

    Un beso

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  16. Me temo que tus fobias son más por la eclosión de la alegría carnavalesca que por la de la propia homosexualidad, pero en algo te equivocas, no hay eso que dices de “vivir su sexualidad sincera, profunda y libremente” al menos no en sociedad, expresándolo públicamente, si fuera así la manifestación del orgullo gay no tendría ningún sentido.

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  17. Hola,Alicia. Efectivamente, esa es la cuestión. Los bullangueros exhibicionistas se han arrogado la representación, y se han apropiado de la 'imagen' pública, de muchísimos homosexuales, creo que la mayoría, que no tienen nada que ver con ellos o que, directamente, piensan de esa imagen lo mismo que yo. Me parece otra agresión al colectivo, menos grave y dañina que la persecución y el estigma, pero que no deja de ser una agresión, esta vez desde dentro.

    En lo fundamental de tu primera frase aciertas, Atman. No tengo 'fobia' alguna, solo un rechazo racional y razonado; pero, naturalmente, lo que rechazo es la bullanga carnavalera, no la homosexualidad. Contra la homosexualidad no tengo absolutamente nada, y me sorprende que lo descubras ahora, porque creo que está claro desde el principio.

    Yo creo que claro que hay, en muchos casos, 'eso que digo' de vivir su sexualidad sincera, profunda y libremente. Conozco, a algunos muy de cerca, bastantes homosexuales que tienen la suerte de poderlo hacer. Desgraciadamente sigue habiendo otros que no, incluso en España. Pero no creo que tampoco a esos les sirvan de nada los festejos de estos días. De eso va el post, precisamente, de mi opinión de que la manifestación del orgullo gay no tiene ningún sentido.

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  18. En ningún momento pensé que tuvieras algún rechazo intelectual a la homosexualidad, pero sí, al igual que yo mismo y que la inmensa mayoría de los heterosexuales, un cierto rechazo emocional. Si estamos de acuerdo en lo intelectual, solo nos queda el pequeño asunto de cómo cambiar nuestras percepciones irracionales, y eso se logra creo yo, con el tiempo y una evolución social de desemboque en una aceptación completa de esa realidad, ya sea a través de manifestaciones como las del orgullo gay, o si lo prefieres, a través de festivales de cine, documentales, o debates blogueros como éste.

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  19. No creo tener ningún rechazo a la homosexualidad, ni siquiera emocional. Pero no me preocuparía nada si creyera tenerlo, domesticar mis emociones no es tarea que me parezca necesaria, ni que me apetezca por ningún otro motivo. Ni las mías, ni mucho menos las del prójimo. La ingeniería social que se dedica, o lo intenta, a modelar las emociones de la gente, me da mucho miedo y bastante asco.

    Ahora bien, los festejos del orgullo gay no me molestan por eso. No creo que sirvan para cambiar las emociones de nadie, como no sea para mal, y eso por motivos meramente estéticos, y no éticos. Me molestan, sencillamente, por las razones que he expuesto en el post: porque me molestan el proselitismo, el exhibicionismo, las estridencias, el reduccionismo, los desfiles, los festejos callejeros, las multitudes y el ruido. Me molestan en cualquier caso, incluso cuando creo que sirven para lograr algo bueno; y en este caso ni siquiera creo que sirvan para lograr nada bueno.

    A mi me parece bastante claro, y bastante razonable.

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  20. Entre las muchas facetas del tema hay una que para mí es primordial. Es la falta de respeto hacia los demás por las personas impúdicas. Me importa un pepino que sea hetero o no, no quiero ver a ninguna pareja comerse la boca o semifollar en un sitio público. Tampoco quiero ver las tetas colgantes hasta el ombligo de las viejas en la playa ni los atavíos obscenos de los guays. Bien lo dice Van, es igual de desagradable que el ruido.

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  21. Exacto, C.C., esa es la cuestión. Lo desagradable es el exhibicionismo que se impone groseramente a quien no quiere ni tiene por qué aguantarlo, que sea homo o hetero no es la cuestión. Me molestaría exactamente igual un día del orgullo heterosexual, en el que lo que se exhibieran fueran parejas de distinto sexo semidesnudas, morreándose, restregándose y metiéndose mano... u otros apéndices.

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  22. ¿Orgullo? ¿Existe un día del orgullo de los calvos?, por ejemplo.

    Pregunta a cualquier calvo si está orgulloso de no tener pelos en la cabeza o si preferiría tenerlos y te contestará con un rotundo SÍ.

    (Supongo que los gais responderían también que en caso de haber una segunda ronda preferirían tener una sexualidad acorde con su morfología genital.)

    La cuestión de ese desfile 'orgulloso' es bastante más simple, a mi entender:

    Los homosexuales han estado practicamente hasta anteayer perseguidos, apedreados, encarcelados y negados de los derechos de cuaquier ciudadanos sólo por su condición sexual - a la que tampoco han oprtado, sino que les viene de herencia genética por el apareamiento de unos cromosomas X e Y.

    Por fin se erradicó tal barbarie. Y ahora, los hombres, se reúnen en unas cabalgatas ridículas, vestidos de mamarrachos para recordar su aceptación social; su 'victoria'.
    Eso me parece de un nuevoriquismo de la sexualidad que irá desapareciendo poco a poco (al menos por parte de los homosexuales inteligentes.)

    ¿Quién no ha visto u oído de aquellos nuevos ricos que encendían enormes puros con billetes también de mucha tela?

    Pues eso.

    Ah: ¿está por aquí Scarlett Johansonn? ¿Por donde llega la fila de espera?

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  23. A mí, como a ti y por las mismas razones, me desagrada el desfile del orgullo gay. Naturalmente, no tengo nada en contra de la homosexualidad, como no estoy en absoluto convencido de que pulsiones más o menos homosexuales no las tengamos todos o casi todos. En parte, el fortísimo condicionante cultural homofóbico de muchos siglos puede explicar las escandalosas exhibiciones de los gays (la famosa ley del péndulo) e incluso la estúpida reivindicación del "orgullo". Como no se te escapa, ese "orgullo" es de la misma sustancia que el nacionalista porque, al fin y al cabo, como ya dices en el post tiene su origen en esa necesidad tan reptiliana (Lansky dixit) de adoptar una identidad colectiva. En fin ...

    De lo que no estoy tan seguro es de que los homosexuales sean proselitistas, pero quizá se deba a que no lo he vivido. Yo diría que lo que intentan es ligar que en su caso, dado que se asume por defecto la condición heterosexual, les debe resultar más complicado (ahora ya no tanto gracias sus bares de ambiente).

    En lo que no coincido contigo es en ese rechazo a hablar de la vida sexual, aunque ya te lo conozco y por supuesto lo respeto. En mi opinión, no estaría mal que habláramos más y con más naturalidad de nuestra vida sexual, que no fuera algo tan íntimo. Probablemente ello contribuiría a erradicar muchas frustraciones en esa esfera de la vida. De más está decir que no me estoy refiriendo a fardar de haberse follado a la Scarlett y que soy perfectamente consciente de que en las actuales condiciones mi propuesta sólo valdría para el morbo telecinquero.

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  24. Hola, Grillo. Comparto bastante tu diagnóstico del Orgullo Gay como resultado del 'nuevorriquismo' homosexual. Algunos de ellos, sin embargo, probablemente te dirían que la barbarie que los perseguía y apedreaba no está aún erradicada, ni mucho menos, que quedan muchos vestigios de ella incluso en lugares tan afortunados en eso como España, en forma de rechazo, burla y discriminación, y que estos festejos no son solo una celebración de haber superado su exclusión social, sino también una forma de lucha contra lo que queda de ella. Lo digo para poner las cosas en su sitio; personalmente no me parece que bailar la samba vestido -es un decir- de angelito, de policía stripper sadomaso o de reina del mambo, borracho hasta las cachas, sea una forma útil de luchar contra nada, pero en fin... ellos sabrán.

    No estoy, en cambio, seguro de compartir tus diagnósticos: salvo casos atípicos de indefinición sexual morfológica, no creo que la homosexualidad tenga nada que ver con los cromosomas. En un gran número de casos, al menos, creo que no es congénita, sino adquirida. Y tampoco estoy seguro de que todos los homosexuales eligieran, si pudieran, la heterosexualidad, y es posible que haya algunos, incluso, a los que ofenda -o al menos crean conveniente fingir que les ofende- la mera sugerencia de que sea así.

    Hola, Miroslav. Es posible que el proselitismo gay sea más una pose que un deseo real de 'convertir' a nadie, pero yo lo he visto en acción con frecuencia, más quizás hace unos años, cuando el rechazo social era mayor, que ahora mismo.

    A mi lo de no exhibir la propia intimidad me parece una condición básica de convivencia. Si hay quien quiere compartir de cualquier forma su vida sexual, en un ámbito específico y delimitado y ante un público conforme, pues es asunto suyo. Pero imponer el espectáculo a observadores involuntarios e inadvertidos, francamente... Reclamo mi derecho a no conocer las intimidades del prójimo.

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  25. "Nuevorriquismo", quise escribir.

    Por supuesto que siguen las chanzas sobre homosexuales aquí y en todas partes, como habrá siempre chistes de curas, putas, borrachos, gordos, etc. En el Reino Unido - tengo entendidio - está prohibido contar chistes o gastar bromas en lugares públicos sobre maricones... Lo cual no hace sino reforzar ese cachondeo en privado, en pubs o entre amigotes. Eso cunde y deforma la ida original como se distorsionó el cristianismo en las catacumbas referido de boca en boca de modo tan soterrado durante SIGLOS.

    Dejaría para otra ocasión el asunto de la genética homosexual (que no es congénita, claro) Ocurre que sencillamnte y por razones de azar, se aparean 'de otra manera' los cromosomas sexulaes X e Y y el individuo está destinado a una sexuaidad impropia de su morfología genital. Supongo que esto no novedad para nadie hoy día.

    Por eso creo que no hay 'orgullo' homosexual, sino que esos desfiles son un mero dar el cante (de ese modo tan payaso que viene a ser una forma de resignación al parecer divertida para ellos.)

    Ya pasará esa fiebre. O remitirá mucho. Los logros sociales son lentos, y en esa batalla caen siempre los que van a la vanguardia. Bla bla bla..

    El tema es interesantísimo. Los hay quienes dicen que si la Naturaleza produce esos seres espontáneamente, ya no pueden ser considerados 'anormales', pero sí en escaso número...

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  26. Resumiendo (perdón por la osadía): horeterez, exhibicionismo y proselitismo. existen y me conta que molestan también a otros homos de suyo discretos y con buen gusto

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  27. Dejar tu intimidad en la esfera de lo privado, norma de convivencia…Eso dices, Vanbrugh. Mira, yo soy homosexual. Vivo con una mujer desde hace veinte años. Toda mi vida –hasta hace relativamente muy poco tiempo- he sentido que era mejor callarme, cambiar de tema. ¿Conoces el sentimiento de vergüenza, lo has sentido alguna vez?. Mejor dicho, ¿te lo han hecho sentir alguna vez, sin pretenderlo, sólo porque la idea de que lo “normal” es ser hetero está tan metido en nuestras cabezas y nuestras vidas que es imposible controlar a veces los comentarios, las presunciones de “inocencia”…?. ¿Te han echado de la cafetería alguna vez por hacerle una caricia en la mano a la persona que quieres?. ¿Te han negado la entrada en un hostal?. ¿Te han mirado con asco, y tú, que eres de natural discreto, te has sentido avergonzdo, aunque fuera de forma irracional?. Vanbrugh y compañía: lo opuesto a la vergüenza es el orgullo. El orgullo hay que trabajarlo, ejercitarlo, como un músculo. Cuando eres “low profil”, como soy yo, cuesta muchísimo. Me he tenido que entrenar a mí misma: esta es fulanita, mi pareja. A veces hay que darme un empujoncito, porque de entrada no me sale. Sé que siempre y sistemáticamente tengo que airear un poco mi intimidad, aunque sea a ese señor que pasea al perro por mi mismo parque, o al cartero, o a quien sea. Tengo que hacerlo por un doble motivo: para entrenar el músculo del orgullo y porque mi conciencia me dice que es eso, eso precisamente, y no desde luego disfrazarme de reinona, lo que le hará las cosas más fáciles a la generación que viene detrás.
    Dicho esto. No he ido nunca al desfile. No es mi rollo. Estoy completamente de acuerdo con vosotros en que ir de gay por la vida se ha convertido en un asunto identitario más. ¡Otra vez!. Pero en este caso, lo hacen al menos con alegría. Y creo que estos gays del desfile no lo son contra nadie (como si lo es un nacionalista o un vegano militante, es cierto). Por lo demás, huyo despavorida cuando se acerca el evento. Como huí en las celebraciones del mundial, sin ir más lejos.

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  28. Barbie:

    No tomo por retórica tu pregunta. Sí, he sentido vergüenza, la he sentido como hijo de madre soltera (técnicamente hijo de puta) y la he sentido por ser un niño enclenque y debilucho (hasta que aprendí a boxear; mejor dicho, me enseñó un bendito cubano que se llamaba ‘Sombrita’, negro como un tizón y también marginado por eso, a ratos); en cambio soy heterosexual desde antes de tener uso de razón —nunca mejor dicho—, pero no siento un particular orgullo por eso. Aunque entiendo que tú sí por tu opción que requiere mayores dosis de valor. De hecho yo sí estoy orgulloso de no tener padre biológico conocido ¿curioso, no? Y cuidado con el victimismo
    Hace muchos años salí en defensa de una pareja de lesbianas en un bar de Chueca, en los años …¡80! Aún me trato con una de ellas, aunque ambas no siguieron como pareja. Eso no me da ninguna autoridad moral para nada, simplemente lo cuento como ejemplo de hasta que punto repudio esas actitudes de rechazo, pero…
    Pero lo opuesto a la vergüenza puede no ser el orgullo, sino…el descaro y hasta, en casos extremos, la indignidad podría ser un antónimo

    Un beso, Barvie, si me lo permites

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  29. Barbie Jardinera3 de julio de 2012, 0:10

    Sí, de la vergüenza a la desvergüenza hay un paso. pero en el caso concreta de esta vergüenza que he tratado de describir, lo opuesto, insisto, es el orgullo. Puritito orgullo. En cuanto a lo de la "opción", mi opción, tu opción...no sé qué decirte, la verdad. A mí me han gustado (y me gustan) mucho muchos hombres, y durante bastante tiempo anduve con la cabeza hecha un lío, hasta que la "senté" (¡cuánto une una hipoteca!). Yo acepto besos de todo el mundo, faltaría más!. En especial de los que han vivido lo que has vivido tú. Pero me encanta que te hayas defendido a tí mismo como hacen los hombres hechos y derechos, sin esperar a que te vinieran a sacar las castañas del fuego otros (la Administración, la Ley...), a puñetazo limpio (en este punto estoy bastante de acuerdo con...¿Clint Eastwood?). Muchos, muchos besos de vuelta.

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  30. ¡Joder! Me he ganado un montón de besos (con efectos retroactivos), y de una jardinera y hortelana que, desde que leí a D.H. Lawrence, me ponéis muchísmo.

    Y sí hay lineas muy finas entre la vergüenza, el orgullo y...mi descaro

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  31. Muchas gracias por tu visita y tu comentario, Barbie. Imagino que a todos nos han hecho sentirnos avergonzados alguna vez por cosas que nada tenían de vergonzoso. Hace años que no me pasa, felizmente, pero sé que es hiriente, injusto y que no debe ser soportado. No quiero imaginar cómo será cuando la causa sea algo tan propio e irrenunciable como la propia sexualidad. Entiendo, por tanto, perfectamente lo que me dices, y entiendo que frente a esa vergüenza que tratan de imponerte la respuesta deba ser el orgullo, aunque sea artificialmente cultivado y ejercitado, aunque cueste trabajo hacerlo y vaya contra el propio carácter.

    Dicho lo cual te confieso que sigue pareciéndome inexplicable que nadie considere que las manifestaciones del 'orgullo gay' son un buen sistema para ejercer y cultivar el orgullo de nadie. Sé que el mío quedaría francamente maltrecho, y por mi culpa y con mi profunda contrición, si me exhibiera del modo en que lo veo hacer allí. No lo discuto, nadie mejor que ellos para saberlo; pero te aseguro que no lo entiendo, aunque en cambio entienda perfectamente que tú airees tu intimidad hasta con la gente a la que tratas casualmente, para vencer una posible e inadmisible vergüenza que cualquiera, o tú misma, pudiera tratar de imponerte.

    (El Sábado pasado, al día siguiente de publicar este post, salí a cenar con mi mujer. Completamente olvidados ambos de la fecha y de los eventos, cogimos el metro y salimos en Callao, a las nueve de la noche... en pleno centro y apogeo de los festejos que tanto me gustan. Nos reímos mucho, conseguimos una mesa en un restaurante agradable -los manifestantes son de poco cenar- y volvimos a casa andando, a través del meollo mismo de todo el asunto (vivo en Argüelles, a 500 metros escasos del trayecto del desfile.) Lo que vimos no hizo más que reafirmarme en mis ideas, y añadir un motivo más de desagrado: olía a pis toda la calle de un modo espectacular. Pero debo decir que rara vez he visto una muchedumbre tan pacífica, risueña y tolerante.)

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  32. Barbie Jardinera3 de julio de 2012, 3:42

    Al Lansky no le creáis una palabra. Lo ví en la tele, en las imágenes del Desfile: iba disfrazado de Libélulo, dando saltos detrás de la carroza de las Mariposas, que no querían dejarle subir...

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  33. Es un infundio.

    Los libelulos, esto es, los odonatos, al margen de nuestras habilidades para follar y cortejar en vuelo, sin posarnos, tenemos una dignidad (además de una infancia borrascosa y macarra como larvas acuática predadoras)y jamás intentaríamos subirnos donde los mariposones.¡Estaría bueno!

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  34. Era mi primo, se me parece, pero es más delgado

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  35. Tus dos últimos comentarios se contradicen, Lansky,: si era tu primo, y por tanto tan odonato como tú, el que Barbie vió tratándo de subirse a la carroza de las Mariposas ¿a cuento de qué tanta declaración de que los odonatos esto, y los odonatos lo otro, y los odonatos jamás..?

    A menos que lo hayas hecho para demostrar una vez más la fundamental falacia de las identidades colectivas, claro: cada odonato, a fin de cuentas, hace lo que buenamente le parece bien, pasando ampliamennte de su odonatez.

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  36. A ti, Vanbrugh, quién te ha dado vela en este entierro, digo desfile, al margen de que este sea tu blog, ¡Mariposón! ¡Odonatófobo!

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  37. Armonizo, relaciono, cohesiono, sistematizo, racionalizo, resumo, ordeno, sintetizo. Limpio, fijo y doy esplendor.

    La leche, soy.

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  38. Las lechetreznas que tenía Dalí en los parterres de sus jardín.

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  39. Me da que Vanbrugh está de vacas rascándose el mondrigo.
    ¿Vosotros tenéis pelotillas de algodón de la camiseta en el ombligo? ¿Lo teneís para dentro o hacia afuera? ¿Botón o guá?

    Pásalo bien si estas de vacaciones.

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  40. ¿Dónde cojones te metes?

    Y el Lansky ¿dónde está?. Le dejado aviso en su blog y ni flowers.

    ¿No os habréis líado la manta a la cabeza, os habréis enrollado de una puta vez y os habréis ido a vivir a Mikonos, no?

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  41. Ya soc aqui (ando practicando el idioma puesto que pasaporte ya tengo)

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  42. Un silencio demasiado prolongado para los que te apreciamos. Solo deseo que no se deba a ninguna causa de gravedad.

    Un saludo afectuoso

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  43. Se te echa de menos. Mucho. Planteate en serio denunciar por mobbing al consistorio ¡no hay derecho!.

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